Una pareja con hijos adolescentes proyectó este refugio con la impronta de las casas de playa estadounideneses, con todo lo necesario para pasarla bien durante las cuatro estaciones
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A Roberto y Ángeles, les alcanzó con observar la inmensidad del paisaje que termina en el mar para imaginarse cómo sería su hogar de verano. Aconsejados por otros buenos vecinos de Costa Esmeralda, conocieron a la arquitecta Marisa Vichich y sellaron una relación entrañable. Juntos, se decidieron por un diseño exterior que evoca las casas de playa de la Costa Este norteamericana, de grandes volúmenes, revestimiento en siding color tiza y techo de chapa gris grafito a varias aguas.
Una casa pensada para descansar
Desde el principio, pensaron en ambientes amplios con aberturas que garantizaran luz y buenas vistas, y espacios de distribución anchos para moverse con soltura. También, reservaron lugar para los gustos que los representan como familia: un taller de pintura para ella; otro de talla, para él y un gran playroom para jugar snooker, leer o ver películas.
En un mismo ambiente se encuentran el living y el comedor ambientados con una paleta de colores claros y tapizados lisos, donde solo se destacan detalles en azul. Fáciles de limpiar y de mantener, los pisos son de porcelanato italiano símil madera. Las vetas, a diferencia del color absoluto, hacen que se note menos la arena que siempre llega adentro.
La chimenea tiene la altura justa para contemplar el fuego desde la mesa o los sillones.
Hora de juego
En el comedor, los cristaleros con puertas de vidrio son un excelente recurso de guardado a los costados del acceso a la cocina.
Amplio, luminoso y apartado de las áreas comunes, el playroom es uno de los espacios preferidos por la familia. Allí reina una mesa de snooker, juego que es debilidad de Roberto. La pieza tiene más de un siglo y fue cuidadosamente restaurada.
Las puertas dobles y corredizas se abren gracias un sistema de rieles y rulemanes.
En el entrepiso ubicaron camas para los invitados y si hace falta más se abre el sillón individual. A continuación de la mesa de snooker hay un living para leer o ver televisión.
Toque de color
Sobre la base blanca se destacan las cortinas screen rojas (un color que forma parte del estilo náutico junto con el azul) con tres paños que permiten graduar la entrada de luz.
Más justificadas que nunca, las casas de la costa les dan la bienvenida a las mesas altas tipo barra. Permiten una circulación ágil y son perfectas para comer algo rápido, de pie o en las banquetas.
Las ventanas con antepecho le dan carácter a la fachada, lugar a objetos –como este barco que se destaca tanto adentro como desde afuera– y ofrecen un alto para contemplar el paisaje. El vestidor en la entrada del toilette no le quita espacio al ambiente y da mayor privacidad sobre todo cuando toca compartir cuarto.
Dormitorio y suite principal
Los cuartos ideales para una casa de verano: sin acumulación de objetos ni muebles de más. Sólo lo esencial, pero de la manera más linda y cómoda posible, con camas bien acolchonadas y vestidas idénticamente en texturas suaves.
La planta alta está destinada exclusivamente al cuarto principal. Siguiendo el criterio de toda la casa, la idea fue que los colores claros (distintos tonos de azul, blanco y off white) como el estilo de los muebles y los objetos hicieran pensar en la playa y el mar.
En una de las paredes está la ducha y en la de enfrente, las canillas. Así se puede regular el agua sin quemarse o morirse de frío. La ventilación cruzada sirve para eliminar rápido la humedad y mampara en lugar de cortina en una ducha de uso intensivo después de una jornada entre las olas y la arena.
Galería marina
¿Para qué están las columnas de la galería si no es para sostener a las hamacas paraguayas? Hay dos, pero queda espacio para una tercera que ya debe estar por llegar. Que nadie se quede con las ganas de una siesta profunda a ritmo acompasado. Los sillones están tapizados con telas que absorben el agua.
“Un día de Semana Santa, nos paramos en el lugar donde mejor se ve el atardecer y decidimos que era perfecto para un fogón. Cuando cae el sol o a la noche, nos sentamos a charlar y tomar una copa junto al fuego”, cuenta Ángeles.
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