Pandemia y creatividad. Dos polos opuestos iniciaron el camino de la atracción en el corazón de Chacarita. Desde que el gobierno porteño autorizó la reapertura de locales comerciales y gastronómicos, el nuevo corredor de la Av. Jorge Newbery, entre Córdoba y Corrientes, revitalizó su oferta. Con propuestas que invitan a degustar un circuito íntimo y con espíritu artesanal, la zona estrenó locales que comparten un adn propio: el de la identidad vecinal y el estilo bohemio atendido por sus propios dueños.
El abanico de ofertas incluye desde alimentación saludable, un vivero de diseño y artesanías de todo el país, hasta un local que combina indumentaria para "heredar" con mapas ilustrados. Las flamantes iniciativas ocupan viejos galpones en desuso y locales venidos a menos que fueron reciclando a pulmón, con los recursos disponibles. Muchos recuperaron mamposterías o mostradores desvencijados. Otros, llevaron los muebles de su casa y adaptaron los espacios al entorno: fachadas amplias, plantas en la vereda, mesas y bancos para compartir.
El corredor de la Comuna 15 arranca al 4000 de la avenida que lleva el nombre del precursor de la aviación argentina y continúa por Guevara, Fraga, Roseti, Charlone y Córdoba. Muchos vecinos ya equiparan estas cinco cuadras al boom que fue la calle Honduras, aunque se despegan de su (actual) carácter masivo. "Esta movida vino para descomprimir un poco lo que pasa en Palermo, que ya se desvirtuó", afirma Vanda Crisanti, dueña del bar Lutero (@luterobar). Con sombrillas, mesas altas y pizarras el local ubicado en la esquina de Fraga surfeó la pandemia con tapeos, pizzas y bruschettas. Vanda y Juan viven a 4 cuadras y conocen la dinámica barrial. "Tenemos excelente relación con los demás emprendimientos, nos apoyamos y organizamos actividades en conjunto, como noches especiales con DJ, y muestras de arte", dicen Vanda y Juan, que se conocieron en la Facultad de Filosofía y Letras.
Las propuestas gourmet acompañan el ritmo de la avenida, ancha y arbolada, que reúne vecinos de toda la vida, pero también cineastas, productores y guionistas. El perfil del público no supera los treinta y pico y responde a un pequeño universo de profesionales vinculados al arte, la arquitectura y la producción audiovisual. El edificio de Pol-Ka, la productora que acaba de cerrar Adrián Suar ocupó el predio de Av. Jorge Newbery 3431 hasta su demolición, en 2019. Fue un hito del distrito que luego recibió una oleada de estudios de grabación, cine y publicidad.
El adn con rasgos definidos que los nuevos emprendedores supieron captar tiene entre sus pilares la comida sana, el estilo descontracturado, fervor por las tendencias estéticas y el cuidado personal. Por eso a nadie le sorprende la apertura de tres tiendas de alimentos orgánicos. Grins (Av. Jorge Newbery 3926) cuenta con vinoteca de bodegas boutique. Se instaló en un viejo cafetín que durante añares mantuvo como clientes fieles a los choferes de la Línea 39, cuya cabecera está enfrente. "Nos vamos a tener que acostumbrar a la idea de comer sano", dicen por lo bajo.
"Cuando anunciaron la primer cuarentena no lo dudamos. Subimos los percheros con la ropa de la boutique al primer piso, despejamos el local y nos volcamos a los productos de almacén, panes de masa madre, semillas, dulces caseros. Algo más que una dietética corriente", explican Cristina Narváez y Silvia Mazzi, socias en el nuevo proyecto que se sumó a la tendencia. Legado Natural (@legadonaturalok), en la esquina de Roseti y al 3702 de la avenida, arrancó en plena cuarentena como uno de los 150 nodos abiertos de UTT (Unión Trabajadores de la Tierra), que distribuye bolsones de fruta y verdura agroecológica y lácteos cooperativos. Y con el tiempo sumó variantes. "Estamos en el barrio hace más de 15 años, conocemos a todos", sentencian. "Como la ropa no fue catalogada como esencial la dejamos en un segundo plano. El showroom lo mantenemos pero con cita previa", avisan.
Con acento en la cosmética natural y la comida vegana, Mercado Silvestre ocupa el lugar de una icónica fábrica de futones que no resistió la crisis. "Descubrí hamburguesas de hongos, cepillos de dientes de bambú y detergente biodegradable. Me entusiasma incorporar productos veganos de todo tipo en casa", comenta Celia F., psicóloga y vegetariana. Daniela Spina, una de las dueñas, explica los ingredientes de los productos del freezer. Junto a Agustín Baldo, Matías Challen y Federico Rojas, sus socios, decidieron emprender en su propio barrio cuando cerró el camping de Mar Azul, donde atendían la proveeduría.
Entre grafitis y paredes intervenidas con stencil, el nuevo circuito esconde una perlita recién estrenada que propone un maridaje atípico, un mix entre ropa amplia de algodón natural y mapas ilustrados por artistas. Nadine Zlotogora (@nadinezlotogora) y Camila Narbaitz (@mapoteca) reacondicionaron una tapicería detenida en el tiempo. Las láminas artesanales repasan la ruta del vino, los parques nacionales, las costumbres locales y las plantas medicinales, entre otras alternativas. Una vez por mes convocan a otros artistas para realizar pop ups, ciclos multidisciplinarios con música en vivo y tragos preparados a la vista en el triciclo rodante de @polanskiworld. El fin de semana pasado, y con estricto protocolo, coparon la vereda de Av. Jorge Newbery 3618 con accesorios de otros diseñadores. "Es una fiesta, una respuesta al esfuerzo dedicado para abrir en medio de la pandemia", dice Nadine, diseñadora de ropa.
"Más onda no se consigue", sentencian Carolina y Eliana, hermanas, de paseo por el galpón recuperado de Herbario (@herbarioherbario), un laboratorio botánico y auténtico oasis verde en el 3824 de la avenida. "Antes había que llegar a Dorrego y empezar a caminar para encontrar lindos lugares como La Fuerza. Ahora encontrás de todo", dicen mientras hacen la fila para pedir conos de falafel en Roll’in Luí Alimentos (Jorge Newbery 3674). El bolichito con modalidad take away ofrece rolls y ensaladas. Si bien no es de los más nuevos, pica en punta entre los preferidos, a juzgar por las colas que se ven en la cuadra. Otro que convoca es la Botica del Pastelero (Av. J. Newbery 3748), un bazar de insumos para repostería.
Facón (@faconargentina) es otra de las novedades que el jueves pasado se incorporó al corredor de la mano de Martín Bustamante, publicista y director de arte. Al 3584 de la avenida trasladó desde Palermo la curaduría de productos autóctonos de todo el país. Ponchos, máscaras, artesanías, cuchillos, textiles, cueros y piezas únicas integran un selecto menú nativo. "Es un desafío cambiar de barrio, donde tenía un 90% de público extranjero. Pero este lugar tiene una energía especial, se está posicionando como un distrito emergente. Estoy seguro que cuando vuelva el turismo va a ser muy requerido", confía.
La confianza de los recién llegados se consolida a partir de los pioneros. Uno de los hits es la sodería Sifón, en Av. J. Newbery 3881 o Donnet, el restaurante que arma cartas con portobellos, gírgolas y variedad de hongos como ingredientes principales. Ulúa y sus tapas mexicanas (al 3791), la galería de Central Newbery (esquina Charlone), el bar Gargantúa (al 3563), Tienda Tita (al 3540) y la biblioteca La Nube también fueron precursores del espíritu barrial. Originalidad, diseño propio y buen olfato para identificar características singulares. Esta es la fórmula de la movida que vislumbró la agrupación SACH (Se Agrandó Chacarita), cuando en noviembre de 2019 convocó a una fiesta con DJ, tragos y talleres abiertos. Sólo al 3818 funcionan seis talleres, entre joyería, escultura, carpintería, restauración de libros y fotografía.
El barrio que nació como La Chacarita de los Colegiales, por ocupar la chacra del colegio Compañía de Jesús, cada vez está más disociado del cementerio que surgió ante la urgencia desatada por la fiebre amarilla. Casi 150 años después la llegada de otra pandemia contribuyó a la regeneración de una personalidad en constante transformación.