Pasan cosas raras en el mundo de las bebidas y el vino en cuarentena. Y raras, por definición, son cosas que no podríamos haber imaginado hasta el 19 de marzo.
La primera, haber cosechado y elaborado vinos en esta vendimia rarísima y en este contexto en el que nos tenemos que cuidar todos. Pero si eso no fuera ya una condición atípica –como está viviendo en esta pandemia– el asunto con el vino y las bebidas alcohólicas tiene un capítulo más extenso en el horizonte de las rarezas.
Por ejemplo. A la fecha, hay 38 municipios del país que declararon la ley seca (ordenanza, más bien, pero seca al fin). Hablamos de rincones de la argentina como Chilecito –epicentro productivo de vinos en La Rioja–, El Carril en Salta o Rincón de los Sauces en Neuquén. Para los intendentes las bebidas alcohólicas fomentan la socialización, aunque nada se dice del consumo doméstico como una versión salutífera en tiempos de encierro (y eso sin discutir los alcances de esta medida en términos de fomento al mercado negro).
En opinión de los empresarios del vino, como Alberto Arizu, "no son centros de consumo como para preocuparse, pero tampoco se puede dejar avanzar una idea de ciudades secas", afirma. Mientras que desde Bodegas de Argentina, su vicepresidente, Francisco Do Pico plantea un hilo leguleyo. "No es anticonstitucional que los municipios prohíban el consumo de alcohol, de hecho hay ya restricciones horarias como las de Buenos Aires. Sin embargo, no estamos de acuerdo con estas medidas", dice.
Y quién más que los consumidores de vino saben que después de un largo día con los niños peleando en casa, trabajando en forma remota y atendiendo una situación de estrés por donde se la mire, el premio de la copa de vino en la cena es el último mimo posible. Pero ¿dónde comprarlos?
Unos cierran, otros abren
Esta es otra de la rarezas de la pandemia en materia de vinos. Mientras que un supermercado en Nuñez vende vino y licores, a tres calles y en casi todo el país, las vinotecas están cerradas. O algunas vinotecas. Porque mientras que las persianas están bajas en muchas de ellas, dentro y por whatsapp o puntcom, delivery o entrega directa, se venden vinos con entrega a domicilio.
Un dato. Para una cadena de vinotecas como EnoGarage –que no vendía casi nada en forma directa hasta el 19 de marzo– hoy, en plena coronacrisis, esta modalidad representa dos locales con actividad. Tiene cuatro.
Otro ejemplo dispar. En Calafate, Mariano Spataro opera La Tienda de Vinos con distribución local. Como es un centro neurálgico de turismo, el municipio cerró toda la actividad en torno al 6 de marzo porque el riesgo era altísimo debido al tráfico de extranjeros por el aeropuerto y el parque nacional. "La decisión fue acercada", dice Spataro, "pero desde entonces tengo el negocio cerrado y no podemos operar porque el municipio no nos deja". Con un agravante: "La temporada terminó dos meses antes y con los 20 mil habitantes de la ciudad no hay chances de levantar", se lamenta.
El suyo es el caso de muchos comerciantes en este país hoy. Pero es ilustrativo.
¿Se lo considera alimento o no?
Pero en el vino hay más rarezas. Como la batalla legal desatada por si es o no un alimento. Como el DNU 297/2020 que declaró la cuarentena eximía a los locales que venden comida y locales de cercanía de permanecer cerrados, la bebida nacional entró en una fina discusión entre el código alimentario y el DNU. "Para nosotros es un alimento", dice José Alberto Zuccardi, al frente de COVIAR, "por lo que está dentro de las excepciones", dice. Pero no piensan así en otros ámbitos. Sin ir más lejos, en los 38 municipios que están secos.
Sin embargo, sus palabras suenan como un bálsamo a las más de cinco mil vinotecas y a fines del país que tienen las persianas bajas y que firmaron un extenso petitorio para que así se las considerara. "Es una situación injusta y discriminadora", dice Fredy desde vinoteca Triana en la ciudad Neuquén, "porque el supermercado puede seguir vendiendo y las vinotecas no", remata. Unas cuadras más allá en la misma ciudad, La Barrica –otra vinoteca– está abierta porque ellos tienen licencia de venta de alimentos.
"Esta es una situación que castiga a las bodegas más chicas", explica el bodeguero Juan Carlos Caselles, "porque no estamos en grandes superficies y el canal de vinotecas y bares no se mueve", remata. Todas las fichas quedan hoy en el canal directo. O no.
Santa Fe: la situación gris
Si para rarezas faltaba un botón, en la ciudad de Santa Fe, Francisco Sgabussi se encontró con una sorpresa. Atento al DNU cerró el 20 de marzo, pero como tiene siete salarios que bancar, explica, empezó a vender por whatsapp los primeros diez días. Pero el tema de las entregas representaba un complicación. Fue al gobierno provincial y les planteó su caso. La Secretaría de Comercio contestó, en palabras de Sgabussi: "Usted está en un gris, como todas las vinotecas, porque vende una bebida que es un alimento pero no está contemplada en las excepciones", dice que dijeron. Y también remata "que podía trabajar si me atenía a los criterios generales de higiene y seguridad. Así es que hoy somos tres por día en el local, con barbijo, y la gente hace cola fuera".
En este intríngulis entre municipio y nación, entre qué está dentro y qué está fuera del alcance del decreto y de la ley, queda una zona para divergencias y oportunidad para corajudos con criterio sanitario. Eso es lo que parece motivar a quienes hoy están vendiendo vino, con todos los recaudos necesarios. Tanto, que la CAVA, Cámara Argentina de Vinoteca y Afines buscó zanjar la cuestión. Por medio de un comunicado fechado el 8/4 y difundido el viernes pasado, insta a las vinotecas a permanecer abiertas, con las siguientes palabras:
- "Artículo 1º. Autorizar a todas las vinotecas a lo ancho y largo del país a mantener sus operaciones con normalidad, dentro de los horarios previstos por las municipalidades, de acuerdo a las normativas expresadas tanto a nivel nacional, provincial y de las respectivas comunas."
¿Tiene alguna validez legal? Ninguna. Pero hará efecto entre los vinotequeros y comercios de vino. Y de seguro será beneficioso para los consumidores quienes, barbijo, alcohol en gel y distancia social mediante, podrán ir a comprar una buena botella de vino para darse un mimo. Eso, al menos, donde no rija la ordenanza seca.
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