Si desde que hay cuarentena te resulta más difícil recordar algunas cosas, como mandar un mail o una determinada palabra, o te olvidaste de comprar la leche una vez más, no sos el único.
Aunque los casos apenas pasan lo anecdótico y es demasiado pronto para una investigación que compare nuestras habilidades de memoria de antes y después de la pandemia de Covid-19, ya hay algunos estudios que sirven de guía.
En una encuesta realizada por la Sociedad del Alzheimer, la mitad de los parientes de pacientes dijeron que los recuerdos de sus seres queridos habían empeorado después de que comenzaron a vivir vidas más aisladas. Las limitaciones a la socialización dentro de los hogares de ancianos y, en algunos casos, la prohibición de cualquier visitante durante muchos meses está pasando factura.
La Universidad de California en Irvine está comenzando estudios sobre cómo el encierro ha afectado la memoria de los seres humanos. Se sabe que incluso algunas personas con memorias asombrosas, que suelen recordar haber comprado una entrada de cine hace 20 años, están descubriendo que olvidan cosas.
Por supuesto, existen varios tipos diferentes de memoria. Olvidar lo que ibas a comprar es diferente a no recordar el nombre de alguien o lo que hiciste el miércoles pasado. La investigación sobre cómo funciona la memoria apunta a varias formas en las que podría tener un impacto el contexto del confinamiento.
Menos socialización
El factor más obvio es el aislamiento. Sabemos que la falta de contacto social puede afectar negativamente al cerebro y que el efecto es más grave en quienes ya experimentan dificultades de memoria.
Para quienes padecen el mal de Alzheimer, los niveles de soledad pueden incluso predecir el curso de la enfermedad.
Es natural que no todo el mundo se haya sentido solo en algún momento durante la pandemia y los resultados de algunos estudios demostraron que los niveles de soledad se han estancado con el tiempo.
Incluso si no nos sentimos angustiados por una reducción del contacto humano, muchos de nosotros seguimos viendo a menos personas de lo habitual. Nos estamos perdiendo esas conversaciones en la oficina o las fiestas en las que podíamos hablar con decenas de personas en una noche, intercambiando historias.
La repetición de historias nos ayuda a consolidar nuestros recuerdos de lo que nos sucedió, lo que se conoce como recuerdos episódicos. Si no podemos socializar tanto, quizás no sea sorprendente que esos recuerdos no sean tan claros como de costumbre.
Ahora, cuando tenemos la oportunidad de conversar, tenemos menos historias que contar. A medida que se cancelan las vacaciones, se posponen las bodas, los conciertos y eventos deportivos siguen sin público, tenemos menos de qué hablar.
Y en cuanto a las quejas del trabajo, se tratan principalmente de las frustraciones con la tecnología. Aunque existe la socialización virtual, esas conversaciones no son exactamente las mismas que las que se llevan a cabo en persona.
Más ansiedad
Hay más que la falta de socialización: mucha gente ahora percibe una sensación de ansiedad en sus vidas. La sensación de que el mundo se convirtió en un lugar más incierto puede ser difícil de combatir.
En el University College London, la psicobióloga Daisy Fancourt y su equipo estuvieron investigando cómo se sintieron las personas en Reino Unido durante la pandemia.
Aunque los niveles de ansiedad alcanzaron su punto máximo cuando comenzó el confinamiento y se fueron reduciendo gradualmente, los niveles promedio se mantienen más altos que en los tiempos habituales, especialmente en las personas jóvenes, que viven solas, tienen niños, son de bajos ingresos o están en áreas urbanas.
Mientras tanto, la Oficina de Estadísticas Nacionales de Reino Unido descubrió que las tasas de depresión se duplicaron, y tanto la depresión como la ansiedad tienen un impacto negativo en la memoria.
Las preocupaciones cobran factura en nuestra memoria de trabajo, dejándonos con menos capacidad disponible para recordar lo que tenemos que hacer. Todo esto se hace más difícil por la falta de pistas que ayuden a nuestros recuerdos.
Si salís a trabajar, entonces tu viaje, el cambio de escenario y los descansos que tomes te marcan el día, dándote momentos para anclar tus recuerdos. Pero cuando trabajás desde casa, cada reunión en línea se siente bastante similar a cualquier otra porque tendés a sentarte exactamente en el mismo lugar frente a la misma pantalla. También hay menos cosas para etiquetar tus recuerdos y ayudarte a distinguirlos.
Como dice Catherine Loveday, profesora de neurociencia cognitiva en la Universidad de Westminster: "Tratar de recordar lo que te sucedió cuando hay poca distinción entre los diferentes días es como tratar de tocar un piano cuando no hay teclas negras que te ayuden a ubicar tu alrededor".
La importancia del trayecto desde el trabajo
En una oficina, podés pasar por una sala donde tuviste una reunión en particular y te recuerda que necesitabas mandarle un mail a alguien. En casa, no hay señales que ayuden a recordar las diferentes partes de tu trabajo. Cada memoria está etiquetada con sentarse frente a tu computadora. En el trabajo, es posible que recuerdes exactamente dónde tuviste una conversación, en los ascensores o en la cocina de la oficina.
También hay una fatiga general, que tampoco ayuda a nuestros recuerdos. Las reuniones de Zoom son agotadoras, parte del trabajo es mucho más difícil desde casa y las vacaciones se cancelan. La falta de rutina y la ansiedad por la pandemia pueden perturbar nuestro sueño. Si juntamos todos estos factores, básicamente estamos en un cansancio continuo.
Loveday cree que hay un factor adicional involucrado, uno que quizás ni siquiera hayamos notado: el impacto en nuestro cerebro, especialmente en nuestra memoria, de pasar tiempo en diferentes ubicaciones geográficas.
Encontrar el camino de regreso a casa siempre fue importante para nuestra supervivencia. Desde que salimos de casa, empezamos a prestar atención. Ya sea que estemos pasando por un bosque o en los alrededores de una ciudad, hacemos más uso de la región del cerebro con forma de caballito de mar, conocida como hipocampo.
En Reino Unido algunos estudios muestran que los taxistas de Londres conocen hasta cada callejón sin salida. Estos conductores desarrollan un hipocampo más grande.
Necesitamos involucrar al hipocampo para recordar nueva información, pero Veronique Bohbot, neurocientífica de la Universidad McGill, en Canadá, descubrió que si la vida de las personas se vuelve más aislada y repetitiva a medida que envejecen, el uso del hipocampo disminuye.
Asimismo, descubrió que los conductores que confían en la navegación por satélite en lugar de encontrar su propio camino producen menos recuerdos espaciales, el tipo de recuerdos que dependen particularmente del hipocampo.
Si estuvimos en casa la mayor parte del tiempo durante varios meses debido a la pandemia, perdimos ese estímulo adicional que proviene de encontrar nuestro camino.
¿Qué podemos hacer?
Salir a caminar, especialmente por calles desconocidas, hace que tu cerebro vuelva a prestar atención; incluso moverse un poco marca la diferencia. ¿Tenés que sentarte en tu escritorio cada reunión? Si es una llamada telefónica, ¿podrías caminar por la calle?
Asegurarse de que los días de semana y los fines de semana sean suficientemente diferentes, como para no fusionarse en uno solo, puede ayudar con las distorsiones que nuestra nueva vida puede tener en nuestra percepción del tiempo.
Loveday aconseja agregar más variedad a nuestras vidas, lo que podría implicar un poco de pensamiento creativo para lograrlo. Si no podés salir, sugiere que busques una actividad completamente nueva en casa y luego contarle a alguien cómo te resultó para ayudar a tu memoria.
Reflexionar deliberadamente sobre tu día cada noche puede ayudar a consolidar tus recuerdos. Incluso podrías escribir un diario.
Es cierto que suceden menos cosas dignas de mención, pero aún podría ser interesante mirar hacia atrás algún día. Y si te olvidás de hacer cosas, entonces hacer listas y configurar alertas en tu teléfono es una buena opción.
También tenés que usar tu propia imaginación. Por ejemplo, para recordar que necesitás comprar pan y huevos, antes de ir, imaginate visitando cada uno de los pasillos en el supermercado. Cuando llegues, este viaje imaginario volverá a tu mente y es más probable que recuerdes todo lo que necesitabas comprar.
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