Córdoba: de lo nuevo a los grandes clásicos en la capital serrana
Desde el corazón de la Argentina, Córdoba permite la escapada perfecta: tomarse un avión y cambiar de aire para disfrutar de unos días de cultura, diversión, buenos sabores y naturaleza. Con ustedes, un recorrido veloz por sus sitios y paisajes emblemáticos más una vuelta por el centro para descubrir la movida gastronómica y cervecera de la ciudad.
Un recorrido clásico y dorado
Tal vez este sea el mejor lugar para empezar a descubrir (¡o redescubrir!) la gran capital cordobesa. La Media Legua de Oro Cultural es un recorrido muy interesante que abarca cerca de 2.500 metros entre la histórica Plaza San Martín y el barrio de Nueva Córdoba, y descansa sobre el majestuoso Parque Sarmiento, diseñado hace más de un siglo por el arquitecto Carlos Thays. Allí se encuentran los centros culturales más importantes de la provincia, un conglomerado de edificios de gran valor arquitectónico y artístico. Su trazado nace en el Teatro Real, que acoge a artistas en formación, continúa en Teatro Libertador San Martín, concebido con las tendencias de los teatros líricos europeos, y se expande por Avenida Hipólito Yrigoyen hasta llegar al Paseo del Buen Pastor, a una ex Cárcel de Mujeres hoy resignificada por aguas danzantes, galerías de arte, una antigua capilla, restaurantes y tiendas comerciales. Es "el" punto de encuentro de los cordobeses, con movimiento a toda hora y los estudiantes —que son legión— adueñados de la plaza seca.
Adelante se encuentra el Museo Superior de Bellas Artes Evita, que funciona en el restaurado Palacio Ferreyra: una majestuosa construcción de 1916 de estilo francés que nació de la elegancia de las familias más tradicionales de la ciudad.
Además de exposiciones itinerantes, alberga la colección provincial de artes visuales —con obras de Fader, Malanca y Pettoruti.
Hay más: el Nuevo Museo Provincial Palacio Dionisi, Emilio Caraffa y el Museo Ciencias Naturales Dr. Arturo Umberto Illia. El trayecto es coronado por la Ciudad de las Artes, un polo donde se congregan las escuelas superiores de formación artística de la provincia. Para hospedarse en esta zona, el novísimo Y111: el hotel que conserva la fachada neorrenacentista del edificio original (antes sede del Museo de Ciencias Naturales) se prolonga hacia el cielo en una estructura vidriada e irrumpe sobre la diagonal más elegante de Nueva Córdoba, el barrio que marca tendencia en la Docta.
Espacios para pensar
Hace año y medio se reabrió el histórico edificio en el que funciona el Museo de las Mujeres (Rivera Indarte 55). Reacondicionado por Gobierno de la Provincia de Córdoba, fue construido en 1887 y hoy se considera un verdadero patrimonio de la ciudad. Presenta ciclos de cine de autoras, de jazz, de muestras fotográficas individuales y colectivas y es sobre todo, un espacio de pensamiento comprometido con las causas de género. El Museo de las Mujeres abre al público de martes a sábados de 10 a 20hs, con entrada libre y gratuita.
Una nueva y encendida Córdoba
Un collar de bares, discos, y salas de conciertos revitalizó Nueva Córdoba y aportó un marco multicolor a los alrededores de Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús de los Padres Capuchinos, una obra de arte mayor con reminiscencias góticas. Alrededor de ella se concentra la movida cervecera, como el jardín cervecero de la marca Patagonia (Paseo del Buen Pastor 325), pero también propuestas gastronómicas internacionales que incluyen desde comida japonesa como la de Oyshiki (Hipólito Yrigoyen 464), hasta waffles, como los de One Love (Santiago Derqui 88). Se trata del barrio más joven y encendido de la capital.
El restaurante República (Av. Recta Martinolli 5631) está comandando por el chef Miguel Escalante que propone un menú de siete pasos, modernos, versátiles y de delicioso, que se ofrece maridado por alguna de las más de cien etiquetas de vinos de autor y de boutique que el enólogo Marcelo Pelleriti eligió exclusivamente par la propuesta.
El ambiente es sexy y sofisticado: suma la música jazz, el cuero negro y las texturas suaves. Propuestas como esta acentúan al aura internacional que Córdoba Capital supo ir adquiriendo especialmente los últimos años. Quienes quieran conectarse con ese aspecto, deberán estar atentos a las novedades de los restaurantes y bares Dadá Mini (Dr.T.Achaval Rodríguez 250), Apartamento (Achával Rodríguez 365), Milk (Laprida 139), Capitán, Bruncheria y Gordó (estos últimos en la calle Achaval Rodríguez al 200). Todos pertenecen al mismo grupo de socios locales que desde hace un largo tiempo vienen aportando efervescencia y frescura a la ciudad desde el plano o artístico, comercial y gastronómico.
"Estamos notando un movimiento de turismo local fuerte los fines de semana largos especialmente, que es cuando más caras nuevas se ven", asegura Carlos Galeotti, dueño de los restaurantes más celebrados de la capital, La Parrilla y Lucca, de comida italiana a cargo del chef Roberto Ottini (ex Cipriani, Buenos Aires). Carlos además, es el impulsor de una de las novedades gastronómicas más recientes de la provincia, la resplandeciente La Emilia que abrió sus puertas hace sólo siete meses. "Estamos apostando porque sabemos que Córdoba tiene mucho por crecer y por dar, en términos de servicio y también mucho para renovar", explica quién se define como un enamorado de la provincia. "Además de turistas argentinos estamos recibiendo visitantes de Chile, Paraguay y Brasil y como muchos se imaginen, la mayoría vienen para pedir eso que todos conocen de nuestro país: la buena carne. Eso es precisamente lo que les damos", asegura.
El boom cervecero alcanza Barrio Jardín: Peñón del Águila desembarcó en zona sur con un local en Copina 1357, un nuevo bar que se suma a los otros dos que la marca de La Cumbrecita tiene en la ciudad capital.
Efervescente movida hotelera
En breve, Córdoba tendrá 1200 nuevas plazas hoteles gracias a la próxima inauguración de 10 hoteles de entre cuatro y cinco estrella. Se espera la remodelación de un palacete, a cargo de la familia Requena Bravo de Laguna, hasta la reinvención del convento Santa Isabel. Todo parece indicar que el más próximo a abrir es el proyecto que ocupará la antigua Casa Colomera, con más de cincuenta habitaciones y de cuatro estrellas. Inaugurado hace cuatro años, el hotel boutique Sacha Mistol Art Hotel es un perfecto ejemplo de la sofisticación que está manejando estas nuevas y refrescantes propuestas.
De jesuítas y virreyes
Para conocer las estancias e iglesias que la Compañía de Jesús tuvo en Córdoba hasta su expulsión, en 1767, hay circuitos distintos y muy rendidores, por la capital y las sierras. El punto de partida de esta escapada que junta historia y turismo siempre será la Manzana Jesuítica. La historia se remonta a 1599, cuando la Orden creada por Ignacio de Loyola tomó posesión de la manzana donde se erguía la ermita dedicada a Tiburcio y Valeriano, los santos que habían protegido a los vecinos de la plaga de langosta. Los recién llegados designaron a la ciudad —por entonces de 300 habitantes— como cabecera de la Provincia Jesuítica de la Paraquaria, que comprendía los actuales territorios de Argentina, Paraguay, sur de Brasil, Uruguay, sureste de Bolivia y Chile. Erigieron la Iglesia de la Compañía de Jesús (iniciada hacia 1653). Sobre la calle Caseros —entre el bullicio de los puestos de artesanías, músicos callejeros y vendedores ambulantes se ingresa a la Capilla Doméstica con su retablo barroco que ostenta la marca de los artistas indígenas anónimos y también está el Museo San Alberto. Quien quiera salirse de la ciudad por más museos y paisajes podrán conocer las cinco estancias fundadas en la provincia por los Hermanos de la Compañía de Jesús. Un viaje que propone arquitectura, obras de arte sacro y la oportunidad de comprender cómo funcionaba este extenso imperio.
El Museo Histórico Provincial Marqués de Sobremonte es la casa más antigua de la ciudad. En una esquina sin ochava, en pleno microcentro, llama la atención por su balcón con voladizo de tejas musleras —el "molde" era el muslo del artesano— y por los peinetones que enmarcan la bóveda del zaguán. Apenas cruzar el umbral, del otro lado de las anchas paredes de calicantonos queda el murmullo de la calle. Tras el patio de honor, la sala de música y una colección de pinturas cuzqueñas originales. En la sala de armas, puntas de lanza indígenas, corazas colonizadoras y fusiles de la campaña del desierto. Escritorios de viaje, platería, fanales, oratorios, y, en el Patio de los Limoneros, las habitaciones de los esclavos. La propiedad fue alquilada en 1783 por el susodicho, que aquí buscó refugio cuando huyó con los tesoros del Virreinato durante las Invasiones Inglesas.
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