María Eugenia, que lucha por mantener viva la memoria de su hermano Marcos Schenone, recuerda qué sucedió en la madrugada del 16 de enero de 2003
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Por estas calles, frente al bar donde pautamos la entrevista, pasó el remise que llevaba a Marcos Schenone mientras era perseguido por la muerte. Ocurrió hace 20 años, en la madrugada del 16 de enero de 2003. Sin embargo, su hermana recuerda “como si hubiese sido ayer” el llamado telefónico de su madre con el fatídico anuncio:
-Nos mataron a Marcos, le dijo.
María Eugenia Schenone tenía 24 años. El asesinato de su hermano menor partió su vida en dos. “No me acuerdo cómo reaccioné: si tiré el teléfono, si me puse a llorar o empecé gritar. Esos momentos son confusos. Pero se me derrumbó el mundo. A partir de ahí, empecé a vivir otra vida. Fue como si me hubiesen reseteado”, describe.
“Mi hermano salió y no volvió”
Marcos Schenone aún vivía con sus padres, Elsa y Eugenio, cuando lo mataron. Tenía 23 años y tres hermanos mayores: Alejandro, Mariano y María Eugenia. “Estaba lleno de amigos”, insiste María Eugenia. Su pasión era el mountain bike.
-¿Qué pasó en la madrugada del 16 de enero de 2003?
-Mi hermano salió, como hace cualquier joven de su edad, y no volvió.
El asesinato de Marcos Schenone tuvo gran cobertura periodística: fue tapa de todos los diarios y copó los noticieros. Curiosamente, el caso adoptó el nombre del asesino: lo llamaron el “Caso Conzi”. Los cronistas expertos en policiales reconstruyeron al detalle lo que ocurrió en aquella noche trágica.
Horacio Conzi, un empresario gastronómico de zona norte, persiguió con su vehículo 4x4 al remise en el que viajaban Marcos Schenone, el chofer Rodolfo Fernández, y tres pasajeros más: Gustavo Pacheco, Gisella Carabetta y Paula Alonso.
Continúa María Eugenia: “Salieron de Libertador y Alvear, pasaron por acá (señala la avenida del Libertador) y siguieron hasta la esquina de Florencio Varela y Libertador... y ahí pasó todo”, precisa.
Lo que María Eugenia no puede pronunciar sin que se le quiebre la voz es que, en aquella esquina, Horacio Conzi sacó una pistola Pietro Beretta 9 mm y disparó 14 veces contra el remise en el que viajaba su hermano. Usó municiones especiales, de uso prohibido, preparadas para perforar chalecos antibalas. Al escuchar los disparos, Marcos Schenone se inclinó sobre las dos jóvenes, con la intención de protegerlas. Tres proyectiles impactaron en su espalda y lo mataron. El resto de los pasajeros fueron heridos, salvo Gustavo Pacheco que resultó ileso.
-¿Porqué lo hizo? Se dijo Horacio Conzi actuó cegado por los celos, ya que Marcos estaba con Paula Alonso, una joven que le gustaba.
-Nunca tuvimos una explicación. A Paula nunca la conocí, ella estaba con una amiga, pero no era la pareja de Horacio Conzi, que en esa época tenía más de 40 años... Es inconcebible lo que sucedió. Hice terapia un tiempo, buscaba comprender porqué habían matado a mi hermano, porqué nos había tocado a nosotros esta tragedia. Pero después de un tiempo comprendí que nunca iba a tener esas respuestas. Hay que ponerle el pecho, es la vida que nos tocó.
Según las crónicas de la época, la pesadilla comenzó en el complejo gastronómico Dallas, ubicado en Alvear y Avenida del Libertador, que en ese entonces era uno de los más exclusivos de zona norte. Luego se llamó Las Olas Boulevard. Sus dueños eran los hermanos Hugo y Horacio Conzi.
Aquella noche, madrugada del 16 de enero, Horacio Conzi intentó seducir a Paula Alonso. No tuvo éxito. Un poco más tarde, enfureció al verla con Marcos Schenone. En un ataque de celos, los expulsó del local. Marcos, Paula y dos amigos, Gustavo Pacheco y Gisela Carabetta, se subieron a un remise y se fueron del lugar.
Enajenado, Conzi pidió a un empleado de su restaurante que le trajera su camioneta 4x4. Comenzó a perseguir al Ford Galaxy en el que se habían subido los cuatro jóvenes. En Beccar, en la esquina de Avenida del Libertador y Florencio Varela, les cruzó su camioneta y se bajó. “¡Es Horacio, el dueño de Dallas!”, llegó a gritar Paula cuando lo reconoció. Luego, el brutal desenlace.
Tras asesinar a Marcos Schenone, Horacio Conzi desapareció. Estuvo prófugo casi dos meses. Como su rostro estaba en todos los medios de comunicación, se disfrazó utilizando pelucas y anteojos. Finalmente, fue atrapado en Mar del Plata por agentes de la Secretaría de Inteligencia del Estado.
En 2005, dos años después del crimen, la Justicia condenó a Horacio Conzi a 25 años de prisión. Luego redujeron la pena tres meses. En ese entonces, los magistrados consideraron que el empresario “actuó con desprecio hacia la vida humana, debido a que disparó contra el remise en el que viajaban varias personas, sin siquiera conocer a algunas de ellas, a lo que debe sumarse la nimiedad del móvil que lo llevó a actuar como lo hizo. Empleó munición KRD, prohibida, del tipo que perfora chalecos antibalas y vació el cargador del arma; factores, en conjunto, que dejan traslucir que se trata de un individuo portador de una personalidad al extremo peligrosa, que no mostró el mínimo arrepentimiento por la conducta que desplegó”.
La causa llegó hasta la Corte Suprema que en abril de 2014 confirmó la pena de 24 años y nueve meses de prisión. Elsa Schenone, madre de Marcos, declaró: “Por fin se hizo Justicia. Ahora Marcos va a poder descansar en paz. Le ganamos”.
-¿Cuál es tu opinión sobre la condena que recibió Horacio Conzi?
-No es suficiente. El día que nos dijeron la condena mi mamá estaba conforme, pero 24 años pasan volando. Recién hablaba con una amiga en la oficina y me discutía que no podían haber pasado 20 años... Es obvio que no me va a alcanzar. Ahora, lo único que espero es que Conzi cumpla la condena que le dieron completa. Toda.
-Dijiste que el día del asesinato se “reseteó” tu vida. ¿Qué significa?
-Fue una locura. Nadie está preparado para algo así. Fue tremendo haber visto a mi mamá tirada en el piso, llorando, y no poder consolarla. Mi papá estaba devastado. Todo fue muy duro. Dejé de mirar noticieros porque me hacían mucho daño. Empezamos a vivir con miedo.
-¿Por qué empezaron a vivir con miedo?
-Recibimos muchas amenazas. Más de una vez, mientras caminábamos por la calle, nos persiguió un auto. A mi mamá la quisieron secuestrar y la ayudó un vecino. Un día, mientras yo estaba en el supermercado, llamaron al celular de mi marido y le preguntaron: “¿Qué está comprando?”. Tiré todo y salí corriendo. Al dolor que sentíamos tuvimos que sumarle todo esto. Así pasamos años.
-¿Hicieron las denuncias?
-Sí, pero no llegaron a nada.
-¿Seguís sintiendo miedo?
-Es un miedo distinto, que pasa por mis hijos. A ellos les conté lo que pasó con Marcos y entienden. Pero algunas veces, cuando me preocupo por el tema de las salidas mi hija, me dice: “Má, no me va a pasar lo mismo que Marcos. Tenés que confiar”. Y yo pienso “ojalá que no”, pero cuesta.
“Le prometí a mi mamá que iba a seguir el caso hasta el último momento”
-Sus padres, que hoy ya no están, Elsa y Eugenio, tuvieron un rol muy activo en el reclamo de Justicia por el crimen de Marcos. Puertas adentro, ¿cómo sobrellevaban la situación?
-Mis viejos sacaron fuerzas de donde no las tenían. La realidad es que mi viejo se deprimió mucho. Él compartía todo con Marcos, que era el más chico, el malcriado. Y mi mamá sacó las garras que cualquier madre sacaría. El día que fui mamá entendí mucho más el sufrimiento de mis padres. Todos los días de sus vidas mis padres pensaron en Marcos. Pienso que ellos se enfermaron por el dolor que sintieron. Mi papá primero tuvo una operación de corazón y luego un tumor en el cerebro. Y mi mamá murió de cáncer de ovario.
-Hoy, de alguna forma, asumiste el lugar de tus padres en la lucha: sos la que sale en los medios y recuerda la figura de tu hermano.
-Sí, le prometí a mamá que iba a seguir el caso hasta el último momento. Y lo voy hacer, no solo por mis padres, sino por mi hermano.
“Me da asco”
Horacio Conzi (63) cumple su condena en la Unidad 48 de San Martín. Lleva casi 20 años preso. En la cárcel, su presencia no pasó desapercibida. Allí se convirtió en un vegano militante, se muestra como defensor de los animales y dicta cursos de nutrición. Solo recibe las visitas de su hermano, Hugo Conzi.
En abril de 2019, por cuestiones de salud, había accedido al beneficio de prisión domiciliaria, que fue revocado a los pocos meses luego de que se observaran varias irregularidades. Conzi se había arrancado la tobillera electrónica del Servicio Penitenciario porque le quedaba “apretada” y fue filmado paseando cabras en la vereda de su casa de San Isidro. En ese entonces, en su perfil de Facebook el asesino posteó: “Qué lindo estar en casa, vida nueva, empresa nueva, saludable 1000%, estoy intacto a pesar de todo. Gracias a mi filosofía de vida no me he contaminado y además salvé muchas vidas: más de 20 diabéticos y 11 cancerígenos”.
Desde 2020, Conzi pidió en varias oportunidades la libertad condicional. Entre los fundamentos de su pedido, además de tener cumplidas las dos terceras partes de la condena, manifestó problemas de salud. La justicia rechazó su pedido.
-¿Qué te genera ver en las redes sociales que el asesino de tu hermano se presenta como un maestro de la vida saludable, el veganismo y defensor de los animales?
-Me genera asco, no puedo decir otra cosa. Asco. ¿Si le creo? No le creo nada. Una persona que el día del juicio nos miró a los ojos y se nos rió en la cara... Esa imagen no me la voy a olvidar en la vida. Esta persona destrozó una familia. Yo no lo perdono por lo que hizo.
-Desde 2020, en varias oportunidades, Conzi pidió la libertad condicional. Sin embargo, hasta el momento, se la rechazaron.
-Es un asesino. No hay que evaluar nada. Le dieron 24 años y nueve meses de condena, que los cumpla. Cuando Conzi tuvo prisión domiciliaria, que nos enteramos por las redes sociales, me acerqué a los Tribunales para cuestionar el beneficio que le habían dado y el hermano, Hugo, estaba en la puerta esperándome. Parado como un matón. Son siniestros, peligrosos y asesinos.
-¿Pensás en el día que Conzi recupere su libertad?
-No estoy preparada para ese momento, pero sé que va a pasar. Lo que quiero es que salga cuando la Justicia dijo que debía salir, que cumpla los 24 años y nueve meses de prisión. Eso lo voy a pelear hasta último momento. Creo que el día que salga, toda la gente que vive en San Isidro va a tener que cuidarse mucho porque habrá un asesino en la calle.
-Pasaron 20 años y aún se te quiebra la voz al recordar aquella madrugada.
-No hay día que no me acuerde de mi hermano. Siento que sigo viviendo en el dolor. Pero estoy en paz porque hice todo lo que tenía que hacer. Ese dolor lo voy a llevar siempre conmigo. Pienso mucho en mis padres: me duele su ausencia, pero me reconforta saber que Marcos no está solo. Puede sonar raro pero, a pesar de todo, siento que tengo una vida feliz. Trato de vivir el día a día. Agradezco levantarme por las mañanas, poder disfrutar de mis hijos, que sin haber conocido a mi hermano, muchas veces me recuerdan a él con frases o bromas como las que me hacía Marcos.
Luego de la muerte de sus padres, María Eugenia y sus hermanos decidieron llevar sus cenizas, junto con las de Marcos, al mar. “Fue un momento muy duro, pero a la vez fue liberador. Creo que en cierta forma, encontramos un alivio. Ahora, los tres están juntos”, dice.
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