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Estaba por culminar su jornada laboral cuando se dispuso a hacer la última ronda de control de parques en el complejo turístico donde trabaja. Todo parecía estar en orden, hasta que notó una extraña bola de pelos que flotaba en el medio de una de las piletas de los domicilios.
Sorprendido, el jardinero sacó del agua lo que pensaba que era un objeto y lo apoyó sobre el suelo. Rápidamente se dio cuenta de que el visitante era un animal pequeño y necesitaba ayuda de un experto. Pronto, los rescatistas de Wildlife Noosa -una organización sin fines de lucro que se encarga de rescatar animales enfermos, heridos o “en riesgo” de sufrir lesiones en la gran región-, Anne-Marie Howarth y Chris Woods, estuvieron en camino.
“Pensé que estaba muerta”
Howarth se apresuró a ayudar e identificó al animal como una joven zarigüeya de cola anillada. Aunque nadie supo cómo había terminado en esa situación, estuvo claro que el animal de tamaño similar al de un gato, con tintes marrones anaranjados en las patas y la cola, que utiliza su larga cola prensil como una quinta extremidad, necesitaba ayuda inmediata. Sin embargo, al llegar al lugar sintió que era demasiado tarde. “La zarigüeya estaba mojada, helada, rígida e inmóvil. Para ser honesta, pensé que estaba muerta”.
Pero no estaba dispuesta a darse por vencida tan fácilmente. Colocó a la zarigüeya en una toalla seca y la acomodó sin perder tiempo entre dos bolsas de agua caliente para que pudiera recuperar la temperatura corporal. La cargó en el auto y se dirigió al Centro de Rehabilitación de Vida Silvestre en Eumundi. Para la sorpresa de todos, en los 20 minutos del viaje, la zarigüeya pareció haber despertado muy lentamente.
“Estaba muy débil pero notamos que comenzaba a recuperarse. Intentó moverse e hizo pequeños ruiditos”. Los expertos en animales de Eumundi se alegraron de comprobar que la zarigüeya no tenía agua en los pulmones. Una vez que estuvo despierta y mostró signos de haber salido del shock, para chequear que el animal estuviera fuera de peligro, le realizaron una radiografía que confirmó que no tenía agua en los pulmones.
Una segunda oportunidad
Lamentablemente, como sucede con muchas otras especies, estos animales han sufrido la pérdida de su hábitat por la deforestación, debido a que son casi exclusivamente arborícolas. En las zonas urbanizadas corren peligro de ser atropellados por los autos, cazados por gatos y perros o, como en este caso, de no lograr sortear áreas de esparcimiento para los humanos.
A medida que pasaban los días, la pequeña se hacía más fuerte y sus ojos brillaban de forma saludable. Su pelaje, que antes estaba empapado, se secó y comenzó a mostrar una textura esponjosa. Una vez que estuvo con signos clínicos estables, la pequeña zarigüeya fue trasladada a un hogar de tránsito con un recinto especialmente acondicionado para ella de modo que pudiera recuperarse por completo para ser devuelta a su hábitat natural. Los rescatistas estaban completamente sorprendidos y agradecidos de que esta zarigüeya ahora tenga una segunda oportunidad.
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