Victoria (20) y Alfonso (24) se conocieron en una fiesta de cumpleaños de disfraces. Alfonso, amante de la temática, se había conseguido hacía semanas su traje de enfermero. Por su parte Victoria no tenía en sus planes ir a esa fiesta, de hecho esa noche no estaba ni enterada del evento. Ella había ido con unas amigas a una peña folclórica en un colegio de Recoleta, estaban ahí cuando una de sus amigas recibió un mensaje del chico con el que estaba saliendo invitándola a la fiesta de disfraces a pocas cuadras. Ninguna vestida para la ocasión decidieron ir igual para hacer el aguante a su amiga. A Victoria nunca le gustó la idea de disfrazarse, siempre se sintió ridícula y nunca entendió la gracia. Pero cupido supo rebuscársela para llevarla allí esa noche.
La fiesta no era muy prometedora hasta que otra amiga le comentó a Victoria: "Mirá que lindo ese chico vestido de médico", a los pocos minutos Alfonso le estaba tocando el hombro a Victoria para sacarla a bailar. "Me di vuelta de manera bastante antipática porque no me gustaba la fiesta. Él me dijo que así no, entonces volví a girar, me volvió a tocar el hombro y ahí sí giré con una sonrisa", recuerda entre risas. Bailaron tres pasos y él le dijo "la verdad es que no me gusta bailar", "a mí tampoco", se sinceró ella aliviada. Se corrieron de la pista hacía un costado y pasaron el resto de la noche hablando. Él estudiante de ingeniería y ella estudiante de letras compartieron charlas sobre libros, hobbies y datos personales. Intercambiaron números de teléfonos en sus Nokia 1100 y se despidieron.
Esa noche al acostarse en su cama Victoria pensó "con este chico yo me pongo de novia".
Tres veces plantado
Victoria nunca había estado de novia, haberlo conocido a Alfonso la dejó nerviosa y pensando. Feliz recibió un mensaje de texto acerca de la noche anterior y chequeaba su celular de manera constante a la espera de recibir más mensajes y controlar no quedarse sin crédito. Él había terminado un noviazgo de dos años y se había prometido a sí mismo que la próxima chica con la que tuviera una relación sería alguien de su edad, que estuviera por terminar la facultad o mejor aún, que ya se hubiera recibido. Y, además, que viviera por la zona de su casa, en el barrio de Belgrano. Victoria no reunía ninguno de esos requisitos, sin embargo él algo vio en ella que lo cautivó.
"En total me invitó a salir tres veces y las tres lo cancelé a último momento. Una de esas veces fue porque me había ido mal en dos parciales ese día y estaba de muy malhumor. Las otras dos veces estaba nerviosa. No es que no había salido nunca con ningún chico, pero con él sentía que iba a ser diferente, que era el comienzo de algo y eso me daba muchos nervios". Después de casi un mes de invitaciones fallidas para salir Alfonso no insistió más. Victoria se sentía una tonta, de verdad quería salir con él pero no se animaba. Con el apoyo y aliento de una amiga, en una de esas largas charlas que se dan en la línea 93 del colectivo, Victoria mandó un mensaje de texto: "¿Todavía estoy a tiempo de salir con vos?", él le respondió que sí, aunque en el fondo no recordaba bien quien era la chica que le estaba escribiendo.
Alfonso tenía plata solo para comprar dos cervezas y en base a eso planificó la salida: fueron a escuchar a Alejandro Dolina en su programa en vivo con entrada gratuita y de ahí caminaron a tres cuadras a un bar donde tomaron las dos cervezas. Charlaron de sus familias y sus vidas, se tomaron la mano y se quedaron hasta la hora de cierre. Caminaron hasta el departamento de la hermana de Victoria donde sellaron la noche con su primer beso. A partir de ese momento empezaron a salir juntos todas las semanas.
Una pelea en un ring inflable
Era diciembre y llevaban casi tres meses saliendo. Un sábado, cumpleaños de la hermana de Victoria, invitaron algunos amigos a pasar el día en la casa: pileta, sol, cerveza y asado, la reunión se extendió hasta la noche y Victoria sumó a la fiesta a algunas amigas y lo invitó a Alfonso que fue con tres más.
Lo único que no imaginaron ninguno de los dos es todo lo que sucedería después. Alfonso se sentó en un sillón de la galería y se le acercó quien sería su futuro suegro a preguntarle acerca de sus intenciones con su hija menor. Acto seguido todos los presentes lo llamaron a sumarse al ring inflable que habían instalado en medio del jardín. ¿El contrincante? Su futuro cuñado, celoso de su hermana. Subieron al ring inflable y al unísono de "sangre, sangre" por parte de los invitados que movían el ring de un lado para el otro empezó la lucha. Por supuesto que Alfonso perdió, no tenía mucha opción, toda la familia de su futura novia lo estaba mirando. Por su parte Victoria enojada se fue adentro a quejarse con su madre del actuar de su hermano. "Era la primera vez que llevaba un chico a mi casa y no podía creer lo que estaba pasando". El hermano de Victoria le pidió perdón a Alfonso por el chiste que le habían hecho y por suerte eso no declinó en que la feliz pareja siguiera con su relación.
Pero las cosas se pondrían peor…
Prohibido verse
El 30 de diciembre se pusieron de novios, en ese momento los padres de Victoria estaban de viaje por Europa, todo un mes. Para cuando volvieron, Alfonso y Victoria ya habían comenzado su noviazgo oficial. La primera presentación fue en enero en el velorio de la abuela materna de ella. "Cuando Alfonso entró, giró y con la mochila tiró el florero. No fue un buen comienzo. Ese día conoció a mi mamá y al resto de mis hermanos que no había conocido en el cumple de mi hermana aquella vez", cuenta Victoria.
Alfonso no cayó bien a la familia, hasta el día de hoy los chicos no saben qué fue lo que sucedió. Tal vez la inexperiencia en presentar un noviazgo de ella, el aspecto desarreglado de él, el ser ella la menor de ocho hermanos y presentar por primera vez un hombre en la familia, ella, la más chica de la familia, la todavía bebé. Seguramente fue una sumatoria de cosas que hicieron que el trabajo a Cupido se le dificulte.
"Tenía prohibido ver y hablar con Alfonso. Yo lloraba y mis amigas me consolaban. Papá me llevaba y traía a la facultad para evitar cualquier encuentro. Pero yo no estaba enojada con ellos, siempre tuve una relación espectacular con mis papás y sabía que algo que yo no entendía estaba pasando pero, por otro lado, yo tenía la tranquilidad de que Alfonso era un chico bueno y que me iba a hacer feliz", recuerda Victoria.
Se veían a escondidas en la facultad. Era época de finales en febrero y Victoria se encerraba el día entero a estudiar en la biblioteca de la UCA, lo mismo hacía Alfonso en el ITBA y se encontraban en un punto medio para verse. En su casa Victoria hablaba a escondidas por teléfono y mandaba mensajes de texto de manera disimulada. Hasta que una hermana la descubrió y la acusó con sus padres. "Esto habrá durado poco, no sé, dos semanas como mucho, la verdad es que no me acuerdo bien. Pero se dieron cuenta de que era peor si nos prohibían vernos, así que me dejaron seguir de novia con él pero no podía llevarlo a casa y tampoco les gustaba que yo hablara de él", cuenta Victoria.
Alfonso invitó a los padres de Victoria a tomar un café para poder charlar pero ellos rechazaron la invitación. Habló entonces con uno de los hermanos de su novia que le aseguró que con tiempo las aguas se calmarían. Por su parte, el padre de Alfonso que ya conocía a Victoria, le aconsejó que lo pensara bien, que todavía estaba a tiempo de salir de una familia que podría dificultar las cosas a futuro. Pero Alfonso decidió seguir luchando por su amada.
"Mi hermano me aconsejó que hablara con naturalidad de mi novio porque si mis padres me veían feliz lo iban a aceptar, de a poco. Mientras tanto, mis hermanos ya lo habían visto durante ese tiempo en salidas que hacíamos", cuenta Victoria.
El plan funcionó y en mayo sus padres le dijeron que invitara a Alfonso a un almuerzo familiar un domingo. "Ninguno de los dos recuerda ese día, absolutamente nada, se ve que lo bloqueamos", confiesa entre risas.
Fue evidente que todo fluyó porque Alfonso no solo empezó a ir a la casa de Victoria más seguido sino que al día de hoy mantiene una relación excelente con su familia política. "Ahora es uno de los yernos favoritos de mis padres, tienen una relación de amor mutuo que demuestra que todo el pasado no era más que miedo", cuenta feliz Victoria.
En la actualidad llevan casi 10 años de casados, cinco hijos y están pasando las vacaciones en la casa de los padres de Victoria.
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