La DEET, principal activo de los aerosoles actuales, fue desarrollado para combatir a los insectos en la guerra
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El primer rastro, en la historia de la Humanidad, de un ahuyentador de mosquitos fue hallado en el Antiguo Egipto. Allí, miles de años antes del nacimiento de Cristo, quemaban aceite de ricino, cuyo olor resultaba notablemente desagradable, para alejar a los insectos.
Algo similar sucedería mucho después en América, donde los nativos descubrieron que el humo producido por la quema de vegetales de raíz repelía a los zancudos. La artemisa, que crece como maleza en el norte, resultó el combustible más eficaz: hay registros históricos que aseguran que hasta los caballos salvajes se acercaban a los fogones para evitar las picaduras. Así fue como este ingenioso método, además de resolver el problema de los insectos, se convirtió en un procedimiento habitual de los nativos para atraer a los caballos que luego domarían y montarían.
La práctica ancestral de quemar diversos combustibles para ahuyentar a los mosquitos persiste hoy en día, en todas las latitudes del mundo. En muchas casas argentinas es costumbre impregnar el aire con el humo de la citronela, mientras que en las Islas Salomón se enciende el fuego con cocos y hojas de papaya. En Papúa Nueva Guinea, el ritual se repite con hojas de jengibre.
El piretro, una planta originaria de la costa de Dalmacia (hoy Croacia), se convirtió en el primer insecticida “oficial”. Lo usó el ejército de Napoleón en sus campañas por Europa y África. También lo emplearon soldados de distintos ejércitos en la Primera Guerra Mundial. Se comprobó, muchos años después, que la resina que se obtiene tras la pulverización de sus flores, parecidas a las margaritas, ataca el sistema nervioso de los insectos.
Hoy en día se continúa produciendo repelentes de insectos con piretro en distintos lugares del mundo. Se utiliza, también, como incienso en ceremonias hindúes y budistas.
Los métodos “de combustión” lograban ahuyentar a los mosquitos en un ambiente, en un espacio determinado, pero no eran eficaces para proteger a las personas en movimiento. En la Antigua Roma descubrieron que podían untarse vinagre, especialmente en la cabeza y los pies, para disuadir a los mosquitos.
Un “arma de guerra” creada por el ejército de los Estados Unidos
El repelente de mosquitos más común en la actualidad, presente en prácticamente todos los aerosoles, es una sustancia química “de laboratorio”, creada por el hombre: la DEET (N,N-Dietil-meta-toluamida). Y tiene un origen por lo menos curioso.
Durante la Segunda Guerra Mundial, sobre todo en el frente oriental, los soldados norteamericanos se encontraron con un enemigo impensado: los insectos, que afectaron seriamente a la tropa transmitiéndole distintas enfermedades. El catálogo de padecimientos sufridos es interminable: paludismo, dengue, encefalitis, tifus de los matorrales y filariasis, por citar algunos ejemplos.
Fue entonces cuando las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos se propusieron desarrollar un producto “de control de insectos” con propiedades específicas, como la indetectabilidad y la durabilidad en diversos climas. No existía nada así en el mercado.
En 1942 iniciaron los ensayos químicos. Científicos militares, en colaboración con colegas del Departamento de Agricultura, examinaron los productos existentes y los proyectos de laboratorios universitarios.
Tardaron cuatro años en dar con la fórmula definitiva. La Segunda Guerra ya había terminado cuando, en 1946, desarrollaron la DEET. Lo pensaron, en principio, como un pesticida agrícola. Pero luego concluyeron que, en pequeñas dosis, podía ser aplicado sobre la ropa o directamente sobre la piel humana.
Según indica SC Johnson, dueño de la marca OFF!, la DEET actúa “interfiriendo con las neuronas y los receptores presentes en las antenas y la boca de los mosquitos”, aunque aún no se ha dilucidado con exactitud el mecanismo preciso mediante el cual ejerce esta interferencia.
¿Qué es exactamente la DEET? A temperatura ambiente, se presenta como un líquido ligeramente amarillento. Se obtiene a partir del ácido M-toluico (ácido m-metilbenzoico), que se prepara en ácido clorhídrico y se lo hace reaccionar con dietilamina.
Existen diversas teorías acerca de su funcionamiento. Si se aplica de manera adecuada, “la DEET forma una barrera de vapor en la superficie de la piel, la cual desanima a los mosquitos a posarse sobre ella”, según amplía la compañía.
La fórmula fue patentada en 1947. Aunque inicialmente fue desarrollada para uso militar, diez años después su uso se extendió a la población civil.
REFLEXIONES DE GUERRA
La DEET tuvo su bautismo de fuego durante la Guerra de Vietnam, donde los soldados estadounidenses se encontraron expuestos a diversas especies de estos artrópodos, muchos de los cuales eran portadores de enfermedades mortales.
El capitán Lance Scholdt, del Cuerpo de Servicio Médico de la Marina de los Estados Unidos, escribió algunas reflexiones: “Combatimos en terrenos costeros, en arrozales intercalados con estuarios, en zonas de vegetación frondosa... Todo Vietnam estaba plagado de mosquitos, vectores de enfermedades. De pronto, el paludismo, el dengue, la encefalitis, la peste, el tifus de los matorrales y la filariasis se convirtieron en una amenaza para nuestros soldados. Este enemigo impensado comenzó a afectar nuestro desempeño en combate. Durante los meses de verano, que eran extremadamente calurosos y húmedos, los soldados debían mantener las mangas largas, las blusas abotonadas de extremo a extremo y los pantalones cerrados en los tobillos para protegerse de los insectos. Insoportable. El ataque los insectos se volvía peor después del ocaso o al entrar en áreas oscuras de la jungla”, contó.
Los soldados norteamericanos en Vietnam fueron los primeros que utilizaron la DEET, que estaba todavía en desarrollo, en una etapa experimental.
“El producto era tan malo que era casi peor que los mosquitos. Tenía mal sabor, olía mal, quemaba los ojos cuando empezabas a sudar... Duraba pocas horas, a mitad de la noche tenías que despertarte para volver a aplicarte”, dijo Bruce Dillingham, miembro de la Marina de los Estados Unidos, en un sitio web de preguntas y respuestas.
La evolución de la DEET
Los productos que contienen DEET estuvieron disponibles para el público en general a partir de 1970. Posteriormente, la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA por sus siglas en inglés) lo registró, convirtiéndose así en el repelente más ampliamente utilizado y estudiado hasta la fecha. A lo largo de medio siglo de uso, se han reportado mínimos efectos adversos del DEET, muchos de los cuales están relacionados con su uso excesivo o inapropiado. Los posibles problemas toxicológicos del DEET han sido examinados minuciosamente, y se ha concluido que es seguro para el uso humano, incluidos niños y mujeres embarazadas.
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