Contó en redes sociales que le queda poco tiempo de vida y sus seguidores no le creen por un insólito motivo
La mujer tiene 27 años y es madre de tres hijos; vive en Irlanda del Norte y en 2021 fue diagnosticada con un cáncer terminal
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Jemma McGowan tiene 27 años vive en Irlanda del Norte y fue diagnosticada con un agresivo cáncer y los médicos le dijeron que le queda poco tiempo de vida. Para transitar la enfermedad un poco más acompañada, comenzó a relatar en su cuenta de Instagram su día a día y allí se topó con un hecho insólito: muchos de sus seguidores no le creen que esté por morir porque “se ve demasiado bien”.
“Me envían al menos un comentario desagradable por semana en las redes sociales. Con regularidad, me dicen que estoy fingiendo tener cáncer. Y hay alguien más que, en concreto, me sigue diciendo que no tengo cáncer terminal porque me veo demasiado bien para estar enferma”, le contó la mujer al diario británico The Sun.
McGowan está casada y tiene tres hijos pequeños: Sadie, de cinco años; Louis, de dos, y Betty, de uno, y su único deseo es prolongar su vida al máximo para poder ver crecer a su familia. El devastador diagnóstico de cáncer de ovario en etapa cuatro le llegó a comienzos de 2021 y los médicos que la tratan le dieron una expectativa de vida de poco más de un año.
Respecto de los desagradables comentarios que recibe a través de Instagram, decidió tomar una postura determinante: “Realmente no me enojo ni dejo que me afecten porque lo que dicen no es cierto. Los extraños no saben de lo que están hablando. Sí me dan ganas de responderle: ‘¿qué más pruebas quieren? ¿quieren mi sangre? ¡Si pudiera dárselas, lo haría!’”.
Su historia con el cáncer se remonta a 2016 cuando esperaba a su segundo hijo: “Me dijeron que el bebé estaba bien pero que necesitaba una cirugía mínimamente invasiva para extirpar un fibroma en mi ovario cuando tenía 17 semanas de embarazo. Descubrieron que era cáncer, pero dijeron que era etapa uno, es decir, de bajo grado, así que lo dejé atrás y continué con mi vida”.
Pero, en enero de 2021 cuando estaba embarazada de 36 semanas de su tercer hijo, descubrió un bulto. Al tener en cuenta sus antecedentes, fue ingresada rápidamente en el hospital para una cesárea programada. La beba nació sana pero a ella le comunicaron que el cáncer había regresado y que tenía un tumor en el pulmón izquierdo y múltiples tumores en otras partes del cuerpo.
Cuando se enteró, le llamaron la atención las palabras que describían a su nuevo cáncer como “incurable, agresivo y que actuaba de manera inusual”. Con su hija recién nacida, comenzó con la quimioterapia: “No estaba preparada para rendirme y decirles a mis bebés que me iba a morir. Entonces supe que iba a luchar contra esto”.
A pesar de someterse a tres rondas de dos tipos diferentes de quimioterapia, el tratamiento no funcionó y, para mayo de 2021, su equipo de oncólogos le descubrió tres nuevos tumores. Frente a ese panorama, le dijeron “que pusiera en orden sus asuntos” para poder vivir tranquila sus últimos quince meses de vida.
La mujer no aceptó el diagnóstico y exigió que le hicieran veinte rondas de radioterapia de alta dosis: “Quiero ver crecer a mis hijos. No pido ser abuela, solo quiero ser mamá. No lo quiero para siempre, solo deseo más tiempo, así que, ¿por qué no intentarlo todo?”.
En plan de intentarlo todo, se puso a investigar y encontró una clínica en México que ofrecía distintas terapias alternativas para el tratamiento del cáncer. Pero, el problema era que no podía costearlo.
Decidida a no rendirse por un asunto económico, creó un pedido a través de la página GoFundMe y lo publicó en redes sociales. Hasta el momento, logró recaudar 170 mil libras esterlinas. Así fue como en junio de 2021, Jemma y su esposo viajaron a México y los médicos definieron un protocolo de acción que se basa en suplementos naturales.
“Tomo muchos medicamentos reutilizados y medicamentos que no están aprobados por la FDA, por lo que no están aprobados ni disponibles en este país y están en ensayos clínicos”, explicó, al tiempo que agregó: “Recibo medicamentos de México cada seis meses y luego medicamentos de Londres cada ocho semanas. Me cuesta alrededor de 2.500 libras cada mes por lo que la recaudación de fondos es literalmente un salvavidas”.
Junto con el cóctel de medicación, además, debe seguir una dieta estricta: “No puedo ingerir azúcar, ni carbohidratos blancos, ni lácteos de vaca y tampoco proteínas de carne. Tomo muchos jugos y hago ayuno”.
De todas maneras, a pesar de su mirada positiva, sabe que no le queda mucho tiempo. En este sentido, armó una lista y compró regalos para que sus hijos reciban en el futuro, en fechas importantes, cuando ella no esté.
“Quiero que me recuerden y sepan que estaba pensando en ellos. Mi marido realmente no quiere hablar de eso, cada vez que abordo el asunto cambia de tema. Le pedí que me prometa que mis hijos nunca llamarán mamá a otra mujer”, relató.
A pesar de todo, se siente bendecida por conocer su futuro y poder prepararse para lo que viene. “Sé que hay una gran posibilidad de que mis días estén contados. Alguien me dijo una vez que podrías salir mañana y morir en un accidente automovilístico. Tengo algo especial, conozco nuestro destino para poder apreciar lo que me queda y tener tiempo para prepararme”.
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