Construyó un edificio delgadísimo solo para obstruirle la vista al mar a su hermano
La obra, conocida como “el rencor”, se encuentra en un barrio de Beirut, en el Líbano. Levantada en 1954, la leyenda urbana dice que fue la manera en que un hombre se vengó de su hermano por haber recibido de herencia un terreno más chico
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En el distinguido barrio Manara de Beirut, capital de Líbano, existe un edificio que llama la atención por su delgadez extrema. En su sector más estrecho, esta construcción de tres pisos tiene tan solo 60 centímetros de ancho. Fue edificado en 1954 y la leyenda urbana dice que el objetivo principal de su construcción fue el de obstruirle al propietario del terreno colindante la posibilidad de que tenga una vista al mar Mediterráneo y, de este modo, echar abajo el valor de su propiedad.
El problema de este acto mezquino se agrava aún más si se tiene en cuenta que los propietarios de los terrenos vecinos eran hermanos, y uno de ellos fue el que, descontento con la porción de tierra más pequeña que le había tocado, decidió levantar su construcción para perjudicarlo.
Tal es la intensidad de esta historia que quedó grabada para siempre entre los habitantes del barrio de Manara, que a ese edificio se lo conoce popularmente con el nombre de al-Ba`sa, que en árabe significa algo así como “rencor” o “resentimiento”.
El rencor, como se podría llamar a ese edificio, se convirtió desde entonces en el lugar habitable más delgado de todo Líbano. Si bien actualmente se encuentra desocupado, por mucho tiempo la construcción tuvo inquilinos, y durante la guerra civil libanesa (1975-1990) funcionó un burdel en uno de sus departamentos y como un lugar de refugio para varias familias en los demás, según contó la arquitecta Sandra Rishani, que investigó la historia de la vivienda, al medio internacional Insider.
Disputa entre hermanos
Esta arquitecta y urbanista libanesa escribió un ensayo sobre el particular edificio en la página de estudios árabes Jadaliyya. Ella relató que, a pesar de que pensaba conocer los pormenores de la arquitectura de Beirut, esa construcción no la conocía, y se asombró al notar su estructura. “Es un muro, pero la gente solía vivir en él”, le dijo a Rishani un vecino del lugar, cuando observó que la mujer miraba la vivienda con perplejidad.
Luego, intrigada por la historia del edificio que acababa de contemplar, la arquitecta consultó sobre su historia a su propio padre, que le dijo: “Había dos hermanos que heredaron cada uno una parcela, llamémoslas A y B. Incapaces de ponerse de acuerdo sobre cómo desarrollar las dos partes, ya que la parcela B fue parcialmente tomada por la infraestructura vial, el propietario de este lote decidió desarrollar un minúsculo pedazo de tierra -120 metros cuadrados- por su cuenta”.
Entonces, ideó la construcción que es el eje de esta historia. “De esa manera, esperaba que el edificio bloqueara la vista al mar de su hermano, para que el valor de su lote disminuyera”, completó el relato el padre de la urbanista. La leyenda fue corroborada luego por la propia Rishani al hablar con numerosos vecinos de la zona.
Si bien a primera vista el edificio parece un simple muro, en rigor tiene una parte más ancha de unos cuatro metros, pero luego se va haciendo más estrecho. Su altura, en tanto, es de 14 metros. En cada uno de sus pisos hay dos departamentos, uno que ocupa el área más ancha, y otro que, al igual que el anterior, se va estrechando a medida que se avanza por sus habitaciones, y concluye con un vestidor de 50 centímetros, que ocupa todo el ancho del lugar.
Más allá de esta progresiva disminución de los espacios, lo que destaca Rishani del lugar es la luminosidad y la vista. “Los techos altos y las ventanas permiten que entre mucha luz, lo que ayuda a crear una sensación de amplitud. Cada habitación tiene dos fuentes de luz: una hacia la parcela del hermano -hoy funciona la Escuela Alemana de Beirut, que es un edificio bajo- y la otra hacia el Mediterráneo, que ofrece además una vista soñada”, describió la arquitecta en su ensayo.
Otra de las ventajas con las que cuenta este edificio, definido por otro vecino como “el muro más caro de Beirut”, es que se encuentra en una zona privilegiada e histórica, donde la nueva edificación está prohibida. Entonces, si bien la vivienda en sí no está protegida por la ley, sí lo está el terreno en el que se encuentra, y se supone que nadie en demolería una estructura como esa si no es para construir otra cosa.
El rencor, también en la arquitectura argentina
Curiosamente, el edificio que fue construido para agudizar una disputa entre hermanos fue diseñado por dos hermanos arquitectos: Salah y Fawzi Itani, que fueron los que hicieron lo que pudieron con el espacio que tenían. Ellos pensaron la construcción en forma de embarcación, y de hecho, en los primeros años al edificio se lo conocía como Queen Mary, el legendario transatlántico británico.
“El edificio era hermoso, pero durante la guerra se ensució”, dijo a Rishani un mecánico que tiene su taller en la planta baja de la construcción. “En esos años era amarillento, nunca rosado. Recientemente fue pintado de ese color por los desarrolladores de terrenos cercanos, que quieren embellecer el entorno de sus proyectos millonarios“, agregó el hombre.
“El edificio es único y se integra en la ciudad mucho más que los rascacielos que se desarrollan a su alrededor. Esto es Beirut, no Nueva York”, aportó también el mecánico y concluyó: “Yo soy de aquí, y estos cambios rápidos y la privatización de la ciudad no me son aceptables. Espero que no derriben este edificio también. Pero no creo que lo hagan. No les conviene”.
La construcción libanesa conocida como El Rencor fue incorporada en una lista que realizó el periódico británico The Guardian en una nota bajo el título: “Edificios con rencor: cuando los resentimientos humanos se vuelven obras de arquitectura”.
Curiosamente, en esa lista también estaba incluido el edificio Kavanagh, que se encuentra en el barrio porteño de Retiro, cuya construcción respondió también a una vieja inquina de Corina Kavanagh hacia los Anchorena, que no la dejaron desposarse con un miembro de su familia. Se dice que la mujer levantó el edificio que hoy lleva su nombre para obstruirle a los Anchorena la vista de la iglesia privada que habían construido para ellos.
Como se ve en el edificio angosto de Beirut y en el Kavanagh de Buenos Aires, los rencores humanos pasan, pero la arquitectura queda.
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