Matías falleció a los 18 años en un accidente automovilístico y Miriam y su marido no dudaron en donar sus órganos. Sin embargo, no se imaginó la hermosa sorpresa que recibiría tres años después.
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No hay peor dolor para una madre o para un padre que perder a un hijo. Por más sensibilidad y empatía que se pueda tener, será muy difícil ponerse en sus zapatos y sentir esa profunda tristeza, la desesperanza y un vacío que es imposible de llenar. Sin embargo, muchos de estos padres logran transformarse a partir de esa irreparable pérdida con acciones concretas que dejan huellas en otras personas.
La historia de Miriam Vega (53), que vive en Mendoza, es un reflejo de que se puede volver a sonreír haciendo el bien a otras personas, como hubiera querido Matías, su hijo mayor, que falleció a los 18 años en un accidente automovilístico.
“No nos arrepentimos, creo que ese era su destino”
“Matías era un muchacho muy tranquilo, no era de salir mucho. Le encantaba todo lo relacionado con los autos. Era muy compinche con Fabián (su hermano seis años menor) y con su papá. Había cumplido sus 18 años en julio que fue cuando le regalamos el auto. Muchos nos preguntaron si no estábamos arrepentidos de ese regalo. No, no nos arrepentimos, creo que ese era su destino. 15 días antes del accidente había viajado solo más de 1000 kilómetros sin ningún problema. Y cuando sufrió el accidente fue a 100 metros de nuestra casa”, recuerda Miriam.
El accidente se produjo el 23 de octubre de 2012 y el auto quedó dentro de un canal entre árboles. Sus padres nunca supieron cómo fue el siniestro ya que el chico que iba con él falleció en el acto y Matías quedó inconsciente e inmediatamente lo trasladaron a una clínica donde lo indujeron a un coma farmacológico. A los cinco días lo desconectaron, pero tuvo un retroceso y sufrió muerte cerebral el 29 de octubre.
Una decisión tomada desde el corazón
En ese momento, cuenta Miriam, dos personas del Instituto Coordinador de Ablación e Implante de Mendoza (INCAIMEN) se acercaron a ella y a su marido, Adrián, para consultarles acerca de cuáles eran sus conocimientos en relación a la donación de órganos. “Sin dudar dijimos que sí y al día siguiente, cuando nos entregan los restos de nuestro hijo, nos comentaron que su corazón ya latía en Buenos Aires. En ese momento pensé: `No pudo salvar su vida, pero sabemos que su corazón sigue latiendo`”, se emociona Miriam.
A partir de ese instante comenzó un largo duelo para Miriam que describe lo que durante tres años fue su rutina en medio tanto dolor y de preguntas sin respuestas. “Mi vida era llevar a mi hijo Fabián al colegio todo los días. Después, viajar 50 kilómetros y encerrarme ocho horas diarias en un penal de máxima seguridad donde capacitada a un grupo de internos en el rubro textil. Esos presos, mi esposo y mi hijo fueron los que me ayudaban a seguir”.
Una inesperada sorpresa
Como su esposo no la veía nada bien y le decía que no podía seguir en piloto automático con esa rutina, le regaló una Tablet para que pudiera entretenerse con Facebook o con los jueguitos que a ella le gustaba incursionar.
Cuando una mañana Miriam ingresó a su muro de Facebook tenía una solicitud de amistad, en cuyo perfil se podía ver la foto de un chico y de una señora y por detrás un cartel que decía `Donar órganos salva vidas`. Y confirmó la amistad pensando que se trataba de un joven que se encontraba en lista de espera para recibir un trasplante.
“Al día siguiente me escribió un señor diciéndome que la persona de la foto era su hijo y que había sido trasplantado de corazón el 29 octubre de 2012. Cuando yo leí eso mi corazón palpitaba a mil. Pregunté cuántos años tenía el chico y se lo comenté a mi marido y a mi hijo. Mientras esperaba que me contestara, rápidamente Fabián corrió a buscar la carta que habíamos recibido de INCAIMEN donde nos informaban el sexo y la edad de los seis receptores”.
Miriam explica que cuando recibió esa información, tras la muerte de Matías, la compartió en sus redes sociales con el único fin de concientizar en relación a la donación de órganos.
-Mi hijo se llama Alexis Palacios, tiene 15 años y yo sé que su corazón es el de tu hijo Matías -le escribió este hombre por Facebook.
-No lo puedo creer, estamos con mi marido y con mi hijo Fabián super emocionados -le contestó Miriam.
-Alexis es atleta, está en la Selección Nacional de Deportistas Trasplantados -continuó el hombre.
-No puedo creer todo lo que estoy leyendo -alcanzó a escribirle Miriam.
“Cuando apoyé mi oído en su pecho sentí los mismos latidos que en mi primera ecografía”
Esa charla duró varios minutos y antes de finalizar los dos se quedaron pensando en la posibilidad de realizar un encuentro para poder darse ese abrazo y mirarse a los ojos cara a cara. Había muchas cosas por decirse, por agradecerse, por sentir, por celebrar.
Finalmente, en enero de 2016 Miriam, Adrián y Fabián viajaron a La Pampa para conocer a Alexis y a su familia. “Fue una sensación que no se puede explicar con palabras. Cuando apoyé mi oído en su pecho sentí los mismos latidos que en mi primera ecografía”, llora.
Miriam y su familia se hospedaron durante seis días en la casa de Alexis que vivía con sus padres y sus hermanos Alan y Priscila. “No querían que nos viniéramos, nos faltó tiempo para hablar, ellos contándonos todo lo que tuvieron que pasar con Alexis. Por supuesto que querían saber todo sobre la vida de Matías. Realmente saber de ellos nos ayudó a hacer más llevadero nuestro dolor”.
“Creo que mi hijo nos dejó una misión”
Ese momento fue un antes y un después en la vida de Miriam. También en la de Alexis. Sin embargo, la historia no terminó en ese encuentro ni mucho menos. Las llamadas por teléfono, los mensajitos y los viajes para seguir cultivando esa incipiente relación no cesaron. Pero todavía faltaba la frutilla del postre. “Dos meses después, ellos viajaron a Mendoza para darnos la noticia de que Natalia (la mamá de Alexis) estaba embarazada y nos pidieron que fuésemos los padrinos. En septiembre (de 2016) nació Ulises Matías y ellos dijeron que ese niño vino a sus vidas para terminar de unir nuestras familias”.
A partir de ese momento ya nada fue igual para estas dos familias que se unieron en una sola y nada ni nadie podrá separarlas.
“Yo creo que mi hijo nos dejó una misión que es la de concientizar sobre la donación de órganos, su muerte no tiene que ser en vano. Y cada día Dios me pone cosas en el camino para poder seguir con esto. Falta mucha información sobre este tema, cuando Alexis nos visita siempre tratamos de organizar algo para que la gente vea y conozca el tema desde los dos lugares”.
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