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Hoy las emociones son trascendentes a la hora de tomar decisiones estratégicas
Una voz fuerte no puede competir con una voz clara, aunque ésta sea un simple murmullo." Confucio.
¿Hay relación alguna entre tus emociones y tu razonamiento estratégico, que te permite avanzar en tu carrera profesional?
La mirada tradicional del pensamiento estratégico siempre ha enfatizado el rol clave de los procesos cognitivos analíticos, pero dejado de lado las funciones sociales y afectivas. Estos procesos involucran el cortex prefrontal, donde se desarrollan las funciones ejecutivas, como el planeamiento, la toma de decisiones, el control de la atención, la evaluación del riesgo, la representación de un objetivo y el razonamiento probabilístico.
En la actualidad, experimentos con neuroimágenes de los doctores Roderick Gilkey, Ricardo Cáceda y Diana Robertson, entre otros, realizados en grupos de ejecutivos en mitad de su carrera profesional, nos permiten asegurar que los procesos emocionales y sociales del cerebro juegan un rol crítico en el pensamiento estratégico. Los profesionales, bajo resonancia magnética nuclear funcional, fueron expuestos a un protocolo basado en una narrativa sobre una compañía donde debían elegir, entre diferentes opciones estratégicas, si competir o no y en cuáles mercados, con productos de consumo masivo. Luego fueron identificados los mejores y peores desempeños estratégicos sobre esta situación ficticia.
Durante el transcurso del razonamiento estratégico dentro del resonador para resolver cómo y qué hacer con la compañía, el mercado y los productos, como era de esperar, se observó actividad en ciertas áreas del cortex prefrontal. Sin embargo, sólo aquellos que optaron por las mejores estrategias también activaron áreas límbicas de su cerebro como la ínsula y el sulcus temporal superior (STS). La primera es responsable, entre otras funciones, del despliegue y desvío de la atención, ayudándonos a crear y mantener el foco. Está conectada con áreas de planeamiento y memoria, y nos permiten pensar y actuar estratégicamente. Al STS se le atribuye la capacidad de pensar el estado mental de los otros, conocido como la teoría de la mente. Además de regular la percepción y expresión social emocional como la integridad, fiabilidad, honradez, cooperación, altruismo y empatía.
La hipótesis podría ser que la activación de estas dos áreas límbicas, que sucede sólo en los que mejor performan estratégicamente, permiten integrar una evaluación intrapersonal de sus pensamientos, sensaciones y emociones con las reacciones posibles de los otros interesados en la situación. Como una suerte de sintonía o conexión con uno mismo y con los demás.
Estos resultados contradicen con modelos tradicionales y versiones más bien populares, que nos dicen que aquellos que son los mejores para el razonamiento estratégico son los que menos usan sus procesos neuronales relacionados a las emociones. Además, la presencia de las emociones pero como fuerza motivadora tiene profundas implicancias en el planeamiento estratégico y la implementación posterior. Muchos hemos experimentado tener un jefe, u otro, que te diga qué hacer versus la muy diferente situación que es sentir la química interna, traducida como una gran energía, cuando lo que hay que hacer es decidido por nosotros mismos. Fijate cómo el verbo sentir es el mejor, o a veces incluso el único para describir este tipo de situaciones.
Hoy la ciencia, bajo el paraguas del neuroliderazgo, nos muestra que las emociones dejan de ser lo soft o el ruido a la hora de tomar decisiones estratégicas y pasan a ser la señal necesaria. ¿Se podrá entrenar?
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