Una pareja con alma de artistas duplicó los metros de su casa para generar espacios creativos al servicio de sus talentos y los de sus hijas
Laura está enamorada de su hogar y puede contar cada detalle con precisión: desde la hora de los cuatro relojes de su estudio, pasando por las postales del corcho en la sala de ensayo, hasta cada sombrero de la cocina. Es una casa hecha a su medida.
Diseñadora de indumentaria, trabaja como productora de moda y tiene varias inquietudes más que se pueden ir rastreando por los ambientes. Su marido, Kalil Llamazares, también es diseñador, y músico, y artista plástico. Laura está enamorada de Kalil, por supuesto, lo dice de todas las formas posibles, hasta con el rojo de su cuarto. Y las hijas de ese amor son -cómo no- su mejor obra. Paz tiene 11 años, hace tela, y cuando cumplió 9 quiso una guitarra eléctrica como regalo. Luna, con 16, practica danza desde la primaria y les da clases a sus compañeras de colegio; además, pinta (hay un cuadro de ella en la cocina). La mamá, puro orgullo y risas, dice que si un día viene una de las dos a decirle que quiere ser contadora, se preguntaría qué hizo mal. Es que Laura está feliz de su vida y quiere esa joie de vivre para ellas. El escenario parece listo.
* En la planta baja: cocina, living-comedor, los dormitorios y dos baños completos. En el extremo del lote, junto a la medianera, se puede ver la ubicación de la huerta.
* La ampliación del primer piso, que duplica los metros cubiertos, se destinó a los cuatro estudios (uno para cada integrante de la familia), un baño completo y un living de uso común.