Se trata de una cachorra que fue encontrada en Rosario. Los veterinarios pensaron que no sobreviviría.
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Estaba tan grave que no pensaron que pudiera salir adelante. Había llegado a través de un alerta que informaba sobre un cachorro quemado en la humilde casa de un adulto mayor. Pero cuando los rescatistas finalmente pudieron dar con el lugar y llevarla al veterinario supieron la verdad.
No se trataba de una quemadura sino de un caso de sarna severa y desnutrición extrema. La llamaron Diana, en honor a la diosa guerrera y con la esperanza de que aquel poderoso nombre le infundiera valor para dar pelea a su grave estado. Quedó internada, con oxígeno y pronóstico reservado.
Las horas siguientes fueron decisivas. Por la mañana, amaneció estable, comió, tomó agua y recibió la medicación indicada por los profesionales. Al día siguiente, ya fuera de peligro, fue trasladada a su hogar de tránsito, donde pasaría los siguientes días para, lentamente, poder recuperarse de los estragos de la indiferencia.
Signos de esperanza
Su estado era realmente delicado. Por la deshidratación y su cuadro complejo, fue necesario sumar nuevos medicamentos y un baño diario con un producto especial para tratar su piel. “Nuestros veterinarios la monitoreaban todos los días. Tenia muchísimo miedo, no se quería levantar de su cuchita, los primeros días se hacía encima. No obstante, fuimos observando signos que nos llenaron de esperanza. Tenía apetito y logró incorporarse y dar unos pasitos. Cuando le movió tímidamente la colita a Raquel, su mamá de tránsito, nuestros corazones estallaron de emoción. Y así, lentamente, empezó a salir de la camita para comer y hacer sus necesidades”, relatan las voluntarias de Animalistas de Rosario, un grupo de proteccionistas de la ciudad de Rosario que rescata, rehabilita y da en adopción responsable a animales en situación de riesgo.
Esterilizar salva vidas
Diana todavía tiene un largo camino por recorrer. Aún debe cumplir con su tratamiento contra los hemoparásitos que transmiten pulgas y garrapatas, debe recibir sus vacunas y, cuando esté dada de alta con buen peso y estado de salud óptimo, también deberá ser esterilizada. “Esa es la única manera de evitar que los animales se sigan reproduciendo. Por eso insistimos tanto con nuestras campañas de castraciones masivas en barrios carenciados y pedimos ayuda para seguir adelante con estas acciones. Somos unas convencidas de que esterilizar salva vidas e involucrarse también”, concluyen las voluntarias. Diana es un claro ejemplo de que un pequeño acto puede cambiarle la vida a un animal.
Mientras, la cachorra que apenas alcanza el año de vida, está naciendo nuevamente. Su expresión cambió por completo y está comenzando a tener el comportamiento esperable para su edad: jugar, aumentar de peso, buscar compañía y descansar. “Diana sigue necesitando medicación y alimento especial, pero su vida ya no corre peligro y confiamos en que en breve podrá irse en adopción. Sabemos que le espera una vida feliz y llena de amor”.
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