Confianza. La clave para que los chicos se animen a explorar y crear su mundo
Los bebés, en cuanto tienen sus necesidades básicas atendidas, miran más allá del vínculo madre-hijo y van descubriendo el mundo. Donald Winnicott, psicoanalista inglés, decía que los niños "inventan" el mundo, ese mundo que ya fue creado y descubierto antes, pero ellos no lo saben. En condiciones ideales, en sus múltiples intentos y experimentaciones van entendiendo, por ejemplo, para qué sirve una cucharita, que su autito rueda, que su gesto hace sonreír a mamá, o la hace enojar, o descubre la mano de su papá, cómo percibe diferentes su propio cuerpo y el de mamá.
Los bebés tienen la capacidad de investigar, probar, tocar, curiosear y la iniciativa para hacerlo. Nosotros podemos tanto desplegar y favorecer sus iniciativas, como coartarlas con nuestras respuestas. Un bebé sacude los brazos y pega chillidos, pellizca el brazo de mamá, muerde el dedo de papá, se prende del pelo de la abuela y tironea, quiere agarrar la cuchara para comer, mete el dedo en su comida, chapotea en la bañadera, mete la mano en el barro de la maceta. En cuanto empieza a gatear se acerca al enchufe, se cuelga del cable de la lámpara, saca todo de la cartera de mamá, abre el basurero, tira los tuppers de la alacena, abre la heladera.
¿Cómo podemos lograr que al crecer no pierdan el deseo y el entusiasmo por investigar, descubrir, hacer? Porque vemos que con los años en la mayoría de los chicos va disminuyendo ese entusiasmo por descubrir y también cambiar el mundo. Intentemos seguir invitando y habilitando estas iniciativas…
Los padres, como figuras de apego somos referentes para los chicos, ellos nos miran para saber cómo "son" las cosas, si algo es divertido, peligroso, si está bien o mal, si es interesante, si vale la pena. Su sensibilidad y las necesidades de dependencia pueden hacerlos renunciar a sus búsquedas, deseos e iniciativas cuando se dan cuenta de que a los padres no nos parecen bien. Nos necesitan y no pueden vivir sin nosotros, es nuestra responsabilidad aprender a no aprovecharnos de esto para moldearlos a gusto y comodidad nuestros.
Algunos pocos chicos en cambio insisten, no se rinden, pero entonces los retamos mucho y va bajando su autoestima. Los chicos más ‘libres’ que van a colegios estructurados pueden tanto acomodarse, rendirse y hacer lo que se espera de ellos, como sentirse muy poco comprendidos y llegar a dudar de sus ideas, o también pueden pasarla realmente mal insistiendo en sus intentos de flexibilizar a los adultos con estructuras rígidas.
En un par de ejemplos vemos cómo podemos influir: un papá temeroso va a transmitir con su cuerpo y con su cara (aunque no abra la boca) que muchas cosas son peligrosas, y sin darse cuenta va inhibiendo la natural curiosidad y los deseos de investigar de su bebé. O una mamá que pone énfasis en la limpieza, la prolijidad, el orden, coartará a su hijo desde ese lugar.
No significa que todo lo que haga el niño se relacione directamente con las actitudes de sus padres, de hecho con una misma madre o un mismo padre podemos ver niños muy creativos, investigadores, curiosos y otros que preguntan todo y que no se animan a probar nada por su cuenta o no toleran el más mínimo desorden o suciedad.
Algunas reflexiones
Adulto y cuidadores tenemos que aprender a hacer aquello que probablemente no hicieron con nosotros cuando éramos chicos: abrirnos a permitirles a nuestros chicos experimentar, inventar, probar, trepar, intentar…
No es cómodo, lleva más tiempo y los resultados no siempre son los mejores: la mamá de Juan (7) limpia la pecera en un ratito y con muy poco lío, Juan tarda mucho más y seguramente vuelque agua, y no le quede tan perfecta; Teresita (2) tarda un rato largo en ponerse sola los zapatos; Ana (9) hace una torta y queda la cocina bastante sucia cuando termina; Andrés (12) quiere estudiar a su manera para el examen; Julieta (6) quiere lavarse el pelo sola y Felipe (3) limpiarse la cola después de ir al baño… Las oportunidades para permitirles experimentar en la vida diaria son muchas.
Por el camino de la higiene, la velocidad, la eficiencia, el orden, el control y la seguridad excesivos se escapan la originalidad, la espontaneidad, la iniciativa, el entusiasmo, las ganas de investigar y experimentar, y también la confianza de los chicos en su capacidad de logro.
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