Condición
El sentido de nuestra existencia es la experiencia y el resultado de cada estímulo, de cada proceder, de cada respuesta y cada elección
Vivimos condicionados. De una u otra manera, hay ciertas condiciones que influyen, controlan o determinan nuestras conductas.
Ya en sus primeros tiempos de laboratorio, la psicología nos ha demostrado cómo ciertos estímulos o condicionantes pueden provocar determinados comportamientos.
Mientras sonaba una campana se le mostraba comida a un perro; y el perro entendía que era hora de comer. El animal terminó salivando cada vez que escuchó las campanadas, aunque el alimento no estuviese presente.
Esta escena de condicionamiento clásico, de la que fue protagonista el perro de Pavlov, bien puede explicar qué nos pasa cuando nos piden o hacemos algo, condición mediante.
Pongámonos en lugar del animal e imaginemos cuántas formas y colores de campanitas nos mueven o paralizan a diario, cuántas luces nos señalan el camino, cuántas nos encandilan. Cuánto es deseo, optimismo, esperanza. Y cuánto es falsa ilusión.
Consideremos, incluso, la frecuencia y la intensidad a las que nos sometemos (o someten) a ciertos estímulos o reforzadores, tal como luego lo estudió la psicología bajo el nombre de condicionamiento operante.
Lo cierto es que, de una u otra manera, detrás de cada condicionamiento hay un aprendizaje.
Y, precisamente, el sentido de nuestra existencia es eso: la experiencia y el resultado de cada estímulo, de cada proceder, de cada respuesta, de cada elección.
Aunque se crea que ciertos estímulos son determinantes, que no hay posibilidad en muchos casos de escapar de ciertos condicionamientos clásicos, prefiero pensar en que nada determina sino que todo influye.
La plasticidad de nuestro cerebro (neuro-plasticidad) nos permite desapegarnos, desaprender ciertas lecciones, relaciones y resultados; y, de esta manera podemos re-significar la razón de ser, redefinir el sentido y el propósito.
Sólo es una cuestión de actitud, de toma de conciencia, de responsabilidad para con uno y sus sistemas. Habrá que estar atento. Habrá que aprender a observar, más allá del parpadear inevitable.
Curiosamente, se ha llamado condicionamiento del parpadeo a la forma de condicionamiento clásico que se ha utilizado para estudiar las estructuras y mecanismos neurales que subyacen al aprendizaje y la memoria.
Entonces, preguntémonos (con atención y a conciencia plena): ¿A qué nos exponemos a diario? ¿Por quién doblan las campanas? ¿Qué "película" elegimos ver? ¿Protagonistas, secundarios, extras o espectadores? ¿A cambio de qué elegimos un final feliz? ¿Cuál es el final feliz que elegimos?