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Intentaba apoyar la cabeza en el asfalto para, quizás, lograr descansar un rato, cuando el ojo entrenado de quien ha visto una y otra vez la imagen del abandono, lo detectó. Solo e indefenso, estaba atado a una mesa de pícnic en un parque y, a unos tres metros, una hoja de papel pegada con cinta adhesiva a un poste echaba algo de luz sobre si triste situación.
“Soy un buen chico. Tengo unos 17 años. Mi nombre es Max. Mi familia ya no puede cuidar de mí. ¡Por favor, ayúdenme!”, decía el texto escrito en tinta negra. Cuando los rescatistas de perros de la zona del parque Schiller de Syracuse en Nueva York, donde había sido encontrado Max, se enteraron del caso, se apresuraron a ayudar. “Sabemos que es emocionalmente agotador ver esto”, escribió el grupo de defensa de los pitbulls Cuse Pit Crew en una publicación de Facebook. “Pero, cuando es así, hay que dejar la tristeza de lado y actuar de inmediato”.
Al igual que muchas ciudades, Syracuse ha experimentado un aumento en los casos de maltrato y abandono de animales. “Los refugios están abarrotados y muchos perros están siendo sacrificados. La mayor parte de abandono involucra a perros específicos... perros tipo pitbull. Así es, el mismo pitbull etiquetado erróneamente como feroz, es sometido al trato más cruel”, aclaran desde Cuse Pit Crew. Por eso, desde esta iniciativa tienen un enfoque preventivo para el actual “problema de los pitbulls” a través de una defensa constante en nombre de esta raza incomprendida.
Pronto, un grupo de voluntarios de Cuse Pit Crew, junto a personal de la policía de Syracuse y la unidad de control de perros llegaron al lugar. Ubicaron a Max, lo envolvieron en unas mantas y lo trasladaron sin escalas a un veterinario de emergencia local. Allí, una vez que se le dio el visto bueno y se lo revisó para descartar alguna condición que requiriera tratamiento urente, Max fue llevado a HumaneCNY -un refugio de animales que rescata, rehabilita y da en adopción perros y gatos desde 1966- para recibir los cuidados necesarios y alojamiento.
Los días siguientes, Max comió agradecido todas las comidas que le ofrecieron. Cuando llegó al refugio estaba visiblemente delgado, con las uñas largas y el pelaje deteriorado. Pero, a medida que pasaron los días, su cuerpo demacrado comenzó a llenarse y la luz volvió a sus grandes ojos marrones. Los voluntarios pudieron disfrutar día a día de la evolución y la encantadora personalidad de Max.
Con mucho amor y cariño, en pocos meses Max logró ganar peso y desarrollar masa muscular, algo clave para transitar la tercera edad con menores complicaciones. “Le encanta correr. Su vista y audición no son las mejores, pero su nariz funciona al 110%… Puede oler comida o golosinas a una milla de distancia. Le encanta salir a caminar y pasar tiempo con la gente. No es un gran fanático del auto, pero puede hacer viajes cortos sin problema”, aclararon los voluntarios que lo acompañaron desde el primer día en su vida en el refugio.
Los voluntarios comprendieron que Max necesitaría un hogar con alguien que comprendiera a los perros mayores con visión limitada y pérdida auditiva. Por eso, cuando estuvo listo para encontrar a su nueva familia, se aseguraron de que los posibles adoptantes cumplieran con esos requisitos.
Finalmente, luego de 126 días, Max encontró su hogar definitivo. “Estamos muy felices de que vivirá sus años dorados con una familia que realmente lo ama y nunca permitirá que nada malo le vuelva a pasar”, escribieron desde el refugio. Desde entonces, Max pasa sus días calentito con un abrigo que le compraron especialmente para él, toma largas siestas en el sofá de la casa y duerme tranquilo con la seguridad de que es realmente amado.
Fuente: The Dodo
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