Con sello paulista
Los diseños de Alexandre Herchcovitch que traspasaron las fronteras de Brasil
La Garota de Ipanema que la modelo Gisele Bündchen emuló al caminar la pasarela de 120 metros en la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos, con un vestido dorado que requirió de cuatro meses de realización, tres pruebas en vivo y otras tantas online, volvió a llevar a las portadas de publicaciones de moda internacional el nombre del diseñador brasileño Alexandre Herchcovitch. Graduado en la Escuela Santa Marcelina y cuyos primeros diseños fueron creados para las travestis de la escena clubber de San Pablo, pertenece a la generación que acompañó el surgimiento y el apogeo del São Paulo Fashion Week y su sello de diseño remite a la prédica de una tropicalia gótica cimentada con siluetas rara avis, cuyo estandarte fueron las calaveras que oficiaron de logo y de ornamento.
En la bitácora de sus referentes estéticos Herchcovitch admite citas a la historia del folclore religioso y la historia del Brasil rigiéndose por un método experimental: el uso de molderías holgadas e insólitas, que hablaron de una moda a- gender que se anticipó a la popularización del término. Indica, además, que durante 20 años su musa fue la modelo y música Geanine Marques (irrumpió en todos sus desfiles y modeló sus campañas vestida con trajes de pantalones oversize y chaquetas que culminaban en jabots de plumas blancas, lució además extrañas camisas cuyas mangas culminaron en nudos y con corbatas XL, predicó además el uso de largos vestidos con el rostro ornamentado de cuernos de látex y vistió prendas con bandas cuidadosamente diseñadas para exhibir la piel lejos del facilismo de un bikini colaless).
Sus diseños remixaron patchworks con cadenas de metal –veneraron al látex extraído de la seringueira, una planta del amazonas–. Cuando en diciembre de 2004 fue invitado a Buenos Aires y al ciclo Malba Moda, donde oficié de curadora, y trasladó a la pasarela del museo arbitrarias lecturas del estilo latinoamericano según Hollywood, Herchcovitch estuvo escoltado por Geanine, quien mostró remixes de diez colecciones y cautivó con una versión paródica de Carmen Miranda y estampas de Hello Kitty.
La editorial Cosac Naify compiló buena parte de su vida y sus obras en un libro de lujo con textos de la historiadora inglesa Dawn Ades y de la periodista brasileña Lilian Pace; sus páginas, su fetichismo y colección privada de juguetes –desde osos de peluche a calaveras y carteras– replica las invitaciones a su desfile, como aquel que emitió un apócrifo certificado de defunción, además de un póster de Boy George, una foto del diseñador autografiada y otra troquelada de su perro.
Precursor de las parcerias entre moda e industria, trazó insólitos zapatos pop para Melissa, vistió a los atletas brasileños en los Juegos Panamericanos de 2003 y en los Olímpicos de Atenas, y, contratado por Mc Donald's, remozó los uniformes de estilo fast food que vestían sus empleados. A comienzos de 2016 anunció su retiro como director creativo de la firma que construyó (y que en 2008 había vendido a un grupo). Acto seguido, debutó en un programa de televisión llamado Corre e Costura.
No tardó en regresar al ruedo de la moda: presentó su primera colección para À La Garçonne, el apartado indumentario de una chiquérrima tienda de muebles e interiorismo de Brasil –y que pertenece a su marido, el diseñador de muebles Fabio Souza–. Lejos de los tejidos mesh color oro doble faz para la Bündchen, en su nueva línea Herchcovitch predica el uso de materiales sustentables y ensaya reciclajes en sus reversiones de la chaqueta Perfecto y de trenchs con estampas de sogas, que ya cautivaron a la tienda Opening Ceremony de Nueva York.
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