Tatán Espina y su esposa Candela se hicieron famosos por haber construído Casa Casera, una vivienda hecha a mano 100% con pallets y materiales rescatados; en 2021 se quemó en un incendio y ahora vuelven a apostar a la autoconstrucción de la mano de un prestigioso estudio de arquitectos
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Un grito desesperado irrumpió en plena noche: la casa se estaba incendiando. A las dos de la mañana de ese domingo de junio de 2021, Tatán Espina saltó de la cama, buscó a su hija de ocho meses y junto con su esposa Candela corrieron escaleras abajo hacia la puerta principal. Cuando se alejaron lo suficiente como para darse vuelta, una bola de fuego naranja iba extendiéndose veloz por el piso de la galería hacia la pared.
Casa Casera, ese refugio improbable hecho 100% con pallets de madera rescatados más otras piezas de descarte, en el que habían invertido seis años de construcción y era un ejemplo de autogestión, quedó reducido a cenizas en menos de un segundo. El bosque que rodea al terreno, ubicado en una zona de las sierras cordobesas donde además viven sus padres y hermanos, también quedó dañado.
“Busqué la manguera e intenté lo imposible, frenarlo. En un impulso estúpido quise salvar la moto con la que había soñado de adolescente y había podido comprar dos años antes, pero la Honda Xr200 se quemó. Las manoplas derretidas se me pegaron a las manos mientras el calor del piso del balcón ya en llamas me achicharró el pelo y la piel de la cara, el cuello y los brazos. Con dolor y resignación solté la moto y salté a la pileta helada, que me generó un alivio momentáneo. Mi papá, que vive a 100 metros, durante 30 segundos pensó que estábamos todavía adentro” recuerda hoy, a punto de poner manos a la obra en Casa Fénix, la resurrección de aquel proyecto que, más que cuatro paredes, representa una manera distinta de habitar y entender el planeta.
“Cómo se inició es algo que todavía no podemos explicar. Arrancó afuera. Hubo una subida de tensión grande, nos dijeron. Quizás fue alguna brasa que voló, o una combinación de varias cosas, pero de qué vale llorar sobre la leche derramada. Se quemó y lo más importante estaba afuera: nosotros. Con el diario del lunes nos preguntaban si no hubiera sido mejor no hacerla de madera, como si el único destino de la madera fuera arder. Las cosas pasan, está en uno sacar lo mejor de cada experiencia. Desde el día cero nos dijimos que esto sería un trampolín no un ancla que nos hundiera”, agrega este abogado de profesión que hace más de una década decidió colgar el título para dedicarse a viajar y a contar como hacerlo con pocos recursos en un blog que reunió seguidores en todo el mundo.
Cadena de favores
Esa misma comunidad fue plataforma de una cadena de solidaridad que comenzó a gestionarse espontáneamente al día siguiente de ser noticia. Vecinos, amigos, familiares y seguidores se juntaron para organizar una gran colecta que, además, les permitió reunir dos millones de pesos en 24 horas. Hasta una empresa constructora donó la casa prefabricada a la que se mudaron tres meses después del siniestro.
“De no creer: 4 mil personas de todo el mundo habían donado, la mayoría sólo los conocía por fotos. Y hay quienes creen que los milagros no existen. Junto con la nunca buscada fama vinieron los haters, gente que decía nos cabía el incendio, que era obvio que iba a pasar, que deberíamos haber hecho A B o C, que por qué les donan si hay gente que lo merece más. Con ellos estamos de acuerdo en que el mundo no es un lugar donde brille la justicia. También cobraron los que nos ayudaron, que ayudaban a éstos con cara de hegemónicos, con el hambre que hay en África’, etc. etc. etc.”
Pasado el shock y un buen tiempo viviendo de prestado en lo de padres y amigos, la familia se instaló en una casa a estrenar, propia y cómoda. Pero la pasión de esta pareja de influencers es construir.
Entre los miles de mensajes que recibieron en aquellos días había llegado el de un prestigioso estudio de arquitectura de Córdoba que ofrecía regalarles el diseño de una nueva casa, pensada con el mismo concepto que la anterior: hecha con materiales usados y levantada por ellos mismos. STC Arquitectos ya había ganado varios premios y menciones internacionales, entre otros, por el desarrollo de un refugio serrano hecho íntegramente con piezas usadas. “A Casa Fénix, porque literalmente estará sobre las cenizas de nuestro primer hogar - cuyos restos se donaron a recuperadores urbanos que lo venden a recicladoras por kilo -la vamos a levantar nosotros con la ayuda de las personas que ofrecieron sumarse. La autoconstrucción es un camino de ida”, asegura entusiasmado.
Con restos de una cárcel, un banco y un supermercado
En el mismo terreno, pero aprovechando otras variables de la topografía, el diseño propone una vivienda de aire industrial cuyo esqueleto se hará con perfiles IPN 160 que fueron parte de la garita de ingreso a la excárcel de San Martín (Córdoba) y con paneles de Steel Framing recuperados de la demolición de un banco. La cubierta exterior lleva chapas y vidrios provenientes de un viejo supermercado de la zona. Lo nuevo, se comprará con lo recaudado.
Siguiendo la forma lineal de un contenedor, ligeramente separada de la tierra, el plan incluye dos dormitorios, cocina integrada y una suerte de voladizo o terraza que hará las veces de mirador sobre el cauce del arroyo y el bosque, que está siendo reforestado. “Las envolventes se resuelven con terminaciones de chapa sinusoidal recicladas, carpinterías de vidrio de descarte, tablas de madera y aislación térmica con celulosa proyectada en todas sus caras” dice la memoria descriptiva del equipo formado por tres jóvenes cuyas obras buscan reflexionar sobre la autoconstrucción como herramienta para resolver el problema del techo en la Argentina.
Con la elección de materiales locales reciclados también rinden homenaje a la arquitectura industrial que tuvo la ciudad de Alta Gracia en el siglo XIX, cuando llegó el ferrocarril para transformarlo todo. Los servicios se resolverán con energía solar para electricidad y calentar agua, calefacción a leña y pozo canadiense; el tratamiento de aguas mediante biodigestor para aprovechar el riego.
De cumplirse los plazos, Casa Fénix estará lista en menos de un año. El costo total estimado es de 15.000 dólares, de los cuales 10.000 fueron reunidos en la colecta.
“¿Volveríamos a construirla si supiéramos que se iba a quemar entera seis años después?... ¿volverías a tener un hijo si supieras que no viven para siempre? No cambiaríamos un solo clavo. No solo era nuestro hogar, sino el símbolo de lo que somos capaces si ponemos la energía y el corazón en algo. Casa Casera nos construyó mientras la construíamos, e inspiró a mucha gente a hacer su propia casa. Nos preguntaban si volveríamos a hacerla en madera: amamos la madera. Pero a los pallets ya no se consiguen más y además mis viejos, que nos heredaron en vida a sus hijos esa porción de tierra, me lo prohibieron. Y se entiende”....
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