¿Con quiénes contamos cuando queremos cambiar de trabajo?
- "Yo quiero cambiar de trabajo".
- "Yo quiero coordinar gente".
- "Yo quiero pasar de Contabilidad a Recursos Humanos".
Tres personas charlando en un bar. O en la playa. O en una casa. No importa el escenario, ¿cuántas conversaciones sobre las ganas de cambiar una situación laboral deben estar dándose en este momento?
Cuando deseamos una vuelta de tuerca de este tipo es fácil empezar por el "Yo": Yo deseo esto; yo deseo lo otro. Y está bueno identificar el deseo de cambio. El problema es quedarnos solo con ese Yo. Si eso pasa, quedamos anclados en nosotros mismos y a la vez nos atamos a que el afuera decida por nosotros. Suena a quedarnos sentados esperando que el cambio alguna vez suceda ("¿Cuándo me va a tocar a mí?").
Para lograr un cambio laboral, mejor crear las condiciones de posibilidad para que el cambio suceda. Las plantas crecen con tierra, agua, aire y sol. Esas son sus condiciones básicas. ¿Cuáles son las condiciones para el cambio que estamos queriendo? Una de ellas es contar con otros. En muchas ocasiones pasa que en momentos clave nos damos cuenta de con quiénes contamos y con quiénes no. Eso suele suceder también con la búsqueda de un cambio laboral.
¿Quiénes forman parte de nuestra red para el cambio?
Se trata de identificar personas entre la gente que trabajó o trabaja con nosotros (jefes, pares, equipo a nuestro cargo, clientes, proveedores); entre los colegas con los que nos cruzamos en una cámara de la industria en la que trabajamos, una organización de profesionales, un congreso, una capacitación; entre las personas con las que estudiamos (docentes, compañeros). Pero también pueden ser integrantes de esa red la pareja; los hermanos, tíos, parientes lejanos; amigos; vecinos; gente conocida en distintos ámbitos sociales (club, escuela de los hijos).
Entre todos ellos puede haber personas que formen parte de una red que activemos cuando buscamos un cambio en el trabajo. ¿Quiénes de ellos es bueno que sepan sobre nuestra vida laboral? Esas personas, ¿tienen idea de cómo trabajamos, cuál es nuestro recorrido, qué temas manejamos, cuáles son nuestras funciones actuales?
Una red se construye con el tiempo; se nutre permanentemente, estando atentos a ella. Debemos comprender que somos parte de la red. Nosotros somos parte de la red. No es una red externa a nosotros mismos y que solo registramos cuando la necesitamos. Para que la red funcione, tenemos que evitar anclarnos en ese Yo que aparecía más arriba.
Eso se consigue, por una parte, estando a disposición de quienes forman parte de la red. Un lazo de apoyo mutuo que a veces está latente y a veces se activa. "¿Qué necesita mi colega (o mi jefe o mi compañero de estudios), que yo le puedo ofrecer?" A veces es un consejo; a veces, un contacto; otras veces, un informe técnico; otras, solo escuchar. Y por otra parte, se consigue regulando la intensidad de lo que demandamos: No podemos pedirle todo a una única persona. Alguien puede ser el encargado de alentarnos, de decirnos "Dale, vos podés". Otro puede darnos el dato de una vacante que se abrió en una empresa. Otra persona puede escribir una recomendación.
Si nos ponemos a pensar, seguramente nuestra red es distinta de la que podríamos suponer inicialmente. Tal vez tiene más integrantes; tal vez es necesario poner en valor algunos vínculos que se fueron apagando con los años o sumar nuevos. En cualquier caso, requiere que no nos acordemos de ella solo cuando la necesitamos, sino que la alimentemos de manera sostenida a lo largo del tiempo.