A los 7 años empezó con problemas de sobrepeso y sus compañeros de colegio se lo hicieron padecer: “Lloraba todas las noches”, recuerda
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-¿Qué querías ser cuando eras chico?
-Feliz.
Hernán Drago acaba de cumplir 47 años. Está atravesando un gran momento profesional. Fue, por decirlo de alguna manera, aunque suene extraño, uno de los ganadores de la pandemia. Por algún motivo que intentará explicar a continuación, sin golpe bajos, con humor genuino, durante el confinamiento logró un lugar de estelaridad en la televisión. Ahora, en esta etapa de “nueva normalidad” que atravesamos todos, volvió a sus presentaciones en vivo, los desfiles y la promoción de sus fragancias. También recorre el país dando charlas para concientizar sobre el bullying, algo que –aunque parezca mentira viéndolo hoy tan exitoso- vivió en carne viva y propia. Cuenta que comenzó a engordar alrededor de los seis años, que llegó a tener un sobrepeso de 20 kilos y que sus pares, los que debían ser sus amigos, se los hicieron padecer.
“Cada vez que me ponen un micrófono, arranco agradeciendo, porque conozco cientos de personas que están en televisión a los que no les pasa lo que a mí. Cada día en la puerta de la productora donde grabamos hay familias, ancianos, chicos con capacidades diferentes, esperándome. Los chicos me traen golosinas y dibujos donde están ‘mamá, papá, Hernán, yo’. Pasan cosas muy fuertes. Empezó en un contexto en el que estaba la gente encerrada, necesitando reírse y dejar de escuchar noticias que ya todos sabíamos. Yo trabajo hace 30 años pero hubo un antes y un después de este programa que caló tan hondo. Entiendo lo que genera la televisión, pero esto es otra cosa… ni siquiera es terrenal esto, yo siento que tengo una misión. Pero no una misión de ‘¡eh, éste se puso místico!’, sino que es una misión de dar un mensaje constructivo desde el dolor que yo pasé por el bullying... pero con una sonrisa. Y a ese gordito y a esa energía de hace 30 años no me los olvido, los respeto, los valoro y los transformo en palabras de amor.
-¿Cómo te burlaban?
-Me ponían apodos, nombres. Me gastaban. Y obviamente yo no pertenecía al grupo de los que eran los cancheros, los cool, y uno quiere sentir que pertenece. Pero lo que más me molestaba no era eso, no era que me excluyeran. Lo que más me molestaba eran los apodos.
-¿Dónde, en qué contexto, sucedía esto?
-En mi época no había redes sociales, se daba sobre todo en el colegio y en el club. Uno de los mayores problemas, en mi caso, es que empezó a cambiarme la personalidad. Me metí para adentro, no quería salir.
-A partir de tu experiencia, ¿qué les dirías a los chicos que sufren bullying?
-Yo estuve ahí y, con el diario de mañana, les diría que se queden tranquilos, que la vida no va a ser como creen. Que la vida es maravillosa cuando uno lucha por sus sueños. Y si los burlan, traten de usar esa energía como motor. A uno le tiran energía negativa, pero uno la puede masticar y en ella encontrar fortaleza. ‘Mirá: gracias a todas esas barbaridades que me dijiste yo te voy a demostrar vos, a mí, y al mundo, que yo voy a poder’. Eso fue lo que yo hice... y si yo pude, puede cualquiera. Una vez que tomé esa decisión, fueron maravillosos los resultados.
-Y a los chicos que hacen bullying, ¿qué les dirías?
-Que tengan cuidado porque los pueden burlar a ellos también. Ojo que la vida te acomoda, ojo que todo vuelve. Y les hablaría también a los padres de esos chicos. Les diría que sean responsables en la educación de sus hijos. Al igual que la directora, la maestra, los clubes… y mi mensaje es para todos: porque se siente, repercute y yo tuve la suerte de canalizarlo bien, pero hay mucha otra gente que lamentablemente no puede. Seamos conscientes de que si al otro no le produce gracia, no es una broma, es bullying.
Hernán relató por primera vez esta experiencia hace unos diez años en el programa “Cuestión de peso”, cuando el entonces modelo de ropa interior de abdominales marcados confesó que pasó parte de su infancia y adolescencia padeciendo el acoso de otros chicos. La sorpresa fue tan rotunda como su serenidad para hablar del tema. Más tarde, en un Día Internacional de la lucha contra el Bullying, hizo un posteo contundente en sus redes sociales. Publicó tres fotos de su infancia con la siguiente leyenda: “Soy yo en las tres fotos, la primera, a los 14 años, donde me burlaban, se reían, me llenaban de miedo, incertidumbres, me hacían llorar... hoy lo recuerdo con MUCHO orgullo, ese gordito que fui me enseñó TODO. La segunda, unos años después, con MUCHO esfuerzo en el medio, el espejo me devolvía otra imagen y comencé a viajar por muchos países del mundo como modelo publicitario, muchas veces de ropa interior... La tercera hoy en mi casa, 30 años después de la primera... La vida no es como dice esa que hace bullying por ahí, la vida es como uno quiere cuando deja las excusas de lado y es tan hermosa que da revancha...el año pasado me tocó presentar en un escenario al múltiple campeón internacional @maravillabox (por Sergio “Maravilla” Martínez) quien ese día conoció mi historia, y al mismo tiempo que nos abrazábamos me dijo ‘el bullying crea guerreros’. Hoy cuando me cuesta conseguir algo, vuelvo a aquellos 14 años, a la foto uno, al que me enseñó entre otras cosas, a no bajar los brazos, a luchar por mis sueños, pero sobre todo me enseñó lo que es el RESPETO, que no importa si tenés 20 kilos de más o la panza marcada, nadie es más que nadie, uno es por lo que lleva adentro y por sus actos, no crean que la vida es como le dice esa gente que los burla, sin darse cuenta del daño que causan, si los burlan USEN esa energía de motor para conseguir sus sueños! Inténtenlo, con constancia, sacrificio y convicción, la recompensa en el corazón es ENORME. GRACIAS a todos los que en el camino me ayudaron a ser QUIEN QUIERO SER, con tener una vida que soñó ese gordito, a pesar de todo...por eso lo AMO, por eso NO LO OLVIDO, el CREYO y demostró que yo no iba a ser lo que muchos me decían que iba a ser...a ellos espero que hayan aprendido la lección y eduquen a sus hijos a no burlarse de NADIE!”.
A partir de esa publicación, comenzaron a llamarlo de distintas escuelas para dar charlas. Luego llegarían más notas y más revelaciones con datos para tener en cuenta. Hernán contó que si bien visitó a un nutricionista, no bajaba de peso debido a que escondía comida en su cama y la consumía con culpa por las noches, acompañado por un llanto de angustia. Lo mismo declaró que ocurría cuando lo burlaban: comía por ansiedad, para tapar el dolor, en un tortuoso círculo vicioso. Y otra vez el llanto. Si bien quería bajar de peso, se hacía especialmente difícil porque –tan chiquito- aparentaba que nada de esto ocurría. Jamás se lamentó, delante de sus padres, del bullying que padecía. No quería trasladarles su dolor.
“¿Cómo bajé de peso? No fue de un día para el otro, porque en aquel momento no había internet donde buscar una dieta y bajar 15 kilos en dos o tres meses. Y no tenía la suerte de tener alimentos nutricionales disponibles en mi casa que me ayudaran… yo comía lo que podía: polenta, arroz, un bife, y en ese sentido hacía lo que podía, entonces salía a correr, iba al gimnasio, lloraba de angustia, me mordía la lengua cuando quería comer algo dulce; pero eso me forjó a fuego”, recuerda.
-¿Sos espiritual?
-Soy muy espiritual. Y con el tiempo, cada vez más. Yo tengo mis maneras, desde muy chico rezo todas las noches antes de irme a dormir y en un 90 por ciento o más mis rezos tienen que ver con el agradecimiento. El agradecimiento a la vida, al haberme permitido vivir un día más, y a la salud de las personas que quiero. Para mí el sentido de la vida es buscar la felicidad sin joder a nadie y aprender, todo el tiempo. Eso me enseñó a decirle a la gente que amo que los amo, a no hacer lo que no me gusta que me hagan, a luchar por mis sueños porque un día me voy a poner viejo y no voy a tener la energía. El gordito ese que fui me enseñó mucho.
-¿Cuáles son esos sueños por cumplir?
-El final mío, si se quiere, es en Bariloche, donde los lagos son más turquesas, los pinos más nevados, las montañas más imponentes, y yo hace muchos años que me quiero ir a vivir allá. Me quiero ir cuando me retire, y me quiero retirar joven, dentro de 6 o 7 años, cuando la vida me demuestre que mis hijos se han transformado en individuos independientes. Y ese será mi orgullo, porque habré trabajado 40 años para ese entonces y me lo habré ganado.
-¿Estás en pareja hoy?
-No. No estoy de novio. Pero como dice esa gran frase de Biblia “No es bueno que el hombre esté solo”. Estoy abierto a conocer a alguien pero si tengo que pasar unos meses solo, ningún problema. Esta paz me ha costado mucho pero viene con la experiencia. Tengo en claro quién soy y qué quiero. Y eso es un montón.
-¿Fue difícil convivir en la misma casa con tu mujer, de quien estabas separado, durante la pandemia?
-No, porque seguimos siendo la familia que formamos durante 20 años juntos. Y seguimos siendo familia aunque estemos separados, porque nos respetamos y somos padres presentes.
-Si vos fueras el padre de ese Hernán de 7 años que padecía tanto bullying, ¿qué harías por él hoy?
-(Pausa) Lo abrazaría. Lo abrazaría fuerte. Eso haría. Lo abrazaría y le diría que se quede tranquilo porque va a ser feliz.
-“Ser feliz” de nuevo… ¿Cuándo lo lograste?
-A los 26 o 27, cuando consolidé una familia, cuando nació mi hijo y cuando mi trabajo se empezaba a estabilizar. Ahí logré el equilibrio en mi vida. Y me di cuenta de que los miedos con los que crecí se iban apagando. Porque se abrieron caminos de ida en todo sentido, en lo personal y en lo laboral. Yo nunca le pedí mucho a la vida, sin embargo la vida me dio un montón. Mi felicidad radica en que me dejo sorprender, en que no tengo las expectativas muy altas, y en que sin embargo me suceden cosas maravillosas.
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