Con detectores de bombas nucleares descubrieron una población oculta de ballenas azules
Los científicos recurrieron a los registros acústicos de estos rastreadores para dar con una población de cetáceos que jamás había sido vista por el hombre
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Al estudiar los datos acústicos recopilados por años en las profundidades del océano Indico por aparatos detectores de bombas nucleares submarinas, un grupo de oceanógrafos de una universidad australiana escuchó el sonido de un canto particular que, tras los análisis, identificaron como realizado por una población de ballenas azules pigmeas.
De este modo, gracias al recurso de utilizar los detectores de explosiones nucleares en el mar, pertenecientes a la Organización del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (Ctbto), los científicos australianos lograron descubrir una colonia de estos cetáceos que, a pesar de su enorme tamaño, nunca nadie había visto antes.
Los animales encontrados de esta manera inusual han sido bautizados como la población de Chagos, en reconocimiento a las islas del mismo nombre, ubicadas en el centro del Océano Indico -equidistantes de Oceanía y de África- alrededor de las cuales fueron halladas.
Las ballenas azules pigmeas (Balaenoptera musculus brevicauda) constituyen una subespecie más pequeña de ballenas azules, pero de todas formas no son para nada pequeñas. La longitud media de estos ejemplares es de unos 25 metros, por lo que resulta asombroso que nunca antes hayan sido percibidas por el ojo humano.
En el medio de divulgación científico Live Science, Tracey Rogers, ecóloga marina de la Universidad de Nueva Gales del Sur (UNSW), en Australia, y una de las que participaron de la experiencia auditiva que detectó a los animales, se expresó sobre este descubrimiento: “Todavía estamos descubriendo poblaciones perdidas del animal más grande que jamás haya existido. Es un testimonio de la dificultad de estudiar la vida en el océano”.
Pocos ejemplares en los mares del mundo
La ballena azul, y la ballena azul pigmea son, en lo general, muy difíciles de encontrar. Son ejemplares llevados al borde de la extinción por la caza industrial y se recuperan lentamente de ello en estos tiempos. Los científicos calculan que en los mares del hemisferio sur hay entre 5000 y 10.000 ejemplares de estos cetáceos, y lo mismo ocurre en el hemisferio norte.
Pero las ballenas azules eran unas 350.000 antes del comienzo de su caza indiscriminada, en los albores del siglo XX, según lo que informa la Organización por la Diversidad Biológica en su página oficial.
Las ballenas azules que quedan tienen una vida bastante solitaria y se encuentran dispersas en la inmensidad de los océanos, y es por ello que no son fáciles de hallar.
“La mejor manera de estudiar estas ballenas es a través del monitoreo acústico pasivo, pero esto significa que necesitamos tener hidrófonos grabando en las diferentes partes del océano”, señaló a Live Science Emmanuelle Leroy, otra oceanógrafa de la misma UNSW.
El recurso de los detectores de bombas nucleares
Particularmente, en el océano Indico la instalación de estos aparatos para registros acústicos es limitada. Por ello fue que el equipo de la UNSW recurrió a detectores de bombas nucleares submarinas pertenecientes al mencionado Ctbto.
Este grupo internacional de detección se dedica a buscar y encontrar pruebas ilegales de explosiones nucleares en los diferentes mares y eso le permitió al grupo de oceanógrafos australianos el acceso a datos acústicos recopilados por la organización a través de los años en el Indico.
“Los datos de Ctbto son un activo internacional importante -señaló la oceanógrafa Rogers-. Creo que es genial que el mismo sistema que mantiene al mundo a salvo de las bombas nucleares esté disponible para los investigadores y permita a una gran cantidad de científicos, incluyéndonos a nosotros, hacer ciencia marina que no sería posible sin sistemas hidroacústicos tan sofisticados”.
Al analizar los datos auditivos recopilados en el Indico por el Ctbto los investigadores escucharon un canto particular de ballena azul que no habían escuchado antes.
“Los cantos de las ballenas azules son muy simples en el sentido de que son la repetición constante del mismo patrón, pero cada población de estos cetáceos tiene un tipo de canción diferente”, señaló Leroy.
El canto del grupo de Chagos
En general, según describieron las oceanógrafas, los de las ballenas azules son cantos largos, de frecuencia baja -debajo de lo que los humanos pueden escuchar-, de alta intensidad y que se repiten a intervalos regulares. De acuerdo a la población de ballenas, estos sonidos difieren en duración, estructura y número de repeticiones en cada manifestación.
Con respecto al canto particular de los ejemplares de Chagos, los científicos aseguraron que es una parte dominante del paisaje sonoro de esa zona del Indico desde hace unos 18 años. Se sabe por la cantidad de estos sonidos que corresponden a una población y no solo a unos pocos individuos solitarios, aunque los analistas no están todavía en condiciones de saber cuál sería el tamaño exacto de esta población.
“Desafortunadamente, no tenemos idea del tamaño de la población de ballenas azules pigmeas. Las recopilaciones acústicas aún no pueden darnos esta información”, concluyó Leroy.
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