Personas con máscaras y barbijos caminan por la calle, distanciadas unas de otras. Un niño en su casa hace la tarea. Una mujer en el living "tetrabaja" con su hijita en brazos. Un joven festeja su cumpleaños por videollamada grupal. Un señor corre dentro de su departamento, una chica baila. Profesionales de la salud y policías cumpliendo, heroicos, con sus labores. Un balcón del que cuelga una manta que augura un texto esperanzador: "todo saldrá bien". Estas son algunas de las imágenes que muestra el teaser de "El mundo en pausa: un día en el año de la pandemia", una coproducción entre veintitrés países iberoamericanos (Argentina es uno de ellos) que, como anticipa el título, se propone explorar desde una perspectiva pluralista la cotidianidad en el marco de la emergencia sanitaria mundial del Covid-19. Impulsado por la productora Visiona TV de Barcelona, el documental se encuentra en la última fase de post-producción a la vez que se define la fecha de estreno y la plataforma por donde se lo podrá ver.
El film se propone explorar desde una perspectiva pluralista la cotidianidad en el marco de la emergencia sanitaria mundial del Covid-19
"La idea fue retratar la vida cotidiana de personas anónimas en situación de confinamiento, con el objetivo final de dejar un testimonio a futuro de cómo se transitó este período. Visiona TV convocó a cada representante de los países miembros para formar una coproducción internacional. En mi caso en particular, conozco hace varios años al director Ferran Cera. Ya habíamos trabajado juntos", cuenta Gabriel Lahaye, productor audiovisual y responsable junto con su socia, la actriz Celina Font, de representar a nuestro país. "Dada la situación de aislamiento obligatorio en la mayoría de los países, y con esto la imposibilidad de armar grupos de trabajo de acuerdo a los estándares a los que estábamos acostumbrados, este documental tiene la particularidad de estar enteramente grabado con cámaras de teléfonos celulares por los mismos protagonistas", explica sobre cómo le encontraron la vuelta a un panorama con muchas trabas y limitaciones para filmar, en el cual la organización interna fue clave. "Los representantes de cada país tenían a su cargo la planificación y armado de una estructura tal que garantizara el registro de esas imágenes de acuerdo a requisitos ya preestablecidos. Para ello, contábamos con un manual de instrucciones con los requerimientos técnicos y de contenido a cumplir, detallados con precisión", añade.
"Había que lograr en muy poquitos días reunir una serie de testimonios originales, con textura. En un principio barajamos hacer una convocatoria pero finalmente resolvimos manejarnos con conocidos", advierte Font sobre el trabajo a contrarreloj que implicaron las grabaciones, hacer luego una curaduría de las mismas para por último enviar el material seleccionado a Barcelona en tiempo y forma. "Nos interesaba lograr dos cuestiones: por un lado, plasmar una mirada documental sobre el momento que estamos viviendo. Por otro lado, brindar también un espacio de libertad para las personas que se estaban grabando a sí mismas, posibilitar que pudieran hacer un gesto personal de la situación. Con esas consignas en mente, vimos cosas súper interesantes. Expresiones que aún desde el encierro se la rebuscan para hallar creatividad", observa la intérprete quien también es directora de cine y guionista.
Global y colaborativo
Ambos coinciden en que el mayor valor artístico y social del documental radica en su carácter colectivo. "El productor de cada país se comprometió a aportar el registro de una serie de imágenes y situaciones definidas con anterioridad, utilizadas como hilo conductor. Pero además se comprometió a aportar al menos diez minutos de material libre. Con Celina nos propusimos ser lo más amplios y diversos posibles, sin perder a la vez la mirada cinematografía en el registro de esas imágenes. Es por eso que elegimos contactar a referentes y amigos del rubro audiovisual de varias regiones del país para que nos provean del tipo de imágenes que estábamos buscando", detalla el director ejecutivo de Lahaye Media.
Consultada sobre cuál de todos los videos recibidos la conmovió más, la explicación que da Celina desde el otro lado de la línea sobre por qué no podría elegir uno por sobre otro se percibe suave pero firme. "Los gestos empiezan a cobrar dimensión cuando los ves encadenados con otros gestos. El montaje pone al discurso en una cadena de imágenes, lo pone en movimiento y le da sentido. Nosotros no sabíamos qué había llegado de los otros países. Al ver el teaser se nos puso la gallina. Ahí ves como las diferentes realidades se conectan, como a pesar de la distancia y las diferencias culturales hay situaciones que se repiten", señala.
Dicen que la necesidad es la madre de la creatividad; "El mundo en pausa" es un buen ejemplo de ello. A fuerza de imaginación e ingenio, los múltiples involucrados le hicieron frente a no pocos obstáculos para crear un objeto artístico que a su vez también será visto como un registro histórico por las generaciones venideras. Pero mientras tanto, en el tiempo presente, se siente como una palmada de apoyo en la espalda, como un mensaje que afirma "no estás sola, no estás solo, estamos juntos en ésta", muy necesario en tiempos difíciles de incertidumbre. Y asimismo, es un recordatorio de la capacidad de resiliencia de la especie humana. Porque como la voz de uno de los protagonistas anónimos, tan desconocida como familiar, "tengo los mismos miedos pero en vez de salir corriendo me los peleo y se amansan".
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