Compraron la casa de sus sueños, pero descubrieron que vivir ahí es una pesadilla
Una pareja británica adquirió lo que parecía un inmueble ideal, pero luego de mudarse se dieron cuenta de que tiene más problemas de lo esperado
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LA NACION
Una pareja británica compró la “casa de sus sueños” y luego de mudarse descubrió que vivir ahí es “una pesadilla”, debido a la cantidad de autos y camiones que pasan por una ruta cercana. Además del ruido constante y la contaminación, algunos vehículos circulan a una velocidad de 160 kilómetros por hora a solo tres metros de su inmueble, lo que implica que nadie puede circular por el jardín por miedo a sufrir un accidente.
Cuando Jackie McCormack y su esposo compraron una propiedad de tres dormitorios “absolutamente hermosa” por 350.000 libras (unos 480.000 dólares) en Coleshill, cerca de Birmingham, no podían creer su suerte. Sin embargo, en febrero pasado, cuando se mudaron, descubrieron que el lugar era inhabitable. Según detalló el Birmingham Live, a menos de tres metros está la ruta AA446 Lichfield Road, que tiene un tráfico constante que genera innumerables problemas para los residentes de la casa.
Además, de “no tener un respiro” ningún día de la semana entre la madrugada y las 20.30, al ruido y los estruendos se le suma la contaminación. De acuerdo a la mujer, la polución es tal que por la mañana podría escribir su nombre en el polvo que se asienta en su baño y debe lavar las ventanas cuatro veces a la semana por la mugre.
Ni siquiera los fines de semana logran descansar, porque el ruido de los automovilistas y motociclistas que juegan carreras es “horrible”. Para poder dormir, la pareja debe utilizar tapones en los oídos.
Además, Jackie explica que justo a la altura de su casa, sobre la autopista, no hay cámaras para que los conductores reduzcan la velocidad, ni barreras de seguridad para proteger su inmueble, por lo que su jardín es un espacio inutilizable. “Mi jardín es un área prohibida y creo que siempre lo será, a menos que reduzcan esa velocidad, es demasiado peligroso”, explicó y añadió: “No permitiría que mi nieto jugara afuera, da demasiado miedo. Por la velocidad a la que pasan los monstruos que juegan carreras y hacen willy. Es absolutamente impactante”.
Si bien las casas de los vecinos de Jackie están más alejadas de la ruta, ellos también padecen los ruidos y se ven imposibilitados de abrir las ventanas. Para evitar un accidente, Jackie pidió que las autoridades tomaran medidas, como limitar la velocidad a 64 kilómetros por hora en los 800 metros donde la ruta bordea las casas.
Por su parte, el consejo del condado Warwickshire aseguró que está al tanto de los problemas y que los revisará para proponer soluciones. También explicaron que están organizando reuniones con varias partes interesadas para discutir el asunto. “Obviamente, no hay garantía de que sea posible proporcionar medidas, pero consideraremos las cuestiones planteadas con mucho cuidado y buscaremos recomendar posibles soluciones”, completaron.
Las visitas previas y la mudanza
La mujer recuerda el día en que se instaló con su familia en la casa nueva: “Nos mudamos un viernes y el sábado fue absolutamente horrible. No me di cuenta de que había una orden judicial con respecto a los corredores de la autopista, que comenzaron a las 11 del sábado y siguieron hasta las 4 de la mañana del domingo, con velocidades de hasta 160 kilómetros por hora”.
Luego, rememoró el inicio de la primera semana en la vivienda: “El lunes comenzó con los vehículos pesados, mi casa temblaba constantemente. No hay respiro, es implacable. Es como vivir al lado de una autopista”.
La mujer desearía poder retroceder el tiempo y volver a la propiedad donde vivía antes. “Estaba en una hermosa casa victoriana, pero queríamos una casa independiente, nos lanzamos a ello y desearía poder regresar”, expresó. “Era perfecta para nosotros. Era un poco más pequeña, pero estaba más cerca de donde trabaja mi esposo”, completó.
La pareja había visitado la nueva vivienda siete veces. “Tuvimos varias visitas los sábados por la mañana, cuando la carretera estaba relativamente tranquila. Nos enamoramos absolutamente de la casa”, explicó. “Es una propiedad hermosa. Nos mudamos y todo empezó a partir de ahí”, detalló. Si bien no considera que fue “estafada”, sí piensa que la inmobiliaria debería haber sido más clara con la situación y, si las visitas hubieran sido más tarde, ellos podrían haberse dado cuenta. “No culpo a los planificadores, sino a cómo obtuvieron el permiso de planificación para construir un casa tan cerca de la ruta. Nunca lo sabré“, concluyó.
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