Compra y venta en 1818. Los increíbles avisos de aquel tiempo
Sombreros, negros fornidos, cocineras, remedios, sillas y poesías. La variada oferta de los avisos, como los de esta selección de 1818 publicados en la Gaceta, nos permitirá aportar piezas al escenario de los tiempos de la Guerra de la Independencia y de su gente, muchos de ellos protagonistas de las páginas de nuestra historia.
Dos avisos del 10 de enero 1818:
Don Pedro José Marco vende una parda como de edad de 24 años sana y recién parida en cantidad de 300 pesos. Quien la quiera comprar ocurra al café del Colegio.
El histórico Café de Pedro José Marco estaba ubicado en la "esquina de San Ignacio", actuales Bolívar y Alsina, en el barrio de Monserrat, a una cuadra de la Plaza de Mayo. Abrió sus puertas el jueves 4 de junio de 1801. En la entrada, un cartel anunciaba: "Billar. Confitería. Botillería". Existían mesas de billar en otros negocios del ramo. Pero el de Marco no tenía una sola, como el resto, sino que contaba con un par de mesas, al fondo del salón. Más otras dos novedades: un sótano para mantener las bebidas frescas y un coche a disposición de los parroquianos, que estuvieran dispuestos a pagar el servicio, para que pudieran trasladarse desde sus casas al bar o viceversa.
No está de más aclarar que, a pesar de la libertad de vientres decretada por la Asamblea del año XIII, el comercio de esclavos continuaba en aquel tiempo. Parda era la denominación que se le deba a la hija de hombre blanco y mujer negra.
Quien quisiere comprar dos docenas de sillas con un sofá, y dos mesas de sala; una negra soltera como de edad de 24 años, planchadora y cocinera, con una hija de un mes, véase con la dueña de todo, doña Claudia Villanueva, que vive en la vereda que mira a tierra en medio de la cuadra entre el colegio y la plaza.
Más allá de que hace doscientos años, personas y muebles entraban en la misma categoría comercial, deseamos aportar un par de referencias. La dama nombrada era hija de Esteban Villanueva y Dionisia López Camelo. Se había casado con José Rodríguez Pita el 19 de mayo de 1813. En cuanto a la indicación geográfica, "la vereda que mira a tierra en medio de la cuadra entre el colegio y la plaza" es Bolívar al 100, vereda impar, entre Hipólito Yrigoyen y Alsina.
Tres avisos del 14 de febrero 1818:
Se vende negro fornido, marinero, regular, jabonero y velero, con principios de albañil, en suma, útil y dispuesto para todo trabajo. El que quiera comprarlo véase con su amo el coronel mayor don Ignacio Álvarez que vive enfrente a Santo Domingo.
El mencionado propietario del negro fornido no es otro que Ignacio Álvarez Thomas, quien nació en Arequipa, Perú, y fue Director Supremo interino desde abril de 1815 hasta el mismo mes de 1816. Estando a cargo del Poder Ejecutivo, llevó adelante la convocatoria al Congreso de Tucumán. Cuando renunció (tenía 39 años), los diputados ya se encontraban deliberando.
Álvarez Thomas se casó con Carmen Ramos Belgrano, sobrina del general, y tuvieron nueve hijos. Manuel Belgrano lo llamaba "mi sobrino".
Se vende una criada cocinera de edad de 15 a 16 años; quien quisiere comprarla véase con su ama que vive de la casa donde murió el obispo, torciendo para el río la primera puerta en la vereda derecha.
Si bien solo podemos especular quién sería "su ama", sí deseamos aportar sobre "la casa donde murió el obispo", con la aclaración de que fue referencia de más de un aviso. Benito Lue y Riega, obispo de Buenos Aires y conocido orador del Cabildo Abierto del 22 de mayo de 1810, murió a consecuencia de una sospechosa intoxicación, el 22 de marzo de 1812, a la edad de 59 años. La comida en la que se "intoxicó" (o fue envenenado) tuvo lugar en San Fernando, a treinta kilómetros de Buenos Aires. En grave estado, fue llevado a la ciudad y pasó sus ultimas horas en una propiedad ubicada en las actuales Florida y Sarmiento.
Entonces, para llegar a la casa donde se vendía la cocinera, había que caminar por Florida en dirección a Retiro y doblar hacia el río (a la derecha) en Sarmiento. La primera puerta sobre mano derecha, es decir, sin cruzar la calle, era el lugar indicado.
Se vende una negra que sabe lavar, planchar cocinar, todo servicio y sin vicios el que la quiera comprar se verá con su ama la viuda del Dr. Moreno.
En este caso, nos ocuparemos de la vendedora. Se trata de María Guadalupe "Mariquita" Cuenca, 28 años, viuda de Mariano Moreno desde 1812 (otro posible "intoxicado" de nuestra historia). Mariquita siguió viviendo -acompañada de su hijo Marianito y algunos esclavos- a mitad de cuadra de Bartolomé Mitre al 500, vereda par, entre Florida y San Martín.
Del 6 de mayo de 1818:
El ácido anti-sifilitico, tan necesario para la precaución del contagio de la venus, como útil y benéfico para los que se hallan infectados de ella o acometidos en los nervios, se vende con su receta en idioma vulgar junto al Café de Marco.
Del café con dos billares ya hemos hablado. Resta agregar que el negocio vecino, sobre Bolívar, era una botica; y que el contagio de la Venus (de ahí, "enfermedad venérea") era la sífilis. Respecto de la "receta en idioma vulgar", conviene aclarar que, al igual que las culinarias, eran textos que explicaban cómo se realizaba la preparación. El hecho de que estuviera escrita en idioma vulgar, es decir, español, permitía la comprensión de todos, a diferencia de las escritas en latín, que solo podían ser entendidas por unos pocos.
Dos avisos del 13 de mayo de 1818:
Quien quisiere vender una criada con leche y sin cría, acuda a la casa en que vive la esposa del Sr. Coronel Zapiola, en la espalda de Santo Domingo media cuadra para el campo.
La mención "con leche y sin cría" habla de la posibilidad de un amamantamiento exclusivo. Pero el principal aspecto a destacar es una breve historia de relaciones. La esposa del coronel José Matías Zapiola era María Belén Álvarez de Barrañaga, hija de uno de los héroes de las Invasiones Inglesas. Don Diego cayó peleando el 5 de julio de 1807, durante la Defensa de Buenos Aires. Se le amputó una pierna para intentar salvarlo, pero no fue suficiente y murió a los dos días. María Belén tenía nueve años cuando perdió a su padre.
Por otra parte, José de San Martín arribó en 1812 a Buenos Aires, acompañado por militares, entre ellos, José Matías Zapiola, quien participó de la creación del Cuerpo de Granaderos a Caballo. Fue uno de sus principales jefes. En 1815 contrajo matrimonio con María Belén. Fueron padres de María Mercedes, nacida en 1816. Y, mientras Zapiola cruzaba los Andes en la gran gesta libertadora, Belén cursaba las últimas semanas de su segundo embarazo, antes de que naciera José María.
Durante una licencia en 1817 para visitar a su familia y conocer a su primer varoncito, Zapiola regresó a Buenos Aires. Y comenzaron a correr las nueve lunas para la llegada de María de la Victoria, el 24 de abril de 1818. Su nombre se debió a que, dos días antes de nacer, se conoció en Buenos Aires la noticia del triunfo del Ejército Libertador en Maipú, con una actuación descollante de su padre.
Por algún motivo, su madre no pudo amamantarla y a eso se debe el aviso que transcribimos más arriba.
Para terminar, la referencia geográfica: la "espalda de Santa Domingo" era la calle Venezuela. Media cuadra para el campo, señalaba Venezuela entre Defensa y Bolívar, a mitad de cuadra.
En el despacho de este periódico se vende un Rasgo Épico Descriptivo de la acción de Maipo a 2 reales. Un cielito, compuesto por un gaucho para cantar la misma acción a medio real; un canto y una oda al mismo asunto.
De las cuatro composiciones aludidas, nos centraremos en la principal. El Rasgo Épico Descriptivo de la acción de Maipo fue producto de la euforia por la noticia del triunfo de los valientes del Ejército Libertador en la definitoria Batalla de Maipú, el 5 de abril. Ya comentamos que la noticia se conoció, a través de la Gaceta, el 22 de dicho mes.
El autor del Rasgo… fue Miguel Belgrano, hermano menor del general. Para aquella época, Manuel se encontraba en Tucumán, al mando de un ejército auxiliar. Las aptitudes para la poesía de Miguel eran conocidas desde antes. Pero también será recordado en las páginas de la historia argentina por el hecho de haber aportado el mármol de una cómoda de su propiedad, en 1820, para que se utilizara como lápida en la tumba del general Belgrano, el más ilustre de sus hermanos.
Los versos reflejaban –en tono poético– la crónica de la gran batalla. Aquí, una muestra pequeña:
San Martín los revista; y al instante
se coloca a su frente, y se encamina
del Maypo a las llanuras, a do sabe
que el audaz español ya se aproxima.
(…)
Basta ya, San Martín, -responde O'Higgins,
echándose en los hombros de su amigo-,
el estado de Chile por dos veces
su libertad te debe: me glorío
yo, que te vi triunfar en Chacabuco,
de verte triunfar ahora en el Maipo;
ven pues a reposar unos instantes
en el seno de un pueblo agradecido,
que sabrá conservar tu gloria y nombre
en sus presentes y futuros hijos.
17 de junio de 1818:
El piano grande perpendicular de don José Antonio de Picasarri se rifa dentro de pocos días a onza cada número; y se apunta en su casa.
La historia que asoma por detrás de este aviso es la siguiente:
El presbítero Picassari fue un eximio músico vasco que en 1818, y a pesar de llevar ya unos años en el Río de la Plata, fue obligado a abandonar la ciudad por su condición de eclesiástico español que no había optado por la ciudadanía. Debido a esta contingencia, se vio obligado a desprenderse de su piano vertical y, al no conseguir un comprador inmediato, resolvió rifarlo. Desconocemos quién fue el ganador del sorteo. El músico se marchó a Europa, pero no lo hizo solo: lo acompañó su sobrino de diez años y alumno predilecto, Juan Pedro Esnaola.
Eliminadas las restricciones, regresaron en 1822. Picassarri fundó una academia de música que fue modelo en el país.
La actual melodía del Himno Nacional Argentino no es la original de Blas Parera (catalán
que también tuvo que partir al exilio), sino una modificación realizada por Juan Pedro Esnaola, el mejor alumno de Picassari. Y, seguramente, sobrino preferido.
Dos avisos del 1 de julio de 1818:
En la fábrica de sombreros finos de Francisco Legrand y compañía recientemente establecida, en la calle de las torres, de la Catedral para el campo a las 4 ½ cuadras se venden los sombreros de 1º a 7 pesos de 2º a 6 y de 3º a 5.
Don Juan Pedro Varangot en su nueva fábrica de sombreros finos, situada en esta ciudad calle de la imprenta de expósitos, frente al cuartel de Artillería, tiene todas las obras relativas a su fabricación superiores en calidad y los precios siguientes.
Sombreros de 1º a 6 pesos
Ídem de 2º a 5 ½ pesos
Ídem de 3º a 5 pesos
Ídem armados sin adornos a 14 pesos
Ídem eclesiásticos a 12 pesos.
Los avisos de los sombrereros franceses fueron publicados en el mismo día. Se calcula que había unas veinte sombrererías en Buenos Aires, durante aquel tiempo. Legrand tenía su negocio en la actual avenida Rivadavia, entre Maipú y Esmeralda. El de Varangot se encontraba en Moreno, entre Perú y Chacabuco.
Pocos días después de publicados esta avisos, los sombrereros Legrand y Juan de Sarratea, hermano de Manuel, el triunviro, elevaron una carta para que sus empleados no fueran reclutados y enviados a pelear. El reclamo fue atendido por las autoridades.
7 de agosto de 1818:
Se vende un criado de edad de treinta y tantos años es buen panadero, buen cocinero y buen cochero; en precio acomodado quien lo quiera comprar véase con la señora doña Enriqueta Liniers que vive en casa de los Sarrateas.
Para completar, digamos que María de los Dolores Enriqueta Liniers Sarratea, nacida el 10 de enero de 1796, fue la segunda de los nueve hijos de Santiago de Liniers y Martina Sarratea. Aclaramos que se llamó Enriqueta por su abuela, la madre del futuro virrey. En cuanto a su propia madre, Martina, había muerto cuando la niña tenía nueve años. Ella contaba catorce cumplidos cuando su padre fue fusilado por el gobierno revolucionario en agosto de 1810. Quedó en casa de su familia materna. Los Sarratea vivían en la actual calle Bolívar 466, entre Belgrano y Venezuela. Allí, donde se vendía un criado con aptitudes, funciona ahora la Casa del Historiador.
La cantidad de avisos no solía superar la decena por Gaceta. Las referencias geográficas habían desplazado en gran parte los nombres dados a las calles. Las Invasiones Inglesas, que en 1807 habían generado cambios en la nomenclatura, no encontraron eco en el pueblo. Para la mayoría, era más sencillo identificar "la casa donde murió el obispo" o "la casa de los Sarrateas", antes que una denominación oficial y un número.
Ocho años después del cambio propuesto por la Revolución de Mayo, Buenos Aires todavía buscaba acomodarse en su nueva realidad. Esta selección ofrece respuestas acerca del camino que se había recorrido y, a la vez, de todo lo que faltaba andar.
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