El argentino Alejandro Montagna practica wingsuit (traje aéreo), una variante del paracaidismo tradicional; en el vuelo alcanzó 279.8 km/h
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Entre los deportes aéreos hay algunas actividades muy arriesgadas. Dentro del paracaidismo, por ejemplo, en los últimos años surgieron nuevas modalidades como el wingsuit (traje aéreo, con alas para volar), de lo más curioso y arriesgado.
En la Argentina existen no más de 20 paracaidistas activos, capaces de saltar de un avión a 4000 metros, volar durante dos minutos a más de 250 km por hora y aterrizar para contarlo. Sus videos se reproducen por miles en Youtube. Intrépidos que se arrojan con una especie de mameluco especial del que, al extender los brazos, se abren unas alas similares a las de un pájaro (wingsuit). Con la cámara Go Pro aferrada al casco, filman descensos espeluznantes, imposibles. En todos los casos, la experiencia culmina con la apertura de un paracaídas casi al final del vuelo. Básicamente, el traje es de material sintético y está compuesto por un ala de piernas y dos alas entre los brazos. Se presuriza a través de unas toberas al salir del avión que generan sustentación.
La noticia del momento en la actividad es que el paracaidista argentino Alejandro Montagna acaba de lograr el primer récord oficial en tres parámetros del salto: altura de salida del avión: 8287 metros; distancia horizontal recorrida (en línea recta): 18.643 metros; tiempo de caída libre: de 5,30 minutos. Ingeniero industrial y empresario de 53 años, llevó a cabo su hazaña el último 21 de mayo de 2022 desde un avión de transporte Pilatus Porter que despegó en el aeroclub de Lobos. El salto fue revisado para su homologación por un jurado en base a los registros GPS del registrador Flysight y publicado en la página oficial de la Federación Argentina de Paracaidismo.
Crónica del gran salto
Lejos de la improvisación, desde su concepción el proyecto tuvo una duración total de 14 meses. En forma paralela al armado y testeo de todo el equipamiento necesario, Montagna comenzó a realizar saltos a altitud normal en los que fue incorporando distintas partes del equipo en forma progresiva. Esto le permitió ir familiarizándome con todos los elementos para que el día del salto a gran altitud nada fuera nuevo para él. En paralelo, durante todo el período y hasta el día anterior al salto hizo un entrenamiento físico cinco días a la semana llamado training de intervalos de alta intensidad (High Intensity Interval Training o HIIT). La adecuada oxigenación fue otro elemento clave a tener en cuenta.
“Según lo planeado, comenzamos a respirar oxigeno puro desde el despegue. El ascenso tomo unos 40 minutos. Periódicamente a partir de los 4270 metros empezamos a monitorear la saturación de O2 con oxímetros. Llegando a 7620 metros hice la última medición que me dio 98 por ciento. En ese momento ya nos encontrábamos a 16 kilómetros del aeroclub que era la distancia estipulada según los cálculos habituales de coeficiente de planeo de mi wingsuit, un Freak3 de Squirrel”, relata Montagna, que fines de 2021 ya había roto otro récord en Estados Unidos de paracaidismo nocturno.
Como la oxigenación estaba bien, decidieron ascender un poco más hasta los 8350 metro, y finalmente saltó del avión a 8255 metros y a 19.3 kilómetros del aeroclub. Para ese momento, la temperatura exterior era de -40°C, el frío era soportable gracias al equipo térmico debajo del wingsuit. Como puede apreciarse en el video, la salida fue con una inclinación fuerte a la derecha que Montagna controló rápidamente.
“Cuando me preguntan por qué lo hago, contesto que es mi pasión. Lo mío es el vuelo humano en su forma más pura: el wingsuit. Y en esa actividad busqué establecer un récord argentino lo más ambicioso posible dentro de mis parámetros de seguridad”
“Esto también estaba previsto ya que los tres paracaidistas con los que hablé que volaron wingsuits en Estados Unidos a gran altitud me advirtieron de eventuales inestabilidades en la salida, seguramente debido a la menor densidad del aire a esa altura”, señala el experimentado piloto con 4100 saltos en paracaídas y 1050 en wingsuit.
Su casco estaba equipado con un GPS flysight y conectado a un pequeño parlante interior que le permitía recibir audio en tiempo real con los parámetros de vuelo. Asilas cosas, el vuelo de Montagna transcurría sin novedades hasta que a partir del tercer minuto empezó a sentir bastante cansancio en hombros y brazos. De todas formas, intentó no relajar su posición para mantener su coeficiente planeo, que empezó a deteriorase progresivamente a partir de los 3300metros pasando de 3.3 a niveles cercanos a 2.0 en el momento de la apertura.
“El frío en las manos se sintió casi desde que salí del avión. Este problema estaba previsto ya que tenía que hacer un compromiso entre protección máxima a la sensación térmica (-40C a más de 200km/h) y sensibilidad para tomar el hacky y eventualmente las manijas de desprendimiento y emergencia. Para minimizar la exposición a la corriente de aire frío durante el vuelo mantuve las manos detrás de las alas y los puños cerrados”, sigue el flamante récordman.
La alarma de su altímetro sonó primero a los 2130 metros para indicar que el vuelo estaba cerca del final y a los 1520 metros para iniciar el flare previo a la apertura. Enseguida, Montagna quedó colgado del paracaídas a 1254 metros, 5 minutos 33 segundos después de salir del avión. En su plan había contemplado una altura de apertura lo suficientemente alta para tener tiempo de resolver cualquier inconveniente aun estando muy cansado. Entonces el paracaídas se abrió con medio giro algo violento y una de las bandas le sacó la máscara de O2 de la cara que quedó colgada de una sola bayoneta de sujeción, pero ya no era necesaria.
“El cansancio se sintió de golpe una vez colgado del paracaídas abierto, y no tuve ganas ni energía para aflojar la banda de pecho, ni colapsar el slider. Solamente abrí los cierres de las dos alas y un solo cierre para liberar la pierna derecha. Liego elegí un camino de tierra estrecho pero muy prolijo que estaba bien alineado con mi dirección de aterrizaje y metí el paracaídas ahí”, explica. El GPS Flysight instalado sobre su casco grabó todos los parámetros de vuelo (altura, velocidad horizontal y vertical, glide ratio, tiempo, distancia recorrida, curso, ángulo de ataque, aceleración, entre otros) y trabajó conectado en forma permanente a un mínimo de 10 y a un máximo de 19 satélites y su precisión oscilo entre un mínimo de 3.4m y un máximo de 1.0m. Lo había logrado. La velocidad total máxima registrada fue de 279.8 km/h. La velocidad vertical en vuelo estabilizado osciló entre un mínimo de 60.3 km/h y un máximo de 89.3 km/h. La distancia horizontal recorrida desde la salida del avión hasta la apertura del paracaídas fue de 18.837m (11.7 millas).
“Cuando me preguntan por qué lo hago, contesto que es mi pasión. Lo mío es el vuelo humano en su forma más pura: el wingsuit. Y en esa actividad busqué establecer un récord argentino lo más ambicioso posible dentro de mis parámetros de seguridad. Para los que saltan de aviones no hay explicación necesaria, para los que no saltan, no hay explicación posible”, concluye Montagna.
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