En 2005 nacía The Huffington Post de la mano de Arianna Huffington y marcaba una nueva era: la de los medios nativos digitales. Es decir, aquellos nacidos directamente en las pantallas virtuales. Su propuesta, desde ese entonces, era incluir a los lectores –hoy llamados "audiencias"– en el debate de la actualidad. "Comunicar es el nuevo entretenimiento de la gente", dijo Huffington en una entrevista que le realizó el diario El País, y así desterraba la idea de que ya nadie quiere leer el diario. Se lee, pero de otro modo.
En España, hace dos años nació El Independiente y se volvió un suceso. Un medio digital que no solo tiene como prioridad un debate urgente con la información política y económica, sino que está detrás de la publicación en tiempo real y los siete días de la semana, con noticias, artículos y opinión. Su equipo de trabajo está netamente flanqueado por todos periodistas que vienen de distintas experiencias en papel y la mayoría son socios directos del diario. El dinero que ingresa se consigue por intermedio de publicidades que se comercializan de forma online. En su especie no son los únicos en llevar experiencias así. También está El Confidencial. Un diario que ranquea alto entre sus consumidores digitales. Y su plataforma informativa no solo abarca economía y política, extienden sus horizontes hasta temas que tienen que ver con un destino monárquico por un lado y religioso por el otro. Su procedencia data de 2001 y su lema ante el mundo es: La web de las personas informadas que desean estar más informadas. Por último, otro competidor que asoma a estas liguillas es El Español. Un proyecto que se inicia en 2015, después de que su fundador Pedro J. Ramírez fuera despedido del diario El Mundo. Junto con su hija fundaron la sociedad NoHaceFaltaPapel y financiaron el diario mediante distintos inversores. Hoy compite con sus pares y pone al alcance de sus suscriptores un blog que permite un intercambio informativo y de opinión.
La experiencia argentina
El mapa de nuevos medios digitales en nuestro país empieza a crecer con diferentes focos y matices. Muchos de ellos nacieron como una necesidad de capitalizar la información y los debates que circulaban en las redes de manera más o menos caótica. Panamá Revista es uno de ellos. "Nosotros hicimos Panamá como algo colectivo. Era gente que intervenía en las redes sociales sobre política y que decidió armar su propio espacio para generar discusiones políticas. No nació tanto como un medio con un fin en sí, sino más pensando como una herramienta de pensamiento político", explica el periodista y escritor Martín Rodríguez, uno de sus creadores. Y es optimista en cuanto al hábito de lectura en las pantallas: "No tengo muy claro que se lea menos, sino que quizá las grandes audiencias se rompieron".
En relación con los nuevos modos de consumir la información, Sebastián Hacher, periodista y editor de Cosecha Roja, opina: "Cada época tiene su propia forma de leer, y la nuestra es la que tenemos ahora: es fragmentada y muy ligada con la emoción. Corrernos de esa lógica de la queja del tipo «el nene no me come» nos permite pensar medios más dinámicos y capaces de construir un diálogo con las audiencias". El portal, que lleva adelante las premisas de pensar la violencia y la seguridad desde diferentes ángulos, nació precisamente en 2010, después de un encuentro entre periodistas, escritores y académicos que organizó la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), donde se plantearon las nuevas dinámicas en los medios.
Una de las últimas experiencias en este mar nativo digital es Socompa, que surgió bajo el lema "periodismo de frontera", impulsado por periodistas con mucha experiencia en medios gráficos como Eduardo Blaustein, Nora Anchart, Marcos Mayer y Daniel Cecchini, quien resume: "Desde la etapa previa a su gestación pensamos en un nicho que sí lee. Un lector politizado, con cierta formación, ubicado dentro de lo que difusamente se podría llamar el progresismo, sin exclusiones. A un año del lanzamiento comprobamos que ese nicho existía y que le dio una buena recepción al medio". La libertad que profesan como bandera a la hora de intervenir en la lógica comunicacional no tira del minuto a minuto, más bien lo que se potencia es una escritura crítica para marcar una huella alternativa al debate. "No corremos detrás de la coyuntura, salvo en hechos puntuales, de gran relevancia. Se podría decir que trabajamos más tranquilos, centrados en los informes con profundidad y mucha información dura, el análisis y la crónica", explica Cecchini.
Si hay algo que hermana todas estas propuestas, es el nuevo lugar de los lectores. "En lo personal, mi desafío era colocar Panamá dentro de un sistema de conversación política lo más dinámico, profundo y, también, decisivo posible. Me interesa que la gente que lea esta revista pueda tomar decisiones políticas y creo que eso fue ocurriendo", dice Martín Rodríguez. Hacher, por su lado, sintetiza: "Nuestra audiencia recuerda, festeja, comparte y vuelve masivos textos que, de alguna manera u otra, los interpelan. Y olvidan, sin ninguna culpa, los que no nos gustaron. Tenemos un contrato de lectura que se renueva cada día. Eso nos mantiene siempre en estado de alerta".