Cómo son las zapatillas autoajustables que ya se consiguen en la Argentina
La tecnología siempre tuvo, al menos en el nivel popular, los ojos puestos más en el futuro que en el pasado. Las promesas por venir -sin importar qué tan lejanas sean, si van a estar disponibles en esta parte del mundo o si se terminan cumpliendo o no- tienen mejor prensa que los logros ya obtenidos. Pero lo cierto es que todo aquello que ya es una especie de derecho adquirido -desde el control remoto hasta las videollamadas gratuitas, pasando por el teléfono y la radio- no siempre estuvo ahí. Y en el terreno de las zapatillas, porque de eso se trata esta vez, no todo es tejidos, capelladas y suelas de última generación. Hubo quien se dio cuenta de que los cordones -al igual que un parche en el tobillo, útil para amortiguar los posibles golpes de los basquetbolistas al jugar- también son una tecnología. Básica y primitiva, pero tecnología al fin. Y esa visión diferente no llegó desde el mundo del diseño del calzado: llegó desde el cine.
Es posible que el concepto original haya sido lograr que las zapatillas debían funcionar como una extensión del cuerpo. Robert Zemeckis y Bob Gale -los guionistas de la trilogía Volver al Futuro- imaginaron un futuro feliz con muchas cosas simples, y entre ellas, uno en el que ya no hay que lidiar con cordones que se atan y se desatan. "Power laces, alright!", decía Marty McFly apenas se calzaba sus Nike MAG, un calzado ficticio que era muy popular en el también ficticio 2015, y un objeto de deseo en el mundo real. Tan deseado que una petición online solicitó que la firma de Oregon las fabrique y ponga a la venta, algo que sucedió 15 años después, justamente en 2015 (real).
El desarrollo de la MAG recayó sobre el diseñador estrella Tinker Hatfield, Mark Parker (actual CEO de la firma) y la ingeniera Tiffany Beers, responsable de la innovación de la compañía. Era un tiempo en el que poner luces, cables y baterías en una zapatilla constituía un verdadero desafío. Aquello de los cordones autoajustables en la película no eran otra cosa que varias personas tirando de manera sincronizada de hilos que luego serían borrados de forma digital. El plano y la edición hicieron de ellos la ilusión perfecta, pero los fanáticos querían unas así de verdad.
Las investigaciones y los avances del triángulo Hatfield-Beers-Parker llegó a un buen punto cuando presentó la tecnología bautizada E.A.R.L. (Electro Adaptative Reactive Lacing), la misma que se utiliza en las Hyperadapt 1.0 disponibles desde hoy en la Argentina mediante un sistema de sorteo de potenciales compradores, que deberán estar dispuestos a abonar $16.999 para hacerlas suyas, ya sea en el clásico negro o en blanco. Si se tiene en cuenta que el precio original de las Hyperadapt ya fue alto en los Estados Unidos (720 dólares), todo cobra más sentido.
Quizás lo más destacable del diseño de las Hyperadapt es que, aunque se trate de un producto que hace foco 100 por ciento en su tecnología, no deja de ser una zapatilla cómoda. Una vez calzada y autoajustada (el sistema funciona mediante un sensor en el talón que detecta el peso y que luego puede ajustarse más o menos con dos botones), se destaca por la suavidad del foamy de su entresuela, que otorga una pisada suave, con buena amortiguación y que permite moverse y correr sin temor a dañar el dispositivo.
¿Zapatillas autoajustables? ¿Para qué?
Según Hatfield, la tensión en los cordones es un problema constante para los deportistas. Gracias a su experiencia diseñando zapatillas para Michael Jordan, Hatfield llegó a la conclusión de que un buen calzado debería percibir las necesidades de los atletas: ajustarse en los momentos de tensión en el juego, y aflojarse cuando descansan en el banco o cuando un basquetbolista lanza un tiro libre. Y volver a ajustarse para continuar con la acción. Y todo eso hacerlo solos, porque nadie puede preocuparse en medio de un juego por reajustar sus cordones para que la sangre circule y la piel respire. La tecnología en su sentido más amplio -el conjunto de teorías y técnicas que permiten el aprovechamiento práctico del conocimiento científico- debería ser la que solucione ese problema.
Esa es la explicación políticamente correcta y científica de Hatfield, pero lo cierto es que las Hyperadapt no son otra cosa que la versión más cercana y real de las futuristas zapatillas de McFly, un objeto que se convirtió en fetiche desde que llegó a las pantallas en 1989. El diseño también incluye otra referencia cinematográfica: Wall-E, la película de Disney-Pixar. La suela se asemeja a las ruedas oruga del robot protagonista, y los colores de las luces estuvieron inspiradas en EVA, la robot de avanzada con la que establece una relación. La Hyperadapt, lanzada inicialmente en 2016, fue la versión "accesible" de las MAG creada para todos aquellos usuarios dispuestos a tener una porción de futuro en sus pies. Desde ahora habrá alrededor de 200 personas que, además de cargar su celular cuando llegan a su casa, también podrán a cargar sus zapatillas.
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