¿Cómo salir del modo "discusión"?
Las reuniones son conversaciones. Y la calidad del trabajo depende de la calidad de las conversaciones. Pero hemos convertido a las reuniones en un semidios. Nos reunimos para todo, entre todos, y padecemos de reunionitis. Nos cuesta ser eficientes y eficaces, a pesar de que las recetas sobre cómo desarrollar reuniones eficaces son tantas como organizaciones existen.
Creo que el problema es anterior: no sabemos tener sexo entre las mentes. Llegamos a las reuniones con candados en nuestros pensamientos e impedimos duramente la conexión con los pensamientos de los otros. No vaya a ser que el otro nos convenza de una idea mejor, que gane una idea que no es mía o que el otro tenga razón y yo no. Si nos abstraemos, podemos ver que nos reunimos para crear, para decidir o para compartir. Y no hay mucho más. Pero mezclamos todo y hacemos lío. El producto: reuniones tóxicas en las que las voces se enciman, las miradas se cruzan, los egos se enfurecen y las ideas se pierden. Creo que no hemos aprendido a curar una herida histórica: la idea de la división. De que "yo" soy mejor y más importante que el "otro". O sea: "Yo, yo, yo". Ésta es la gran innovación que nos debemos: poder amalgamar nuestras mentes en las reuniones y salir del modo "discusión".
La toxicidad existe también porque sobra la manipulación, algo muy opuesto a la creatividad. Son esas reuniones en las que se manipula, se abusa de las mentes y las personas, y terminan pervirtiendo su principal objetivo: producir mejores decisiones. La próxima reunión, antes de comenzar, hacete la pregunta: ¿qué esperamos obtener? Y pedile a cada uno que escriba la respuesta en un papel. Te vas a asombrar de la poca claridad que existe al respecto. Por eso, la primera tarea es anterior a la reunión: saber para qué voy, qué quiero obtener y qué llevo conmigo. Luego, estar dispuesto a soltar lo que llevo para traerme algo impensado mejor a lo que llevé. Las reuniones de alto rendimiento no pueden ser manipuladas. Y son creativas cuando son inciertas. "Fomenta el cara a cara", sugería Steve Jobs. Él decía que las mejores ideas surgían de forma imprevista en los encuentros esporádicos y no controlados. Es por esto que las empresas diseñan sus ambientes de trabajo de modo tal que la gente confluya en lugares comunes y salas de reuniones abiertas.
Las reuniones fallan también porque se usan para responder preguntas bajitas o inadecuadas. Las reuniones buenas suceden cuando la tensión se eleva como respuesta a una pregunta incómoda. La incomodidad creativa es la base de una buena reunión productiva. Nada nuevo puede surgir cuando se pretende preservar el statu quo en todo.
El autor es cofundador de Neelus Innovación Aplicada