El astrofísico Saul Perlmutter resalta la importancia de saber “en qué expertos confiar”; ser honestos y admitir errores, una de las claves según el experto
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Necesitamos ser más honestos y admitir nuestros errores, dice uno de los principales astrofísicos de nuestro tiempo, Saul Perlmutter. El Premio Nobel de Física cambió la forma en que vemos el mundo después de descubrir que el universo se está expandiendo a un ritmo acelerado. Pero asegura que eso no habría sido posible si no hubiera cometido errores en sus trabajos anteriores y, como resultado, anima a las personas a no tener miedo a fracasar.
Como joven investigador postdoctoral, Perlmutter y un equipo de científicos de alto nivel pensaron que estaban al borde de un gran descubrimiento. Habían detectado una señal que parecía coincidir con la que emitiría un planeta. Estaban convencidos de haber encontrado por primera vez evidencia científica creíble sobre la existencia de un planeta fuera de nuestro sistema solar.
El descubrimiento habría sido enorme. Pero, lamentablemente, no estaba destinado a ser así. Resultó que la señal provenía de una máquina colocada justo al lado de su telescopio hipersensible. “Afortunadamente yo era joven y estaba en medio de una multitud de científicos muy experimentados y distinguidos”, recordó Perlmutter sobre el error.
“Creo que fuimos lo suficientemente rápidos para explicar lo que estaba pasando, por lo que la gente no nos lo reprochó demasiado”, reveló en su nuevo libro llamado “Third Millennium Thinking: Creating Sense in a World of Nonsense” (“Pensamiento del tercer milenio: Creando sentido en un mundo sin sentido”), del que es coautor con el filósofo John Campbell y el psicólogo Robert MacCoun.
Aunque puede parecer contradictorio admitir un error cometido hace décadas, Perlmutter quiere desafiar las connotaciones negativas que rodean el fracaso, diciendo que eso fue lo que mejoró su trabajo a largo plazo. En conversación con la BBC, el científico dijo que “la gente se siente realmente avergonzada aceptar que se equivocó”. “Espero que todos podamos experimentar momentos como ese. Creo que sería realmente interesante”, afirmó, admitiendo que cometer errores lo hizo ser “mucho más cuidadoso después”.
En su trabajo posterior, Perlmutter esperaba encontrar el ritmo al que se estaba desacelerando la expansión del universo, pero descubrió lo contrario en 1998, después de una investigación cuidadosa y extensa. El resultado sugirió que una fuerza misteriosa, llamada desde entonces energía oscura, estaba impulsando la aceleración.
Perlmutter recibió el Premio Nobel en 2011 por este descubrimiento, junto con los astrónomos Brian Schmidt y Adam Riess. “Creo que la mayor parte de lo que hace un científico es buscar sus propios errores”, dijo Perlmutter tras recibir el reconocimiento. “Sólo íbamos a hacer una medición y hacer mediciones es difícil. Pasas mucho tiempo tratando de averiguar: ‘¿Es correcto lo que he hecho hoy?’”, añadió.
Pero para Perlmutter no se trata sólo de admitir errores. Él está en una misión más amplia: llevar el pensamiento científico y crítico a las masas.
El astrofísico explica cómo empezó a preguntarse por qué las decisiones prácticas y simples se debatían como cuestiones emocionales o partidistas, en lugar de deliberaciones racionales. “Parecía una gran desconexión”, dijo Perlmutter. “Me di cuenta de que si nos fijamos en las conversaciones que tenían lugar en las mesas del almuerzo entre los científicos, estaban usando un conjunto de herramientas de pensamiento completamente diferente al del público”, agregó.
Perlmutter dice que quiere rectificar esto, empoderando a las personas y brindándoles las herramientas que utilizan los científicos para resolver problemas. Todo esto lo aborda en su último libro y en un curso que desarrolló con la organización detrás del Premio Nobel en la Universidad de Berkeley, en California, Estados Unidos.
Resolver problemas como un científico
Uno de los temas que aborda el científico es saber en qué expertos confiar. En un mundo sobresaturado de información, ¿cómo elegimos a quién escuchar? Perlmutter dice que nadie es infalible y tiene razón todo el tiempo, pero algunos pueden estar cerca de lo que él describe como “100% calibrados”. Calibrar en el mundo de la ciencia significa establecer un nivel de confianza.
Por ejemplo, si un médico asegura que tienes un tumor cerebral, dice Perlmutter, en lugar de tomarlo al pie de la letra, deberíamos abordar la situación como un científico y pedirle que describa su confianza en el diagnóstico, incluso pidiendo un porcentaje. Esto puede parecer simple, pero si el médico dice que el 99% está seguro en lugar del 5%, podría marcar una gran diferencia en lo que hará a continuación.
Perlmutter dice que las personas tienden a tener exceso de confianza, así que un experto que es realista sobre cuánto sabe debería ser creíble. Puede ser fácil entender cuán útil es pensar como un científico en el escenario dado por un médico o cuando un agente hipotecario sugiere el mejor producto, considerando las condiciones actuales del mercado.
Pero el astrofísico sugiere que este tipo de conversaciones también podrían ser útiles en política. Sostiene que las políticas públicas deberían incluir la advertencia de que, para empezar, no serán completamente correctas. “Si se elabora un plan para un sistema de salud, probablemente tendrá problemas. Es necesario desarrollar la capacidad de observar, probar cosas, ver qué va mal, qué va bien y luego probar una nueva versión”, afirmó.
“Preferiríamos ver un mundo en el que todos los argumentos políticos estuvieran expresados en este lenguaje porque demuestra que hay espacio para aprender y adaptarse. Pero obviamente no es eso lo que hace que una persona diga: ‘ah, ese es el candidato por el que voy a votar.’ Al menos no todavía”, admitió Perlmutter y el resto de los autores del libro.
Como sociedad, sostiene el científico, si abordamos diferentes situaciones con un enfoque más científico, aceptaríamos mucho mejor los defectos de otras personas. Él cree que nada es realmente un error, sino una oportunidad de aprendizaje o como él dice: “No es un fracaso, es un proceso”.
Por Karolina Mottram
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