Como otro viaje de egresados
Cada vez son más los grupos de amigos que, en esta época, se animan a dejar mujeres e hijos en Buenos Aires para cortar la rutina y escaparse, solos, a la nieve
USHUAIA.- Hace 13 años que Ignacio Dantas, Federico Fernández, Fernando Segurotti y Santiago García Moritán vienen pidiendo pista. No para aterrizar -aunque para llegar a destino tienen que subirse, literalmente, a un avión-, sino para deslizarse en tablas de esquí o snowboard por los centros invernales del país y del mundo.
Amigos y egresados de la Escuela Argentina Modelo, hoy, con 28 años, repiten el ritual que empezaron cuando eran adolescentes. "Tratamos de por lo menos una semana al año hacer una escapada de esquí solos. Para nosotros, es una necesidad", explica Ignacio, que trabaja en marketing, mientras disfruta de un breve descanso en la cota 480 del Cerro Castor, el lugar elegido esta temporada para hacer el break .
Es que organizar varias escapadas al año ya es moneda corriente entre muchos argentinos que, a la hora de planear sus vacaciones, las fragmentan para dedicar un tiempo a la familia, otro a la pareja y el último... a los amigos. El receso invernal, sin dudas, es el momento ideal para esta tercera opción, sobre todo en el caso de hombres que aprovechan los mini ski weeks para dejar mujer e hijos en Buenos Aires y tomar aire con los compinches de siempre, cual segundo viaje de egresados. Hace sólo una semana, por ejemplo, el hotel Virgo de Las Leñas recibía la nueva temporada con un grupo de 54 amigos que llegaron en micro alquilado desde Berazategui, mientras que, en un hotel cercano, se alojaban 74 esquiadores de la zona de Zárate. "El esquí no es tan diferente del golf -declaró Gerald Morrow, vicepresidente comercial de Las Leñas-. Ya son un clásico estos viajes entre amigos solos, que empiezan con unos pocos y crecen hasta estos números que recibimos ahora."
Así, en los centros argentinos, es cada vez más habitual ver a grupos disfrutando de la nieve sin presencia femenina alrededor. No es que estos lugares discriminen entre hombres y mujeres, pero históricamente ellos son mayoría en las pistas.
Fue hace dos o tres años que empezaron a notarlo en la agencia de viajes All Travel. Primero eran grupos de cinco, seis o siete amigos de entre 35 y 45 años que aprovechaban el inicio de la temporada de invierno o esperaban a agosto y septiembre para hacerse una escapada a la nieve. Pero luego esos mismos grupos no sólo repetían viaje, sino que los integrantes se iban multiplicando: los cinco o seis pasaron a ser 15 al año siguiente y hoy en día, la agencia ya cuenta con contingentes de 20 amigos; incluso hay alguno de 40.
"Hay un revival de los cuarentones. Pero son escapadas, mini weeks durante los fines de semana. Y año tras año se van agrandando porque cada uno suma a alguien nuevo. Cuando arranca la temporada nosotros ya sabemos que tal grupo se va determinado fin de semana, que otro grupo se va el tercero de tal mes... Ya se ha vuelto un hábito", asegura Lucas Favre, de All Travel.
La modalidad de viaje que eligen estos grupos, la mayoría de Capital y el Gran Buenos Aires, suele repetirse: chárter desde Palermo, bus ida y vuelta, y tres días de esquí para aprovechar a pleno. Más días suele volverse complicado porque, claro, la familia queda en casa...
"Los que hacen escapadas de este estilo, en general, son estudiantes o profesionales-explica Rodolfo Anselmo, jefe de marketing de Asatej-. Es una modalidad que ha crecido bastante en estos últimos cinco años: cada vez son más los que vienen en grupo a consultar por propuestas así. Se trata de unas minivacaciones con amigos para cambiar el típico viaje que en verano realizan con sus parejas o con sus familias a las playas de Brasil o Centroamérica." Según esta agencia de turismo, además, los centros más elegidos son Las Leñas, Cerro Catedral o Chapelco. De más está decir que el día del amigo resulta una excusa ideal para estos programas. Los centros de esquí de Mendoza, por nombrar algunos, ya ofrecen varias propuestas para el festejo. Los Puquios y Penitentes tienen desde esquí nocturno, con pases libres y degustación de vino caliente, hasta música en vivo, gastronomía y fuegos artificiales.
Una fija del descanso invernal
Marcela López Ghitta, gerenta de marketing de Cerro Bayo, cuenta que cuando más se ve a los "hombres solos" es en dos momentos: al comienzo de la temporada y especialmente el fin de semana del 17 de agosto. "Ya es una fija de las vacaciones de invierno irse a esquiar con amigos, aunque te vayas también con tu familia en julio. Pero ese fin de semana de agosto tiene sus atractivos extras para el esquiador: hay mejor nieve, no tenés a los chicos que están de vacaciones y encima las mujeres tampoco les dicen nada porque no las dejan en banda con los hijos". Según Ghitta, el promedio de edad de los grupos se ubica arriba de los 28, con algunos que pueden rondar los 50. ¿El plan? Tranquilo. Esquiar todo el día en el Bayo y, a la noche, cenar en Villa La Angostura entre amigos.
En general se quedan unos cuatro días, los fines de semana. ¿Si el fenómeno se acrecienta año tras año? Sí. "Se acrecienta como tendencia porque las mujeres también lo hacen cada vez más", afirma Marcela.
Muchos, últimamente, se inclinan también por Cerro Castor. De ahí que ésa haya sido la elección de Ignacio Dantas y sus amigos, que por primera vez "bajan" hasta el fin del mundo. Para ellos, que han esquiado en las mejores pistas como las de Colorado, en Estados Unidos, y en todos los centros del país, la experiencia es más que positiva. "Cerro Castor está al mismo nivel que los mejores centros del mundo", asegura Santiago, uno de los dos snowboarders que tiene el grupo.
Otro caso es el de Guido Tonelli, que tiene 32 años y dejó en Buenos Aires a su mujer, embarazada de ocho meses, para cumplir con el ritual anual de la montaña. Francisco Melendo, de 34 años, también inminente padre, lo acompaña. Son cuñados, y juntos, con otros cinco amigos que trabajan en una petrolera, se escaparon de Buenos Aires para disfrutar de una semana en la nieve. Solos. Sin familia, como vienen haciendo sin interrupción desde hace cinco años. "Es nuestro ritual anual. En marzo empezamos a cerrar el lugar y las fechas. Para nosotros venir a esquiar una semana es como volver a la adolescencia, como recrear el viaje de egresados", explica Guido, mientras recupera las energías gastadas a la mañana en las pistas negras del Castor con un suculento almuerzo. Su nivel es casi profesional, por eso en la montaña suele cortarse solo a pesar de los reproches del resto del grupo, con el que coincide siempre al mediodía.
Sin reproches
En Buenos Aires, claro, quedaron las "viudas de la nieve", pero ellos, habrá que creerles, aseguran que no hay reproches. "Es más: mi mujer fue la que nos consiguió el paquete para que pudiéramos venir a esquiar. Siempre nos escapamos en agosto y generalmente vamos a Bariloche, pero con el embarazo hubo que adelantar la salida y vinimos acá porque era el centro que nos aseguraba nieve en estas fechas. Es chico, boutique, y lo bueno es que no hay que hacer cola en las aerosillas", cuenta Guido.
Recuperar una mística
No se trata de una decisión machista (aunque admite más de un cuestionamiento por parte de la platea femenina), sino más bien de la necesidad de recuperar una mística, una cofradía que sólo el código masculino entiende. "Lo que se ve con frecuencia en grupos de amigos varones, que comparten o han compartido experiencias deportivas como fútbol, rugby o esquí, es que se proponen, año a año, embarcarse en esta experiencia con la intención de revivir un fugaz retorno a una imaginaria y nunca olvidada adolescencia -plantea la psicoanalista Adriana Guraieb-. Es un tiempo para fortalecer amistades que en el frenesí de la vida diaria quedan olvidadas o postergadas, recuperar algo de la juventud y sobre todo manejarse con los horarios propios: todo eso da como resultado vivencias de libertad, ya que estar en pareja básicamente es negociar con el otro infinidad de situaciones, todos los días del año. No tener que hacerlo se convierte en una de las ventajas de estas minivacaciones."
Ellas, mientras tanto, se reservan días para planes diferentes, priorizando siempre los destinos de playa. "Cuando viajan mujeres solas, la idea del viaje, en el 99% de los casos, es relax. Mientras los hombres no se fijan tanto en la calidad del hotel, ellas buscan que todo esté más organizado y propuestas que tengan paquetes armados. Las motiva conocer culturas diferentes o hacer compras", dice Rodolfo Anselmo.
"Ojo, aunque quisiera traerla -interviene Francisco-, mi mujer odia el frío. Ni loca viene para acá. Pero no nos vinimos a una playa en Brasil. Ahí sí habría que dar más explicaciones...", dice y los otros siete coinciden.
De los cuatro amigos del colegio, mientras tanto, tres están solteros y sólo uno está en pareja. "Pero ha pasado alguna vez que una chica sugirió sumarse y enseguida cortamos toda posibilidad. Nunca les dimos una mínima chance", asegura Federico Fernández.
"Esta modalidad de viajes suele tener mala prensa, porque circula en el imaginario social que estar en pareja significa tener ganas siempre de hacer todo lo que se pueda juntos, pero la experiencia nos muestra que no siempre es así", desliza la licenciada Guraieb. De hecho, Santiago García Moritán, el único comprometido del grupo, asegura que su novia comprende que para él ésta es una escapada necesaria y no puso mayores objeciones. "Sabe que lo necesito, lo hago desde hace años. No tiene por qué enojarse, hacemos una vida tranquila", sostiene.
Sumar a los hijos
También están aquellos que, de un tiempo a esta parte, suman a los hijos. Como Federico Pedernera, un médico de 38 años que viaja con sus amigos a Chapelco "desde que estábamos en la facultad". Este año, fue con Luis, de Tandil, y Martín, de Mar del Plata, a quienes conoce desde el CBC. "Cada uno salió de su ciudad y nos encontramos en San Martín de los Andes. Armamos el viaje de acuerdo con nuestras actividades y con las de los chicos, que por ahora no se resisten a acompañarnos -cuenta-.Este año es un poco diferente porque trajimos a mi hijo mayor, de casi 4 años, para que tenga su primera experiencia con esquíes." ¿Y por qué un viaje sin mujeres? "Bueno, la nieve es una situación, como decimos los médicos, preexistente, con lo cual no hubo mucho que negociar: lo hacíamos antes y por qué no hacerlo después -dice Federico, entre risas-. Pero por suerte, y en serio, tenemos la banca inmensa de nuestras esposas, que nos apoyan." La suya, específicamente, se quedó cuidando al hijo más chico, pero hace sólo semanas viajó con sus amigas a la playa y dejó a Federico con los dos varones. "Tratamos de ser ecuánimes y nos respetamos nuestros espacios", resume él.
Es justamente ahí, en la idea del terreno propio, donde parece estar el encanto: aire, reencuentro, código de hombres y una suerte de viaje al pasado para asegurarse de que hay vínculos que perduran. Sin embargo, hay cosas que conviene tener en cuenta."Diez o veinte años más tarde, es otra la generación que revive la experiencia del viaje de amigos. Y ya avanzado su ingreso en la vida adulta, con el acceso a la madurez personal, laboral y familiar, puede aparecer en ellos el conocimiento de sus límites, de aquello a lo que se podrá acceder y también lo que puede ser ya difícil de alcanzar -advierte el psicólogo y psiquiatra Adrián Cesar Besuschio, de APA-. Surge la fantasía de detener el tiempo en un viaje ilusorio al pasado, pero la realidad se impondrá tarde o temprano, mostrándoles que son otros los ahora protagonistas de la aventura adolescente, y que sus familias, ocupaciones y desafíos diarios, los esperan a la vuelta."
Pero si bien algo de esto puede hacerse presente, lo cierto es que todos tienen en claro que hoy el respiro no es más que eso, un paréntesis en la rutina. El esfuerzo deportivo, además, deja poco lugar a otras actividades, sobre todo las nocturnas, que suelen ser las que traen más conflictos en la pareja. "Hace 13 años el cuerpo te daba para deporte y noche -reconoce Fernando-. Pero hoy preferimos disfrutar del esquí. Antes veníamos con la idea de no parar en todo el día; ahora simplemente queremos desconectarnos de la realidad y del trabajo."
"Es nuestro ritual anual"
En estos días, Guido está expectante por la inminente llegada de su bebe. Aún así, dejó a su mujer, embarazada de ocho meses, en Buenos Aires, para ir junto con su cuñado (también futuro papá) y otros cinco amigos al Cerro Castor. Casi siempre se escapan en agosto, pero este año, la fecha de parto los obligó a acelerar los tiempos. Aunque a muchos les sonará raro, la propia mujer de Guido les consiguió el paquete para ir a esquiar.
- Guido Tonelli
32 años
"Ella sabe que lo necesito "
Diez años después del mítico viaje de egresados, Santiago repitió este año la experiencia con sus cuatro amigos del colegio secundario. Al ser el único comprometido del grupo, la pregunta es inevitable: ¿qué opina ella? Santiago asegura que su novia lo entiende como una necesidad y no pone objeción alguna. "Lo hago desde hace años, no tiene por qué enojarse, hacemos una vida tranquila", dice.
- Santiago García Moritan
28 años
Con la colaboración de Fernando Massa