Fuentes, estanques y paredes acuáticas enriquecen el diseño, aportan frescura y agregan sonidos reconfortantes a los espacios al aire libre. ¿El plus? Atraen aves y suman diversidad vegetal.
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El agua tiene un alto valor paisajístico dentro de los jardines actuales, sobre todo cuando se trata de buscar relax o dinamismo en nuestro espacio al aire libre. De espejos de agua quietos que toman formas de estanques a fuentes con agua en movimiento: las variantes que adopta son varias y solo están sujetas al gusto propio y a las posibilidades del lugar. El propósito es siempre aportar frescura, y pueden sumarse sonidos suaves, reflejos del cielo y fauna. Las plantas acuáticas cobran protagonismo y remiten a ríos o lagunas naturales.
Frescura integral
El estanque es el punto de partida para el proyecto de arquitectura. Antiguamente, el terreno donde se emplaza la vivienda era parte de un bañado, y por este motivo surge la premisa de evocar el origen. La idea es que la casa tenga un corazón de agua, y cada uno de sus ambientes se expande hacia el estanque a través de las amplias superficies de cemento alisado. Por eso se forma ese recorte sobre el cuadrado original de agua.
La profundidad del estanque es de 50 cm y recibe sol todo el día. Aloja papiros (Cyperus papyrus), camalotes (Eichornia crassipes), lentejas de agua, lirios (Iris pseudacorus), acorus y totoras.
Es importante disponer plantas oxigenadoras dentro del agua, para asegurar que se mantenga cristalina y sin mal olor, ya que aportan al equilibrio biológico del ecosistema acuático: incorporan las sales disueltas en el agua, producen oxígeno en grandes cantidades y controlan así el crecimiento de las algas. Sus raíces se desarrollan en el limo del fondo. Otra alternativa es colocar una bomba que recircule el agua para airearla.
Arq. Saturnino Armendares
Enamorada del agua
Es un patio de acceso a la casa, orientado al Norte. Recibe sol durante todo el día y el agua en movimiento constante aporta la frescura necesaria. La placa central que contiene el chorro de agua junto con el trío de columnas a ambos lados disimulan el acceso de servicio por detrás. La salida del chorro de agua y el receptáculo se cubrió con mármol travertino, mientras que el fondo tiene piedras sueltas para recrear una situación más natural.
Mechi Gil Belloni y Adriana Ochoa, paisajistas. Estudio de arquitectura Sánchez Elía.
A través de la serenidad
El proyecto de la casa surge encerrado en sí mismo; el patio nace para darle intimidad, silencio y entrada de luz al interior de la vivienda. Así, el patio de recibimiento se vuelve agua en su totalidad, un estanque que toma la superficie completa. Para atravesarlo, se recurre a un sendero compuesto por “islas de tránsito”, rectángulos de cemento con un descanso central que redirecciona el eje de partida.
Es un estanque de paso, donde el espejo de agua se vive bien puro, refleja el cielo sin plantas flotantes. Grandes grupos de papiros (Cyperus papyrus) y Xanthosoma nigrum colocados en contenedores dentro del agua a ambos lados del camino central flaquean la entrada principal permeable a la vista.
Arq. Saturnino Armendares y Arq. Silvina Berrondo
Murmullo vertical
Sobre la medianera posterior de un jardín urbano, rodeado de muros de seis metros de altura, se diseñó una pared de agua para incorporar un suave sonido y evocar lugares lejanos.
La fuente acompaña la medianera y está escoltada con columnas de cemento con la idea de fragmentar el rectángulo desde donde surge elagua. El receptáculo está recubierto con venecitas en los mismos tonos de la casa.
Eugenia Anaya, paisajista
Aires de campo
El patio se trabajó, desde el inicio, en conjunto con el estudio de arquitectura. Es el corazón de la vivienda, con aires campestres, y es visto desde todos los espacios interiores. La propuesta tiene como elemento principal un estanque rectangular, para aportar frescura y dinamismo. La manera en que se incorporó el movimiento del agua fue a través de un borbotón dentro de un bebedero de chapa oxidada. El sonido del agua, el sonido de ranas, pájaros y libélulas que se acercan al estanque enriquecen el espacio. Para cuando se retraen los lirios, los lotos (‘Ms. Perry’ y ‘The Queen’) y nenúfares en invierno, los aponogeton, repollitos y lentejas de agua se destacan, ya que aportan verde todo el año.
Acentuar el estilo toscano-marroquí de la casa fue una de las premisas. Por esto, se incorporaron olivos y cipreses que le ofrecen privacidad al lugar. Se diseñó el material del solado con la misma piedra bola cementada que recubre el estanque.
El secreto para que el sonido del desborde del agua sea agradable fue la escasa altura del bebedero respecto del espejo de agua: no mayor a 25 centímetros. Nenúfares blancos ‘Virginalis’, ‘Sasaki Pink’ rosados y ‘Perry’s Baby Red’ fueron los elegidos para colonizar el agua.
Palmira Resio de Basabilvaso, paisajista. Estudio de arquitectura Ricardo Pereyra Iraola.
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