En la última década se abrieron en Buenos Aires tres escuelas de seducción. Están dirigidas exclusivamente a varones que buscan mejorar sus habilidades de "levante". Todavía existen confusiones al respecto. Muchos piensan que los hombres aprenden allí técnicas secretas de manipulación, hipnosis y dominio a través de la mente, para que las mujeres caigan subyugadas. Calma, no es tan así.
Sin embargo, en tiempos de gran sensibilidad feminista y denuncias públicas de acoso sexual, ¿cómo reaccionaron estas academias? ¿Tuvieron que cambiar los contenidos? ¿Los alumnos llevaron el tema a los claustros?
Identificar y respetar el no
Con picardía e instinto comercial, los responsables de los institutos dicen que ellos son los primeros feministas porque en los cursos se enseña, antes que nada, a identificar y respetar las señales de "no" de la mujer.
Martín Rieznik, un pionero en muchos sentidos (ya se verá), fundó LevantArt en 2008 junto a su hermano, el doctor en Física y neurocientífico Andrés Rieznik, y un tercer socio. Actualmente tienen sedes en Argentina, Colombia, México, Chile y Uruguay.
Según cuenta Martín, en diez años más de cinco mil hombres han hecho el "seminario de seducción" de LevantArt, pero el impacto llegó a cientos de miles a través de charlas TEDx, videos en internet, capacitaciones corporativas (acerca de "cómo seducir clientes") y entrevistas en medios.
En relación al clima que desataron las denuncias de abuso y acoso sexual en Hollywood, que luego se extendieron a otros ámbitos y países, Martín dice: "Actualmente se está haciendo púbico qué es todo aquello que ´no´ deben hacer los hombres y es un buen primer paso, pero aún es muy escaso y confuso el conocimiento que se ofrece sobre lo que ´sí´ podemos hacer a la hora de seducir. A eso me dedico yo, a enseñar los ´sí´".
"No cambiamos las técnicas de abordaje porque siempre enseñamos lo mismo: se debe comenzar sin invadir el espacio personal y estando atento a los indicadores verbales y no verbales para avanzar o retroceder. Cuando el abordaje es bueno, en general las señales serán de avanzar, porque estás diferenciándote de todo el resto de los hombres que abordan siendo invasivos o demostrando demasiado interés o que sólo se animan a piropearla desde 50 metros", agrega.
¿Los alumnos llegan a las aulas con miedo a ser denunciados por acoso a partir de un malentendido? "La verdad es que no –responde Martín–, y creo que se debe a que, si toman el curso, ya tienen un plus; se están haciendo cargo de un problema, admiten que tienen cosas para mejorar en cuanto a su autoestima, su actitud, su forma de vestir, su manera de expresarse, su lenguaje corporal, y se capacitan para entender a las mujeres".
Hoy los varones se ven desorientados porque algunas chicas jóvenes (y no tanto) rechazan galanterías que en otra época eran usuales, como abrirles la puerta o dejarlas pasar primero al subir al colectivo. Ellas consideran que "la caballerosidad no existe" sino que es una forma oculta de machismo que hay que desterrar. ¿Qué hacemos ante eso, profesor? "Muchas se enojarían si, por el contrario, no las dejás pasar primero. Depende de cada mujer. Algunas no permiten que pagues la cuenta sólo porque sienten que estás menospreciando su independencia y otras lo ven como un buen gesto. Como regla, prefiero pecar por exceso: dejarla pasar en la fila, pagar la cuenta, acompañarla a su casa. Si no le gusta, te lo hará saber y ahí sí corresponde aceptar su decisión", dice.
Mientras sueña que la seducción llegue a ser algún día una materia en los colegios, Martín Rieznik da cátedra no solo en los cursos, sino en la vida. Con 36 años, está en una relación de poliamor. Forma una "trieja" (una pareja de tres) con dos chicas de 26 y 27. La popular aúlla.
El concepto de feminismo se desvirtuó
Por su parte, Nicolás de Marco, director de Uniseducción (academia que funciona hace cuatro años y lleva capacitados a 800 hombres), dice que "el feminismo extremo es algo que enseñamos a tener muy en cuenta a la hora de un acercamiento; lamentablemente el concepto de feminismo se desvirtuó en algunos ámbitos, haciéndose ver como una lucha entre la mujer y el hombre, algo muy lejos de la idea de que todos tenemos los mismos derechos".
"Las técnicas en general no han cambiado. Seducir no tiene nada que ver con acosar. La seducción se centra en el estado emocional de la otra persona. Si se encuentra una negativa, el que inicia la propuesta se retira", abunda Nicolás.
A este muchacho de 30 años, con estudios en coaching ontológico y Programación Neurolingüística (PNL), tampoco le va mal. "Salgo con una chica, nos estamos conociendo", dice cual estrella de TV. Y cierra con una verdad que tira abajo cualquier teoría sobre el macho alfa: "Las que siempre van a elegir son ellas. Lo que nosotros hacemos es mejorar la oferta".
"Cómo encarar una chica en la calle". Video con humor a cargo de Adrián Hume, coach de Uniseducción:
Existe otra academia de "levante" que funciona en Buenos Aires: Seducción Secreta, pero prefirió no responder las preguntas para esta nota.
Cuánto cuesta ser un "winner"
En LevantArt, el curso inicial de seducción dura dos meses. Las clases teóricas son de tres horas una vez por semana. Cada quince días se organizan salidas de sábado a la noche o domingo por la tarde. Sirven como clases prácticas en bares, discotecas, parques y ferias. Los demás fines de semana, a los alumnos se les asignan "misiones", como abordar a una cantidad determinada de mujeres, conseguir números de teléfono, obtener un beso o algo más. El costo total de la capacitación es de 5.500 pesos.
Mientras, el "curso intensivo" de Uniseducción puede darse en dos modalidades: en un solo fin de semana de viernes, sábado y domingo, o en una agenda mensual. En ambos casos hay teoría en el aula y "trabajo de campo" con salidas a lugares de esparcimiento, y se alcanza una carga de 22 horas. ¿El precio? Doscientos dólares. Es decir, 5.000 pesos (por ahora).
En cualquiera de estos cursos, claro, habrá que sumar una cuota de "materiales": entradas a boliches, tragos, ropa nueva para verse mejor y todo lo que haga falta si se "gana". ¿Habrá fiesta de egresados?