Cómo impacta el calor en el rendimiento a la hora de entrenar
Alejandro García, médico deportólogo, detalló a LA NACION los cuidados necesarios para hacer actividad física cuando las temperaturas se tornan agobiantes
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En pleno verano es usual que las temperaturas se disparen aisladamente o durante varios días seguidos, como pasó en la ola de calor que se instaló en enero. Con 35, 40, 45 grados, ¿se debe entrenar?
“No hay una temperatura de corte, para detener la actividad. ¿La temperatura ideal para entrenar? Se ubica entre los 12 y 13 grados…”, responde Alejandro García (@gymextremo), médico deportólogo (MN 106.404).
En días de calor extremo, no es necesario suspender el entrenamiento, aunque se imponen ciertos cuidados, como entrenar bien temprano o muy tarde, cuando baja el sol. También optar por ropa fresca, sumar algún ventilador o acondicionar el ambiente.
El consumo de agua fresca durante la práctica se vuelve fundamental. En los días más intensos del verano la necesidad diaria de líquidos, en una persona que entrena, puede llegar a los cuatro litros, incluyendo frutas y verduras que contienen agua, aunque todo depende “del sexo, la edad, el estado de salud, la tasa de sudoración, el clima y las características del ejercicio”, aclara García.
Entre quienes no paran aún con las temperaturas más incómodas, hay quienes creen que el hecho de transpirar los ayudará a conseguir mejores y más rápidos resultados. Esto no es así, ya que “el sudor no es grasa. Es un mecanismo del cuerpo que ayuda a contrarrestar el aumento de la temperatura corporal. Cuando uno hace ejercicio, aunque no haga calor, sube la temperatura del cuerpo. El sudor es un mecanismo que baja la temperatura de ese cuerpo, tratando de regularla. De hecho, cuando no podemos regular la temperatura del cuerpo porque el calor es mayor de lo que nosotros podemos compensar, aparecen los golpes de calor de esfuerzo”, sostiene Alejandro García.
Además del calor influye la humedad. El rendimiento deportivo puede bajar más por la humedad del ambiente que por el calor en sí mismo. Como recaudo, en días de alta temperatura o humedad, se indica bajar las cargas, la intensidad e incluso el tiempo del entrenamiento. No intentar rendir lo mismo que en otros días para evitar lesiones.
¿Hay señales de aviso de que hay que parar? “Lo ideal es que nuestro cuerpo no nos dé ninguna señal. Porque cuando esto sucede, técnicamente ya estamos deshidratados y sufriendo el inicio de un golpe de calor. Hay que trabajar en la prevención”, aconseja el profesional. Dolor de cabeza, falta de rendimiento, cansancio extremo, mareos, sequedad de las mucosas de la boca y de los ojos son síntomas de que el problema se agarró tarde. Con los cuidados adecuados, se puede entrenar sin llegar a sufrirlos.
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