Cómo es Okunoshima, la misteriosa “isla de los conejos” en Japón
A 90 kilómetros del centro del país nipón, esta isla se erige como uno de los atractivos turisticos; cómo llegar y su historia marcada por la guerra
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Japón es un país caracterizado por tener, dentro de su territorio, diferentes tipos de actividades que llaman la atención de los turistas. Ubicado en el continente asiático, en esta nación se pueden encontrar lugares verdaderamente insólitos como islas pobladas de gatos, tiburones y conejos.
Esta última, llamada Okunoshima, es una de las atracciones que eligen algunos aventureros, quienes se animan a viajar durante mucho tiempo por el interior de ese país para arribar a este territorio de cuatro kilómetros cuadrados.
En principio, para ir a esta isla conocida por la gran cantidad de conejos, se deberá trazar una ruta que abarcan 90 largos kilómetros distribuidos en un tren bala, un colectivo y un ferry. Rodeado de paisajes imponentes, este lugar, alejado de los puntos más reconocidos de Japón, se convirtió en un punto muy visitado por los niños, quienes quedan azorados al ver a esta jauría de mamíferos.
Según los visitantes de esta isla, al desembarcar en ella, el recorrido puede durar hasta dos horas con una caminata lenta y pausada para poder observar el microclima que se genera con la fauna propia de Okunoshima.
Una de las particularidades que encierra esta extensión de tierra rodeada de agua es que los perros y los gatos están prohibidos, por lo que los conejos son los amos de este lugar. En consecuencia de ello, los comerciantes de la zona ofrecen bolsas de alimento balanceado para darles de comer y así completar una experiencia distinta.
Una historia enmarcada por la guerra
Cuenta la historia que en 1925, la isla estaba completamente olvidada. Era tal el abandono que solo tres familiares de pescadores residían permanentemente. En 1939, esta locación empezó a ser tenida en cuenta para ser considerada como un “proyecto secreto de armas químicas” debido al inicio de la Segunda Guerra Mundial. Al estar alejada de las grandes ciudades y ser dificultoso el acceso por la frondosa vegetación, el Ejército nipón decidió instalarse por esas latitudes para hacerle frente a la contienda bélica.
Las secuelas de la guerra fue tal que varios edificios del lugar quedaron completamente en la ruina y desde hace 74 años mantienen la fachada con la secuela de los combates. Otros, en cambio, no pudieron resistir al paso del tiempo y los escombros en el suelo son una prueba de la desidia que existió en este último tiempo, a pesar de ver a los conejos como un atractivo del lugar.
Lejos del conflicto armado y enfocado en lo turístico, esta isla pudo reconstruirse a pesar de las vicisitudes anteriormente nombradas y hoy en día posee un pequeño campo de golf, sumado a zonas para poder acampar, si así lo deseara el turista. Por otra parte, se creó la “colina del sol poniente”, un enclave para estar situado en un lugar preferencial para la puesta el sol. A pesar del paso inexorable del tiempo, cada porción de tierra de Okunoshima será reconocida por los conejos, quienes son más de 1000 en toda la isla y reciben asiduamente la visita de personas que comparten un grato momento junto a ellos.
LA NACIONTemas
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