Estar presentes, agasajar, encontrar grandeza en lo pequeño. La periodista Malena Higashi nos revela los secretos del Chadō, una práctica milenaria que comenzó a practicar de niña con su abuela sensei.
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“La práctica del té se extendió en Japón en una época signada por guerras civiles, y el acto era un momento de paz. Hoy tenemos, en otra escala, nuestras propias guerras: ¡una pandemia y todo el efecto dominó que trajo! La falta de tiempo, el estrés. A través de la práctica se puede llegar a un estado de tranquilidad que ordena y tranquiliza la mente”.
Quien habla es Malena Higashi, licenciada en Letras, periodista y practicante de la Ceremonia del té japonesa, conocida como Chadō o Chanoyu. Malena adoptó esta práctica de su abuela, Emiko Soe Arimidzu, que fue una respetadísima sensei de la disciplina. Ella la cuidaba de pequeña y allí comenzó a tomar sus clases, siguiendo de alguna forma la costumbre nipona de heredar las tradiciones generacionalmente. Al principio lo veía como un juego, pero comenzó a ver que el Chadō tenía muchos valores que compartía. Y en 2017 se embarcó en el programa Midorikai de Urasenke Kioto, y pasó un año estudiando la práctica en esa ciudad.
Hoy el Chadō es central en su vida. Es anfitriona de encuentros para el público general y dicta talleres para acercar las dos culturas en las que fue criada. “Tomar un té en silencio y prestar atención a los detalles es un ritual pequeño pero profundo”, dice.
¿Por qué se dice que esta práctica es una “meditación en movimiento”?
Entre todas las definiciones que hay acerca del Chadō, esta es la que en Occidente puede entenderse rápidamente. Tanto la anfitriona como los invitados deben concentrarse en el aquí y ahora y disfrutar de ese momento. Los movimientos para preparar el té son como pinceladas y todo el ambiente genera mucha tranquilidad: hay un arreglo floral muy simple llamado chabana, una caligrafía y los utensilios para preparar el té son de cerámica, bambú, laca. Piezas bellas y especialmente elegidas para esa ocasión. Hay cuatro principios en la ceremonia del té: armonía, respeto, pureza y tranquilidad. Tienen que ver con la estética pero también con los sentimientos. Y la tranquilidad es el estado al que se llega a lo largo de años y años de práctica en donde vamos puliendo los primeros tres principios.
En el Chadō, los movimientos para preparar el té son como pinceladas y todo el ambiente genera mucha tranquilidad.
¿Qué nos podemos llevar de esta práctica a la vida diaria?
Hay un pensamiento ligado a la práctica y al budismo zen: “Ichi go ichi e”, significa que cada momento es único e irrepetible. El Chadō se trata de disfrutar con todos los sentidos ese momento para compartir una taza de té, en un ambiente que el anfitrión preparó con dedicación para su invitado. La práctica del té se extendió en Japón en una época signada por guerras civiles, y el acto era un momento de paz. Hoy tenemos, en otra escala, nuestras propias guerras: ¡una pandemia y todo el efecto dominó que trae! La falta de tiempo, el estrés. A través de la práctica se puede llegar a un estado de tranquilidad que ordena y tranquiliza la mente.
Fuiste un año a Japón a seguir estudiando Chadō, ¿qué aprendiste?
Ese año en Kioto sumergida en el mundo de la Ceremonia del té dejó marcas tan fuertes que siguen apareciendo tres años después. Me trajo un cambio de vida rotundo. Todo lo que hago ahora gira alrededor del té y de Japón. Antes de ese viaje mi práctica se limitaba a las clases, como si el Chadō fuera algo separado de mi vida. También cambios en el cuerpo. Al tener una práctica diaria de Ceremonia, algo de la postura me quedó por fin grabado. Ya no me duelen las piernas cuando me siento en seiza y cambió mi porte, la manera en que llevo el cuerpo. Pero me falta muchísimo por aprender, es un largo camino.
¿De qué forma podemos llevar los conceptos de Chadō a un té o momento en casa?
Creo que esta idea de tomar un té en silencio y prestar atención a los detalles, como el sonido que hace el agua cuando la servimos, el aroma que desprenden las hebras, elegir la vajilla que nos gusta ese día en particular, se está extendiendo cada vez más. Es un ritual pequeño pero profundo. Y ayuda a despejar la mente y conectar con una. Todo eso tiene mucho que ver con el Chadō. Aunque el que se toma en la Ceremonia es matcha, un té verde en polvo que es distinto al té en hebras que nos es más familiar.
En “Un Japón propio” explorás otros aspectos de la cultura japonesa, ¿qué ideas que te haya acercado este país destacás?
El taller se divide en tres ejes: el peregrinaje, el cuerpo y la cultura nikkei. Hoy las antiguas rutas de peregrinaje son recorridos turísticos, pero quise indagar en la literatura que surgió de ellas, a través de los poetas peregrinos. Peregrinar significa andar por tierras extrañas y esa idea del extrañamiento aún en la caminata más cotidiana es necesaria hoy, para salirnos del ruido mental que nos traen las noticias y este contexto pandémico. La cultura japonesa tiene eso de encontrar la grandeza en lo pequeño. Algo muy necesario en los tiempos que corren.
La cultura japonesa tiene eso de encontrar la grandeza en lo pequeño.
Con respecto al segundo eje, viviendo allá me di cuenta de que ellos tiene otra relación con su cuerpo: situaciones que a nosotros nos resultarían pudorosas (por ejemplo el onsen, el baño termal, en el que las mujeres y los hombres se meten desnudos) ellos las viven con naturalidad. Pero un escote o un vestido que marque las curvas es inusual en las japonesas y de lo más común en nuestra cultura latina.
El tercer eje, que es la cultura nikkei, es importante porque da cuenta de las cosas que pasan cuando se cruza la cultura japonesa con la local. Desde Argentina no se puede pensar en una cultura japonesa pura, el cruce es inevitable y eso da lugar a una nueva cultura.
Se pueden tomar clases de Chadō en la escuela Urasenke (@urasenkeargentina), cuyas actividades se fueron adaptando al contexto. El Centro Cultural de la Embajada de Japón también ofrece charlas y actividades en torno a la práctica.
Malena Higashi (@ekekochi) ofrece los talleres “Agua caliente para el té”, “Un Japón propio y Help yourself: de los conceptos japoneses a los libros de autoayuda”.
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