Ocurrió en el lugar menos pensado; fue amor a primera vista. Pero una foto puso en pausa sus deseos
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Fue amor a primera vista, como en la películas románticas. Pero esta vez le pasó a ella. Siempre había bromeado al respecto, pero esa tarde cuando lo vio entrar al salón su corazón se detuvo. Él era alto, mulato, de contextura grande. “Físicamente, me impactó. Como es profesor de danzas, es un excelente bailarín. Y eso tiene un sex appeal inexplicable. Ademas, aunque fue mi primera clase, se había interesado en saber mi nombre y conocerme brevemente. Eso me gustó”.
Antonella había terminado hacía poco una relación complicada. Sin embargo, aunque todavía la angustia la acompañaba, quería empezar de cero y finalmente había sentido la libertad para hacer eso que tanto deseaba: tomar clases de baile. Entonces se anotó en una escuela de danza que quedaba cerca de su trabajo y sin conocer absolutamente a nadie. Su última relación amorosa había sido monótona y necesitaba cambiar de aire.
Las clases de Hip Hop y ritmos urbanos a las que se había anotado realmente eran desafiantes. Pero el profesor siempre buscaba lo mejor de cada alumno. Y lograba visibles avances en cada uno de los asistentes. “Más allá de la atracción que sentía por él, tengo que reconocer que fue una persona que me inspiró muchísimo artísticamente. Me enseñó a no estancarme, a siempre ir por más. Actualmente -y en parte gracias a esa inspiración- yo también soy instructora de danzas, hago música, modelaje y conducción, además de mi trabajo de oficina”.
Romper las reglas
Pero Antonella supo que él estaba en una relación complicada y no quiso apresurarse. Mantuvieron un trato formal, de los que se tienen entre los alumnos y el profesor. Además, la escuela a la que asistía era estricta en ese sentido: no estaban bien vistas las relaciones entre el cuerpo de docentes y el alumnado. Por eso, la primera vez que hablaron fue en otro contexto, en una reunión de fin de año que habían organizado algunos alumnos en un bar. E invitaron al profesor, por supuesto. “Yo le había contado a una compañera que él me gustaba y me hizo la segunda. Fuimos tomando tragos, luego bailamos en la pista. En un momento ya nos habíamos alejado del resto del grupo y todo fue mágico”.
Después de aquella noche comenzaron a verse regularmente. Se encontraban fuera de la escuela para salir. Muchas veces incluso, cuando terminaba la clase, ella lo esperaba en algún bar a un par de cuadras para que nadie los viera juntos. “En él encontré mucho más que un bailarín extraordinario que llamaba la atención por su carisma y talento. Él era una persona con la que podías hablar horas y reír con total sinceridad. Es un tipo sensible, que escucha atentamente todo lo que decís y recuerda los detalles. Siempre que estábamos juntos, me trataba como una reina. También me gustó que tiene su lado nerd, íbamos al cine a ver películas de Star Wars. Hablábamos de comics, de música, películas... nunca me aburría”.
Antonella estaba cada vez más enganchada. Y así, entre risas y momentos de felicidad salieron a escondidas por casi un año y medio. Pero ella jamás había tenido el coraje de decirle que estaba completamente enamorada de él. Y finalmente, una vez que él se separó y tuvo la oportunidad para decirle lo que sentía, algo salió mal. “Cuando por fin me había animado a hablarle, él subió una historia en la cama de otra chica. Mi corazón quedó hecho pedazos... me alejé sin darle una explicación”.
Lágrimas y sonrisas
Intentó volver a empezar, una vez más. Puso todo su esfuerzo para superar a ese hombre del que se había enamorado como nunca antes en la vida. Lloró, sufrió mucho. Hasta que conoció a otro hombre y se animó a una nueva relación. Pero el destino quiso que fuera un vínculo tóxico en el que el maltrato psicológico era moneda corriente. “Para colmo, este chico me había revisado el celular y encontró chats y videos con mi profesor de baile. Y empezó a perseguirme con que yo tenía aún una historia con él. Me había prohibido ir a eventos de baile y todo lo que me gustaba porque no quería que me cruzara con él”.
El tiempo pasó. Antonella pudo separarse de aquella pareja en enero del 2020 y después de muchas lágrimas. Habían pasado seis años desde que había conocido a su profesor y nunca había logrado olvidarlo. Ese hombre la hacía feliz, la hacía sentir la mujer más hermosa del planeta.
“Hace unos meses lo volví a buscar en redes sociales y de a poco volvimos a hablar. Concretamos una cita. Yo estaba híper nerviosa por el reencuentro, además no sabía cómo sería. Vi en sus redes que tenía pareja, así que no sabía tampoco hasta dónde podía avanzar. Llegó a casa y fue como si no hubiera pasado ni un día desde la última vez que lo había visto. Esa magia seguía exactamente igual... esas risas, esa piel. Luego de tomar un par de tragos llegó el momento de las revelaciones. Él me dijo que jamás me había olvidado, que había sufrido mucho cuando yo desaparecí de su vida. Y me confesó que se había enamorado de mi pero que jamás me lo había dicho porque pensaba que yo no quería nada serio. En cuanto a su relación actual, aclaró que era abierta; lo creí y confirme”.
Actualmente se ven de vez en cuando. Se escapan de la realidad juntos y comparten momentos que los llenan de alegría. “Realmente me siento cómoda en la forma en la que estamos. En un nivel de sinceridad, complicidad y compañerismo cuya explicación excede a las palabras. Yo también me veo ocasionalmente con otras personas, pero nunca pude involucrarme sentimentalmente con nadie. Sé que no es el romance monogámico tradicional, pero yo soy feliz así y creo que es mi hilo rojo. Ese hilo que por más que se estire o retuerza, jamás se rompe”.
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