Cómo ayudar eficazmente a alguien sin lastimarnos a nosotros mismos
Lograr tomar distancia del problema que nos está contando una persona es fundamental para poder ayudarla sin sobrecargarnos emocionalmente
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Muchas personas acostumbran angustiarse y cargarse con los problemas de los demás. Prestan su oído para escuchar historias ajenas, en su mayoría negativas, y terminan sobrecargadas a nivel emocional. ¿Qué podemos hacer para ayudar eficazmente a alguien sin dañarnos a nosotros mismos? La respuesta es el tema de la presente nota.
Dentro del campo de la psicología existe un concepto técnico que se denomina disociación instrumental. ¿En qué consiste dicho concepto llevado a la práctica? En que una parte mía se identifica con lo que la otra persona me está contando. Me vuelvo empático; es decir, que me “pongo en sus zapatos” e intento comprender, de manera racional y emocional, lo que le está sucediendo.
Pero, otra parte mía toma distancia y me disocio. Es como si “saliera al balcón” y observara las circunstancias de vida del otro desde lejos. ¿Para qué? Justamente para ser capaz de gestionar mis propias emociones y consolar, o aconsejar si fuera necesario, a la persona sin que ello me termine afectando, lastimando o cargando a mí, lo cual me haría perder objetividad.
Si yo me identifico totalmente con la situación negativa que el otro está atravesando, me voy a angustiar con esa persona y voy a tener exceso de empatía. Y, si tomo demasiada distancia, me voy a volver frío y la otra parte va a sentir que no la comprendo.
¿Qué debería hacer entonces? Ubicarme en mi rol. ¿Y cuál es mi rol cuando alguien me cuenta un problema? Un rol “profesional”. Tal es el caso, por ejemplo, de una enfermera que tiene que aplicar una inyección. Ella no se mimetiza completamente con el paciente, pues, de lo contrario, diría: “¡Pobrecito, le va a doler!”. Ella toma distancia y es su profesionalidad lo que le permite disociarse. Por un lado, identificarse y, por otro lado, alejarse y cumplir con su tarea.
En estos tiempos de crisis en los que vivimos, donde mucha gente ha visto afectado su mundo emocional y requiere contención, esta es quizás la mejor manera de ayudar eficazmente sin terminar sobrecargados o lastimados. Recordemos que nadie puede dar lo que no tiene y, si yo deseo cuidar y ser de ayuda a otros, en primer término tengo que hacerlo conmigo mismo.
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