La increíble historia criminal de François Chiappe, que falleció en 2009, a los 88 años, en las sierras de Córdoba
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Su historia inspiró un clásico de Hollywood, una película ganadora de cinco premios Oscar. Sin embargo, Contacto en Francia sólo retrata un recorte de su vida, cuando se convirtió en una pieza clave de la mafia corsa que inundó de heroína los Estados Unidos. Antes había sido miembro de la Legión Extranjera, fue colaboracionista de la Gestapo durante la Segunda Guerra Mundial y perteneció a la organización terrorista francesa OAS (Organisation Armée Secrète) que sembró el terror durante la Guerra de Argelia.
Desembarcó en el puerto de Buenos Aires como exiliado y encontró su lugar en el mundo en La Falda, Córdoba. Sin embargo, su historia criminal no se detuvo. Estuvo detenido por el asalto a una sucursal del Banco Nación (donde hay crónicas exageradas que dicen que se habría llevado 68 millones de dólares) y por algún motivo jamás explicado fue liberado con la amnistía que decretó Héctor Cámpora en favor de los pretendidos presos políticos.
Su vida y sus delitos, que incluyen asesinatos, fueron documentadas de manera extensa y detallada por Osvaldo Aguirre, escritor y periodista. En una entrevista con LA NACION, repasa los acontecimientos de la vida de este icónico criminal.
-Osvaldo, ¿cómo y en qué contexto llega Chiappe a la Argentina?
-Después del fin de la Segunda Guerra Mundial. Había una serie de franceses y corsos que habían tenido algunos con el nazismo y que protagonizaron hechos delictivos comunes, que se radicaron en Buenos Aires y Córdoba. Muchos establecieron negocios de whiskerías y lugares nocturnos donde había prostitución, bajo la mirada atenta de las autoridades. En ese contexto llegó Chiappe, que no fue el primero de ellos, pero sí el que tuvo más protagonismo. Los corsos, en particular el caso de Chiappe, habían sido combatientes en la guerra de Argelia, incluso condecorados. Sea por su pasado nazi o por sus antecedentes delincuentes comunes, escaparon de Europa y eligieron como nuevo destino a la Argentina, aprovechando las redes de exilio existentes desde la Segunda Guerra. François Chiappe desembarcó en Buenos Aires en 1965, con 45 años y documento falso. Apenas llegó al país fue a un restaurante que quedaba en Constitución, “Los Antiguos Combatientes”, lugar de reunión de muchos franceses. Allí conoció a quien sería su esposa, la argentina Margarita Naval, que trabajaba de moza.
-¿Por qué escapaba de Francia?
-A él allá se lo relacionaba con la OAS, que era la Organización del Ejército Secreto, por sus siglas en francés, una organización paramilitar que cometió graves crímenes en Argelia. Pero también tenía un incidente más cercano: había matado a dos personas en una pelea y era intensamente buscado por las autoridades. Él era un miembro activo de la mafia corsa. Allí, la tradición de mafia, de crimen organizado preexistente, también existía. Si bien la mafia es un fenómeno globalizado históricamente, nosotros la asociamos directamente con Italia, con las organizaciones criminales originales de Sicilia. Sin embargo, en Marsella y en Córcega, desde el principio del siglo también hubo redes muy importantes que, a diferencia de las sicilianas, se interesaron más tempranamente por el negocio de la droga, específicamente por el de la heroína.
-¿Cuándo es que empieza a sonar su nombre en la República Argentina?
-En el año 1968 hubo unos procedimientos de la Policía Federal en Olivos donde Chiappe fue detenido junto a otros franceses. Allí se incautó heroína. Es algo muy llamativo para la época: no era común el narcotráfico en Argentina, mucho menos aún la heroína en esa escala. En esa época, hubo una serie de golpes muy importantes contra las organizaciones francesas y corsas. Se descubre esta especie de triángulo entre Marsella, Buenos Aires y Nueva York, sobre todo, y empiezan a saltar los nombres de varios de los integrantes.
-Ese mismo año, en abril, se produce un asalto a la sucursal Boedo del Banco Nación y la policía lo arresta. ¿Por qué?
-Mi impresión es que ellos quedan un poco en la mira después de estos procedimientos del principio de año. Ese día, la policía arrestó a Lucien Sarti, otro miembro de la mafia corsa. Chiappe cayó por asociación, podría decirse. Sarti era más joven y tenía rasgos “atípicos” para ser delincuente. Las crónicas resaltaban que, por ejemplo, tenía una biblioteca y era muy lector, como que tenía cierto refinamiento. No era ningún bruto, claro, pero a la vez también recurría a la violencia. Ambos siguieron caminos distintos. Sarti terminó fugándose a México, donde murió años más tarde. Chiappe fue liberado a los pocos días.
-¿Se llegó a comprobar su involucramiento en el robo?
-En la prensa de la época se publicaron dibujos identikit que estaban hechos con mucha imaginación... Nunca se pudo comprobar.
Francois Chiappe vivió con aparente tranquilidad durante unos pocos años. Se dijo que gozaba con protección del gobierno de María Estela Martínez de Perón, que tenía contacto directo con el ministro José López Rega. Desde entonces, en cada nota periodística, se lo vincula con el grupo terrorista parapolicial Alianza Anticomunista Argentina, más conocido como Triple A. Se repetía como verdad que Chiappe los proveía de armamento contrabandeado, pero su mujer siempre negó estas versiones.
-¿A dónde va Chiappe cuando queda en libertad?
-Ya se radica en La Falda. Allí vivía con relativa tranquilidad... Hasta que vuelve a caer preso. En ese momento, los detalles de su figura y de las operaciones de la mafia, empiezan a ser investigadas con vehemencia en los Estados Unidos. En 1972 se detecta un contrabando de heroína desde el aeropuerto de Ezeiza donde caen varios detenidos y se vuelve a poner en circulación el nombre de Chiappe. Otra cosa que disparó las investigaciones fue la película “French Connection”, acá llamada “Contacto en Francia” (ganadora de cinco Oscar, protagonizada por Gene Hackman, que trata sobre el tráfico de drogas a Nueva York por parte de la mafia corsa). Y a partir de ella, y de los pedidos de extradición de Chiappe, también se empieza a hablar de “la conexión latina”. A raíz de esa investigación, Chiappe va preso otra vez, acá en Argentina. Y continúa tras las rejas por un tiempo.
-¿Por qué no fue entregado a las autoridades estadounidenses?
-Por los contactos que tenía, probablemente. Además, durante el gobierno peronista de Cámpora y luego de Perón y luego de Isabelita, las autoridades argentinas “se hicieron los boludos”, no respondieron el pedido. Y luego, él sale de la cárcel en la liberación masiva de presos políticos de 1973, mezclado entre ellos. Sin embargo, él no era un preso político. Pero era conocido, y bueno, cuando se publican las listas de los liberados, salta su nombre, entonces se genera un escándalo. Empiezan a surgir reclamos de que hubo otros que también salieron con esa “amnistía”, sin ser presos políticos, pero como no eran conocidos, claro, esos reclamos se diluyeron. Y las quejas sobre Chiappe, también. Y Chiappe vuelve a La Falda.
-Sin embargo, tu libro explica que no sería la última vez que estuvo preso...
-Volvió (ríe). Y esta tampoco sería la última vez, pero sería breve. Se sospechaba que estuvo presente en la masacre de Ezeiza. Las versiones surgieron de una publicación en la revista El Descamisado, del mismo año, poco después de producidos los hechos de Ezeiza, donde se menciona su presencia junto a los grupos parapoliciales del coronel Jorge Manuel Osinde. Ahí, además, lo mencionan como un antiguo colaborador de la gestapo francesa. Sin embargo, el juez dictaminó que Chiappe podía volver a su casa. Y el tema se pierde un poco, sale del comentario público, porque bueno, es una época que está atravesada por mucha violencia.
Así fue como Francois Chiappe regresó a La Falda, donde lo esperaba su esposa Margarita y su hija. Su fama había trascendido las crónicas policiales. Cronistas de los medios “grandes” se acercaron hasta su casa para contar su historia. Chiappe concedió algunas entrevistas. Según los registros de la época, sus vecinos lo veían como “un hombre bueno, muy tranquilo, que no sale mucho. Cuando uno lee todo lo que se dice de él, cuesta creerlo”.
Su tranquilidad, igualmente, no era total. Sabía que en algún momento le llegaría algún “vuelto”, alguien le cobraría alguno de sus crímenes. Sin embargo, seguía teniendo un perfil alto. Por esos tiempos, muchos miembros de su organización empezaron a caer en el país. Algunos fueron extraditados. Incluso fue detenido un futbolista de Independiente, Raúl Leguizamón, que para sorpresa de los hinchas del club estaba involucrado en la red criminal. Pero a Chiappe todavía le faltaba vivir su peor castigo...
En 1976, con el inicio de la dictadura , un grupo de militares lo fue a buscar a La Falda. “Se le terminó la protección”, infieren quienes trabajaron en el caso. “Lo tenían en alguna lista”, arriesga Osvaldo Aguirre. Chiappe, que no esperaba ser capturado ese día, estaba caminando por el barrio con Margarita. “Para los vecinos fue una cosa totalmente extraña. A pesar de que era un personaje bastante notorio, pensaban que era un buen vecino”, agrega el autor. Y remata: “Ahí sí lo extraditan”.
Chiappe le contó a su mujer que fue trasladado -con chaleco de fuerza y los ojos vendados- a un campo de detención en Buenos Aires, donde permaneció diez días. “Después lo volvieron a vendar y lo cargaron en un avión. Allí le avisaron que estaba a disposición del gobierno de los Estados Unidos, país en el que se lo enjuicia por conspiración por haber financiado con 6 mil dólares la French Connection”, dijo entonces Margarita.
-FInalmente, Chiappe enfrenta a la Justicia de los Estados Unidos.
-En primer lugar hay que contar que al mismo tiempo hubo otros corsos que fueron extraditados. A todos se les ofreció un programa de protección de testigos a cambio de información. Es decir que si delataban a otros compañeros de la organización zafaban o podían tener reducciones en su condena. Algunos lo aceptaron. Chiappe no cooperó y por eso le dieron una condena de 20 años. Tras cumplir 13, fue liberado por buen comportamiento.
-¿Regresó a la Argentina?
-Intentó volver al país, pero su ingreso fue rechazado porque no tenía papeles. ”Los militares le rompieron todo”, contó su esposa Margarita.
De vuelta en su hogar cordobés
En 1995 François Chiappe hizo un nuevo intento de regresar a La Falda. Y lo logró con una visa de turista. Pero se quedó más tiempo del permitido. Cuando fue descubierto por personal de Migraciones, enfrentó una batalla legal que duró cuatro años y terminó con su expulsión.
Pero el corso no sabía rendirse. Unos meses después de haber sido deportado, volvió a entrar al país. Aun no se sabe con precisión cómo lo consiguió, si lo hizo por la vía legal o de forma clandestina. Curiosamente, se radicó en La Falda, con su familia, entre sus vecinos de siempre. Lejos del foco de los medios, siguió su vida en la tranquilidad de las sierras.
No se supo más de él hasta abril de 2009, cuando trascendió la noticia de su muerte. El texto de LA NACION: “En el mayor de los silencios se mantuvo la noticia de la muerte del famoso capomafia François Chiappe. De hecho, se conoció sólo ayer, pero ocurrió el 2 de febrero pasado en un hogar de ancianos de la localidad de Santa María de Punilla, vecina a La Falda, donde residía junto con su esposa, quien confirmó el deceso. A lo largo de sus 88 años, tuvo una vida por demás agitada. Chiappe fue miembro de la Legión Extranjera y luego perteneció a la organización terrorista de derecha OAS; estaba sindicado como integrante de la mafia corsa y era protagonista de la French Connection, la asociación ilícita que se dedicaba al tráfico de heroína, trata de blancas y armas, y venta de protección en el mundo. Chiappe padecía diabetes, mal de Parkinson y amnesia, lo que, sumado a su avanzada edad, contribuyó a apagar su vida en el hogar San Francisco de Asís. Allí había sido alojado el 12 de diciembre último, en calidad de demente, según un informe médico. Sus restos fueron llevados a Córdoba y cremados”.
-Osvaldo, ¿cree que Chiappe pagó por sus crímenes?
-La sacó barata con esa condena, pero igual me parece que 13 años es un buen tiempo. Es cierto que hubo crímenes por los cuales no respondió, como el doble asesinato en Francia y también es cierto que buena parte de su historia siguió siendo desconocida. Se llevó a la tumba muchos misterios.
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