Le faltan piezas dentales, tiene dificultad para moverse y pesa solamente dos kilos y medio.
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En completo estado de abandono, en un armario sin luz, agua ni ventilación. Así encontró el personal policial de la ciudad de Buenos Aires a un mono Carayá cuando el domingo 5 de diciembre desarticuló un fiesta en Belgrano R. El allanamiento al domicilio ubicado en la calle La Pampa al 3100 se produjo luego de que los vecinos de la zona realizaran reiteradas denuncias por “ruidos molestos”. Fue entonces que el fiscal Maximiliano Vence decidió hacer lugar al pedido.
Desde ese día, Coco Simón, como bautizaron al primate de 6 años, se encuentra en la localidad de San Isidro bajo el cuidado de un matrimonio voluntario de la ONG Pájaros Caídos que decidió aceptar el desafío de transitar al animal. “Como no sabíamos en qué estado de salud iba a llegar -y en casa tenemos perros, gallinas, conejos y aves, todos rescatados del maltrato- decidimos adaptar el lavadero para recibir a Coco. Este suele ser el lugar donde hacemos la cuarentena de los que llegan enfermos y deben estar aislados para cumplir con su tratamiento”.
Un diagnóstico desalentador
El lunes 6 a primera hora de la mañana, Coco fue atendido por un veterinario especialista en primates. Luego de conversar con el profesional, aprender sobre la especie y tomar nota de las indicaciones sobre su alimentación para intentar estabilizarlo, el matrimonio comenzó la aventura de ayudarlo. “El diagnóstico fue tan desalentador que nos quedamos muy tristes, con la sensación de que llegamos tarde”. Coco tiene una desnutrición severa y atrofia muscular, lo que le impide mover sus miembros y desplazarse. Aunque es un animal adulto, pesa tan solo dos kilos y medio (en la naturaleza suele oscilar entre 8 y 10 kg). “No creemos que el no sea un punto de llegada, sino todo lo contrario, para Pájaros Caídos, este diagnóstico significa un desafío que asumimos con responsabilidad, cariño y compromiso desde el momento en que aceptamos el caso por el requerimiento de Unidad Fiscal Especializada en Materia Ambiental Ufema”, aclara Clara Correa, presidenta de la organización especializada en el rescate de aves.
El mono Carayá es el primate más grande del continente americano. En nuestro país se pueden encontrar en las riberas e islas de las provincias de Chaco, Corrientes, Formosa, Misiones y Santa Fe. Es una especie arborícola, habitan las copas de los árboles de selvas, bosques y sabanas chaqueñas húmedas. Tanto machos como hembras se distinguen por una barba abultada en la garganta que funciona como caja de resonancia y les permite emitir fuertes aullidos. Son los machos quienes los emiten y son capaces de ser oídos a más de 1,5 km de distancia. Se los puede escuchar principalmente durante el amanecer y el atardecer, para advertir sobre algún peligro, tormentas o simplemente para marcar su presencia ya que la espesura de la selva les impide el contacto visual entre los individuos del grupo. Esta característica les ha valido el nombre de monos aulladores y los convierte en los animales más ruidosos del mundo. “Desde que está con nosotros, si bien Coco emite algunos sonidos o gruñidos para expresar sus necesidades, no le hemos escuchado aullar. Aunque no lo sabemos, no descartamos que le hayan cortado sus cuerdas vocales”.
Libertad para ser
Sin embargo, mientras aguardan para que a Coco se le realicen una serie de estudios que puedan dar un panorama más completo sobre las causas de su estado de salud, desde la ONG no pierden la esperanza de que Coco pueda ganar en calidad de vida. “Nuestro objetivo, además de cuidarlo, es lograr que Coco se alimente, que se hidrate y que encuentre paz; que tenga aire, luz natural, la libertad de entrar y salir de su carrier cuando así lo desee y la posibilidad de ser. Lo hacemos con mucha paciencia y entendiendo que realmente ha sufrido”.
Desde que llegó a San Isidro, la mejoría de Coco ha sido notoria. Su pelo está brillante, cada vez come con más apetito y se muestra más interesado en recibir caricias y mimos de sus cuidadores. “También cambió mucho su mirada. La del primer día era casi desorbitada, como si estuviera en shock. Ahora se lo ve relajado, contento e intenta conectar con nosotros. Al principio notamos que buscaba contención y refugio. Ahora sabemos que se acerca para pedir mimos, se pone panza arriba, lo que es una señal de confianza en la especie”.
En cuanto a la dieta, Coco se muestra cada vez más interesado en diferentes alimentos, pero la realidad es que se le complica masticar ya que le faltan los caninos y otras piezas dentales. Por eso le resulta muy difícil masticar las hojas, no logra procesarlas y eso, desde luego, influye en su digestión.
“Lo que hago es hoja por hoja en forma de rollo. Eso simplifica la masticación y prácticamente puede comer la hoja completa de esa forma”. La prioridad son las hojas verdes. En estos días, la rúcula se convirtió en uno de las hortalizas favoritas de Coco. También le gusta la radicheta y la espinaca. Aceptó de muy buena gana el repollo colorado pero, nuevamente, se le complica masticarlo. “Como no toma agua, además de hidratarle bien las hojas verdes, le hacemos jugo de mandarina. Eso le encanta. También come ciruelas, banana, manzana, granada y otras frutas que los vecinos nos acercan”.
Aunque los cuidadores de Coco no saben a ciencia cierta cómo fue su pasado, asumen que por los comportamientos que el animal ha mostrado en estos días, estuvo encerrado y fue usado para entretenimiento de las personas que lo mantuvieron en cautiverio. “Algo que nos llama la atención es que Coco comienza el día recién a las 10.30 de la mañana. Los animales por lo general despiertan al alba, cuando el sol ya muestra sus primeros rayos. Probablemente haya trasnochado en su vida y esté acostumbrado a eso”.
El lunes Coco será atendido por profesionales de la Fundación Temaikèn. Allí se le realizarán estudios complementarios bajo sedación, lo que implica un riesgo para su salud. Luego se evaluará la posibilidad de su trasladado a un centro de rehabilitación para animales con discapacidad, en la Fundación ONG Carayá, de la provincia de Córdoba.
La audición del mono es otra incógnita para sus cuidadores. Aunque no parece ser mala, creen que el hecho de haber estado expuesto a ruidos tan fuertes con tanta frecuencia, pueda haber dejado secuelas. “Es claro que ha sufrido. Pero es importante difundir el mensaje sobre la importancia de respetar todas las vidas, de que existen especies en peligro de extinción y que vale la pena involucrarse”.
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