Sí, es aburrido, ya, culpar al covid por los enormes cambios que estamos viviendo. En realidad, muchos de esos cambios estaban en marcha; simplemente –otro lugar común– la pandemia aceleró los tiempos. Por ejemplo: desde hace años, los que siguen la temporada de premios vemos muchas de las películas nominadas a los Oscar o probables nominadas en casa. No es lo que corresponde, pero la piratería es imparable. En todo caso, eso muestra que el camino estaba pavimentado, y ya en 2020 hubo tres filmes de Netflix peleando por los premios (El irlandés, Historia de un matrimonio y Los dos papas). Este año, la tendencia es a que sea mucho mayor la cantidad. Es probable que todas las películas que compitan por la mejor, según la Academia, sean vistas desde un sofá ya legalmente.
Netflix –otra vez– es la compañía con mayores posibilidades de tener nominadas, e incluso de ser la primera firma de SVOD en tener un Oscar grandísimo en casa. Casi lo logra con Roma (que se llevó el premio de película en lengua no inglesa) en 2019. Y dado que 2020 dio una “primera vez” (Parasite se llevó mejor film extranjero y mejor película), lo más seguro es que siga el cambio de paradigmas. Hay varios títulos que ya son señalados por la prensa estadounidense como muy posibles contendientes; tres de ellos, visibles ahora o pronto.
Uno es La madre del blues (Ma Rainey’s Black Bottom), una película que tiene todas las posibilidades para algunos premios. Basada en un musical sobre los comienzos de la popularidad del blues a fines de la década del 20, la interpretan el fallecido Chadwick Boseman –que fue Pantera Negra y que tiene todos los tickets para un galardón póstumo– y Viola Davis, ya oscarizada. La produce Denzel Washington, es un gran espectáculo, sincroniza absolutamente con el Black Lives Matter y puede ser la película políticamente correcta y masiva obligatoria en la lista de hasta 10 películas para el premio mayor.
Después tenemos The Prom. Que es otro musical y también tiene corrección política por todas partes. No es que esté mal, por cierto, pero es el motivo por el que está en perfecta sintonía con los tiempos. Hay una chica que quiere ir a su baile de promoción con otra chica. Se lo niegan. Aparece el elenco de un musical de Broadway en la mala que funciona como hada madrina de esta gente, y el milagro a través de la canción y el baile. Ese elenco está integrado por Meryl Streep, James Corden, Nicole Kidman y Andrew Rannells. Y si todo tiene un aire a Glee, es porque el director es el creador de esa serie, Ryan Murphy, uno de los personajes más influyentes en el audiovisual contemporáneo (American Horror Story, American Crime y la reciente Ratched lo prueban). Es la comedia “feel good”, como dicen por aquellos nortes, también obligatoria.
Y la tercera con muchas posibilidades (aclaremos que hay más, como Cinco sangres, el film sobre Vietnam de Spike Lee, también con Chadwick Boseman en el reparto) es Mank. La película tiene mucho para la Academia: trata una historia real, se realizó en blanco y negro, el director es prestigioso, el actor principal se ganó la estatuilla hace poco y encima le pega a alguien que Hollywood no termina de amar ni de odiar. Mank es la historia de cómo Herman Mankiewicz (el hermano guionista de Joseph, creador de la obra maestra La malvada) escribió el guion de Citizen Kane, y vuelve sobre la remanida cuestión de quién es el autor de ese film que, a esta altura, es una especie de ballena blanca del cine. O sea, le pega a Orson Welles. El director es David Fincher: que, junto con Ridley Scott y Christopher Nolan, forman el trío de “grandes directores serios e importantes que la Academia aún no premió”, así que puede ser su año. El protagonista es Gary Oldman, diciendo líneas sarcásticas y sufriendo con ironía. Y todo es una producción muy grande: es decir, el gran espectáculo trascendente y sobre el propio Hollywood (les gusta martirizarse, hay que decirlo, como si debieran pedir perdón por hacernos sentir bien con las películas) que suele tener aplausos.
Ya, todo esto en la pantalla de su casa.
El cine bien, gracias.
Más posibles (y on demand)
Entre las películas que pueden ir a las nominaciones al Oscar hay varias más de “plataformas”. Soul, de Disney-Pixar, que no va a cines y sí a Disney+, por ejemplo. O Borat Subsequent Moviefilm, la secuela del film de Sacha Baron Cohen que está en Amazon Prime. Y quizás El juicio de los 7 de Chicago, de Aaron Sorkin, que anda dando vueltas por Netflix. Aclaremos de nuevo: no es lo único.
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