Hay rumores de que la cuarentena se va a ir abriendo muy de a poco. Así y todo, es imposible que los cines vuelvan a funcionar a pleno hasta dentro de algunos meses, y aún así habrá que contar con que los espectadores no tengan miedo de ir a una sala. La cosa está complicada y seguimos pensando en alternativas online. Lo más probable es que no sepan que quien esto escribe hace casi cuatro años que programa los ciclos de cine del Museo Nacional de Bellas Artes en el auditorio AAMNBA. La programación para 2020 era hermosa, realmente. Había de todo, para todos los públicos y, en enero, estaba prácticamente cerrada. Pero el virus hizo lo suyo y ahí estamos: sin funciones.
Sin embargo, el universo digital puede equilibrar las cosas. Con la colaboración del Servicio Cultural de la Embajada de Italia, entre agosto y septiembre vamos a proyectar films italianos inéditos en la Argentina que absolutamente valen la pena de ser vistos. Serán siete, uno por fin de semana, que se difundirán vía web (habrá que anotarse en el sitio del museo y luego enviarán un link por mail). Lo más interesante es que es gratis.
Una cosa que aprendimos programando estos ciclos es que el cine italiano llena salas. Seguramente tiene que ver con el peso de la comunidad peninsular en nuestra ciudad –y país–, y lo dice alguien con cittadinanza. Pero también tiene que ver con la sintonía que esa cinematografía ha logrado entre los modos del espectáculo y la intimidad, con ese trabajo muchas veces fino e invisible de registrar realidades al mismo tiempo que se las estiliza. El neorrealismo, la commedia all’italiana y los autores de los 70 van, en ese sentido, por la misma vía: lo falso del cine combinado con la verdad del mundo que nos rodea. Y a eso hay que sumarle la cuota de melodrama que siempre existe, producto del país que literalmente lo ha inventado. Cine de emociones que se transforman en imágenes por normas precisas. El italiano –como el de Hollywood, notablemente– es de esa clase de cine que hace del "pinta tu aldea" el camino a lo universal y, en ocasiones, incluso a lo trascendente.
El ciclo Al Cinema! consta de siete films, como dijimos, y arranca el próximo 6 de agosto. La primera película es Noi e la Giulia, de Edoardo Leo, la historia de unos cuarentones cansados de todo que deciden transformar una granja abandonada en un negocio turístico, lo que los enfrenta a la impericia y, claro, a un mafioso. Es comedia de costumbres, con algo de política en el medio; sobre todo, una reflexión sobre la amistad. La segunda (a partir del 13/8) es Italian Race, de Matteo Rovere, un film sobre automovilismo y, también, sobre la relación entre dos hermanos que han perdido a su padre, mezcla de comedia, drama e historia deportiva. El 20/8 es el turno de La ragazza del mondo, de Marco Danieli, un drama romántico sobre una joven que se enamora intensamente de otro joven. El problema (de ella) es que la relación la aparta de los Testigos de Jehová, el mundo en el que ha vivido toda su vida. El 27/8 se podrá ver La leggenda di Kaspar Hauser, de Davide Manuli, la más experimental –y vertiginosa– de la selección, una versión en blanco y negro, surreal, de la célebre historia de aquel príncipe ritmada por una banda sonora tecno tremenda de Vitalic, película inclasificable y eufórica. El 3/9, tenemos Il permesso-48 ore fuori, de Claudio Amendola, que retrata cuatro historias verídicas de personas presas (tres hombres y una mujer) que tienen permiso para salir esas 48 horas. Es un drama y también un retrato social sincero. El 10/9, va Il colore nascosto delle cose, de Silvio Soldini, melodrama puro: un atractivo mujeriego enamora a una bella y madura ciega, lo que tiene todos los colores del género realizado con convicción y sin segunda lectura. Y el 17/9, La guerra dei cafoni, de Davide Barletti y Lorenzo Conde, ambientada en los 70, en un centro de vacaciones donde chicos de elite se enfrentan con otros de clase baja, en un mundo que parece totalmente de ellos, incluyendo –faltaba más– el elemento de romance melodramático. Una película que es coming of age y lucha de clases por igual. Vengan a ver, los esperamos, nuestro cine es su casa (literal, esta vez).
América Latina siempre
No lo comentamos mucho porque aún faltan definir los títulos, pero el tercer Mirá pa'cá, ciclo realizado con una veintena de embajadas latinoamericanas que tendrá –virtual– su tercera edición en septiembre, también es parte de la programación que tenemos en el MNBA. Serán tres películas por fin de semana, de lo más reciente del cine del subcontinente. En el sitio del museo, pronto, la programación completa.