En abril de 1955, más de 200.000 chicos en Estados Unidos patalearon, se arremangaron y luego lloraron al recibir una vacuna contra la poliomielitis.
Hasta entonces, los padres convivían con el miedo. No dejaban que sus hijos anduvieran por las calles, ni asistieran a campamentos o picnics, ni que se quedaran a dormir en las casas de sus vecinos. Envueltos en una atmósfera de terror cotidiano, temían que fueran alcanzados por la nueva peste, la polio, una enfermedad implacable que condenaba a sus víctimas a vivir dentro de un pulmón de acero y cuyas consecuencias trágicas fueron narradas por Philip Roth en su novela Némesis.
Hace 65 años, se anunciaba la creación de una vacuna para la poliomielitis, que luego resultaría fallida. Eso generó un cambio de paradigma en el mundo científico, que hoy exige cautela y paciencia.
Sin tratamientos disponibles, los desesperados padres les colgaban a sus hijos amuletos protectores hechos de pimienta, ajo, alcanfor y cebollas. Como en muchos otros países (Argentina incluida), toda persona se vio afectada directa o indirectamente por esta enfermedad provocada por un virus que ataca las neuronas motoras de la médula espinal y el cerebro, y resulta en la parálisis muscular. Una encuesta nacional de aquel entonces encontró que la polio ocupaba el segundo lugar después de la bomba atómica como lo que más temían los estadounidenses.
Titulares como "La polio es conquistada" –incitados el 12 de abril de 1955 por la vacuna desarrollada por el virólogo Jonas Salk– llevaron tranquilidad a las familias. Aunque la calma no fue total: se estima que 120.000 niños fueron inyectados con una vacuna defectuosa producida por el Laboratorio Cutter, una compañía farmacéutica de California.
Los efectos del "incidente Cutter" fueron devastadores: 70.000 presentaron dolores de cabeza, rigidez de cuello, debilidad muscular y fiebre; 200 quedaron paralizados permanentemente y 10 murieron. "Fue uno de los peores desastres biológicos en la historia de Estados Unidos",recuerda el inmunólogo Paul Offit, autor de The Cutter Incident: How America’s First Polio Vaccine Led to the Growing Vaccine Crisis.
La vacunación fue interrumpida e instaló una nube de dudas hasta que, en 1961, Albert Sabin desarrolló una más efectiva que sustituyó la de Salk.
Por muchos olvidado, el incidente Cutter fue decisivo en la historia de la fabricación de vacunas: por ejemplo, condujo a la creación de un mejor sistema de regulación e impuso controles mucho más estrictos.
El incidente Cutter fue uno de los peores desastres biológicos en la historia de Estados Unidos.
Hoy explica por qué, incluso bajo una intensa presión pública por acelerar los ensayos clínicos, deben respetarse los protocolos necesarios para producir un producto médico seguro para prevenir una enfermedad que se les suministra a personas sanas.
La carrera por la vacuna para prevenir el covid-19 no tiene atajos. Y menos ahora que varias candidatas han entrado en su etapa decisiva: "La gran pregunta es: «¿Realmente funciona? ¿Protege a las personas ante la infección?». Es lo que estamos examinando en la Fase 3 de los ensayos clínicos", señala una de las científicas del momento, la vacunóloga inglesa Sarah Gilbert.
Esta investigadora de la Universidad de Oxford sabe que debe proceder con cautela: "Algo que no sabemos aún es si producirá una inmunidad duradera. No sabemos qué niveles de anticuerpos se necesitan para proteger a una persona de la infección por coronavirus. No creo que sirva para toda la vida. Probablemente, nos protegerá por más de un año".
Hoy cada anuncio sobre los avances de sus vacunas parece estar dirigido a sus inversionistas. Moderna, por ejemplo, ha visto triplicarse el precio de sus acciones desde enero.
En el marco de la pandemia, estamos viviendo algo único: ciencia en vivo y en directo. Como nunca antes, gran parte de la sociedad conoce los nombres de las principales compañías farmacéuticas del mundo –Gilead, Moderna, AstraZeneca, CanSino, Novavax, Inovio, GSK, MSD, Janssen, Pfizer–, una industria conocida como "Big Pharma", hasta ahora sin muy buena imagen pública debido a sus precios abusivos y a su insaciable afán de lucro que, con la necesidad mundial de tratamientos y una vacuna, pretende redimirse. Aunque también beneficiarse.
Más que estar orientados a la desesperada población, cada anuncio sobre los avances de sus vacunas parece estar dirigido a sus inversionistas. Moderna, por ejemplo, ha visto triplicarse el precio de sus acciones desde enero.
Las semanas próximas serán cruciales y se verán anuncios grandilocuentes. Hay mucho en juego, además de las vidas de millones de personas. Mientras se cruzan acusaciones de piratas informáticos y robos de investigación, países como Estados Unidos, China y Rusia buscan aprovechar políticamente el momento, alzarse como triunfadores: es lo que hizo Vladimir Putin al anunciar su polémica "Sputnik V".
Porque lejos de ser un esfuerzo global –como el Proyecto Genoma Humano o la búsqueda del Bosón de Higgs–, esta carrera exacerba rivalidades, enfrenta a los países. Es lo que se denomina "nacionalismo de la vacuna": un enfoque egoísta en el que cada nación prioriza sus propios intereses en lugar de cooperar en la lucha contra la pandemia.
Y esto se ve en las acaloradas negociaciones. "No será una solución rápida ni fácil", indica Jerome Kim, director del International Vaccine Institute. "Hay que probar que es efectiva. Después hay que producirla en masa para miles de millones de personas. Y luego distribuirla".
Los países con mayores recursos buscan asegurarse la mayor cantidad de dosis para su población, mientras que las naciones más pobres son empujadas en la cola, a la espera de las sobras. En este sentido, el anuncio de la producción de "la vacuna de Oxford" –como se conoce la vacuna experimental AZD1222– entre Argentina y México es alentador, acorta los tiempos. Pero no hay que caer en triunfalismos. Es aún muy pronto para celebrar. Los resultados preliminares de la Fase 3 de esta vacuna se cree que recién estarán para fines de noviembre.
"La vacuna de Salk funciona", exclamaron hace 65 años los diarios. Todos estamos aguardando esa noticia. La declaración de que una vacuna ha demostrado ser segura y eficaz, sin embargo, no será el final, ni una solución milagrosa. Más bien el comienzo:producir y distribuir miles de millones de dosis será el mayor desafío en toda la historia de la industria farmacéutica. Festejaremos una vez que haya aterrizado en todos nuestros brazos.