Churba, genio creativo de las pasarelas
La semana que pasó encontró al director creativo de Chanel, el alemán Karl Lagerfeld, muy desafiante: sorprendió al público internacional con su último desfile en el emblemático edificio de París Le Grand Palais, pero con una salvedad no menor: íntegramente transformado en un supermercado, con productos reales chanelizados en enormes góndolas y modelos que las recorrían con carritos y canastos a cuestas. No es la primera vez que el diseñador altera el marco convencional de un desfile (se comenta, de hecho, que del Sr. Lagerfeld nunca se sabe qué esperar): construyó, en otras ocasiones, una galería de arte y hasta un enorme glaciar en medio de su pasarela. Amén de su tradicional inventiva (y presupuesto), esta vez demostró gran gusto por la provocación.
En la misma tónica, el jueves último, Martín Churba dejó boquiabiertas a las 400 personas que se dieron cita en su presentación de colección. No por un expreso sentido del humor a lo Karl con el Chanel Shopping Center, pero por la solemnidad del evento en sí.
El Palacio Errázuriz fue la locación seleccionada por Tramando para presentar el invierno 2014. Es prácticamente la única mansión de estilo francés abierta hoy regularmente al público y, por tanto, un imperdible delicatessen . Además allí se alberga el Museo Nacional de Arte Decorativo, uno de los más importantes en su categoría de América latina. Dos excusas perfectas para teñir al evento de grandilocuencia.
Llegué a eso de las 12 del mediodía. Enseguida me direccionaron hacia los jardines traseros. Un camino de piedritas y unas escaleras conducían primero a una casita azul. Se trataba de la obra de Fabiana Barreda, la artista que Churba invitó especialmente, como muestra de su sentimiento colectivo. La atravesé y entonces se abrió un paisaje verde en forma de cuadrado con una pasarela dispuesta entre los tupidos rosales y tres filas de sillas a cada lado. A un costado, una mesa larguísima sostenía los platos más destacados de Eat Catering: ensaladas, ceviche y pescados, decorados con enormes paneras. En las terrazas del palacio que balconeaban la pasarela divisé otras dos casitas, pero esta vez coloradas. Entonces aprendí que la narrativa de Barreda gira entorno de la figura de la casa, como ese espacio físico que construye nuestra estructura íntima y afectiva. Muy a tono quedó con el sello del evento: el palacio entero se había transformado en la casita de Martín Churba. Tanto es así que lo pesqué a él asomado por una de las ventanas del imponente edificio, ansioso, observando y saludando a sus invitados, a lo lejos y alegre. Tan de entre casa que conmovía.
La tribu que persigue a Tramando es sofisticada en términos de moda en lo particular y de gustos, en lo general. No todos los días ve uno a Graciela Borges, María Kodama y la artista plástica Nicola Costantino, juntas, en un desfile. Acompañaban también arquitectos, decoradores, un elegante Alberto Bellucci -director del museo- y también Flavia Martini y Manuel Lamarca, dos de los pocos diseñadores que asisten con frecuencia a desfiles de colegas.
Para contrarrestar la frialdad de la que no escapan las modelos -que caminan lánguidas e impávidas- cuando Martín salió a saludar, los presentes lo ovacionaron de pie. Nunca más merecido. Si montó, en mi opinión, la mejor performance de la temporada, con una colección genuina. Como Lagerfeld, Churba se posiciona como el genio creativo local del que se pretende alto impacto. Y que cumple a cada demostración.
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