Christo y su odisea contra la burocracia
"Ja-más" Esa fue la respuesta que dio el artista búlgaro Christo semanas atrás en el auditorio del Pérez Art Museum Miami (Pamm), cuando alguien del público le preguntó: "¿Alguna vez impulsó un proyecto que los gobiernos respaldaran con entusiasmo?".
Acababa de terminar un documental que repasa el agotador proceso burocrático que demandaron dos de los proyectos más famosos que impulsó junto a su mujer, Jeanne-Claude (1935-2009). Uno de ellos, Surrounded Islands, consistió en rodear con tela rosa, como un "gesto poético", las costas de once pequeñas islas artificiales de la Bahía Biscayne. Aunque la pareja proponía financiar la obra con la venta de bocetos, los trámites de aprobación se extendieron durante tres años hasta que se realizó, en mayo de 1983.
Al año siguiente, Christo y Jeanne-Claude lograron otro esperado permiso: el que los autorizó a envolver con 40.000m2 de tela el célebre Pont Neuf, en París. En ese caso las negociaciones con Jacques Chirac, entonces alcalde de la capital francesa, se extendieron durante nueve años. "Tomate una pastilla", le ruega a Christo su mujer en el film, cuando el artista se pone nervioso al escuchar en la calle el rumor de que su pedido había sido rechazado.
Para entonces, la pareja ya había participado de la Documenta de Kassel, una de las muestras de arte contemporáneo más prestigiosas del mundo. Y en 1995 lograría envolver con tela el edificio del Reichstag en Alemania, tras enviar cartas a cada uno de los 622 legisladores y realizar innumerables llamadas telefónicas para convencerlos.
La burocracia, sin embargo, le ganó a varios proyectos. Como el muelle inflable que pensaban instalar en el Río de la Plata, similar al que se montó en 2014-16 sobre el lago Iseo, en Italia. "Jorge Romero Brest nos invitó a la Argentina en 1972. Quería que hiciéramos una plataforma sobre la cual se pudiera caminar, pero no se concretó", recordó Christo en el Pamm, que dedica hasta febrero sus principales salas a homenajear la intervención realizada hace 35 años en Miami.
El museo no solo considera que aquella acción "dejó una huella imborrable en la historia cultural" de la ciudad, elegida desde 2002 por la poderosa feria suiza Art Basel como sede continental, sino que además define ese gesto como "una narrativa de empoderamiento, un ejemplo de que los individuos solitarios son capaces de congregar a las fuerzas cívicas para concretar sus sueños. De que con determinación, voluntad y visión, todo es posible".
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