Chino mandarín: el "idioma del futuro" llegó a los colegios
Lucía lo pensó un poco. "Bastante", reconoce, antes de tomar la decisión. No quería empezar desde cero con otro idioma. Uno más, que se sumaba al inglés, que habla casi como una nativa, y al francés, que maneja con bastante soltura y fluidez gracias a que lo aprendió desde que estaba en cuarto grado. Por eso, con 13 años, su elección fue meditada. Si era por ella, seguía con el francés. "Lo hablé en casa y mis papás me dijeron que me convenía más aprender chino, que me va a servir más que cualquier otro idioma. Pero como yo no estaba muy convencida negociamos un plus en lo que me dan por semana. Ellos piensan que seguro me va a servir porque dicen que es un país que es una potencia mundial. Pero yo no sé, me parece muy complicado", expresa Lucía, bastante dubitativa. De a poco, el chino empieza a formar parte de la currícula de varios colegios tradicionales, privados y bilingües, de Buenos Aires. Y le está ganando la pulseada al francés como tercer idioma.
De a poco, el francés, que tradicionalmente era dado en los colegios bilingües como tercer idioma de manera obligatoria dentro de las horas cátedra, está siendo desplazado por el chino mandarín, una lengua milenaria considerada por muchos empresarios y hombres de negocios "el idioma del futuro" en un mundo cada vez más globalizado. Si saber inglés es considerado elemental para desenvolverse en cualquier tipo de situación laboral o social, el chino es considerado un diferencial que puede determinar, por ejemplo, el acceso a mejores puestos de trabajo.
El problema es ver cómo insertarlo sin que signifique un problema que provoque un masivo rechazo. Porque el chino no es un idioma más. La receta para introducirlo en las aulas de los colegios argentinos es progresiva, es decir, poco a poco. Por eso su enseñanza surge primero como algo optativo y extraprogramático.
En el St. Catherine’s se empezó a ofrecer como una actividad optativa y extracurricular hace 4 años. Pero desde este año forma parte de la currícula para los alumnos de primero a quinto año del secundario y se mantiene como una actividad extraprogramática para padres y ex alumnos de la escuela. "En primer año los chicos eligen entre chino y francés. Una vez que eligen el idioma, lo deben mantener a lo largo de los 5 años. No lo pueden cambiar. Para nuestra sorpresa, unos 15 alumnos de primero optaron por el chino. Puede haber algún tipo de influencia paterna, que ven en el mandarín una oportunidad de desarrollo más importante", dice Mabel María Mazzini de Manzitti, directora general del colegio St. Catherine’s.
En realidad, la primera aproximación del colegio al chino fue en 2001, cuando empezaron a darlo como materia extracurricular. "Pero con la crisis tuvimos que suspenderlo y lo retomamos en 2014. Ya en ese momento vimos que los chicos iban a tener que lidiar con la cultura china para hacer negocios –recuerda la directora–. Después de que el marido de una profesora viajara a China por cuestiones laborales y nos relatara lo difícil que había sido la experiencia por el idioma y otros elementos implícitos en la cultura, nos convencimos de que había que dar esta herramienta a nuestros alumnos", cuenta Mazzini de Manzitti.
El Belgrano Day School es otro de los colegios pioneros en ofrecer chino a su comunidad de estudiantes. "Lo tenemos desde 2010 como algo extracurricular, a través de una institución externa que venía a dar las clases. En 2012 empezó ya como materia curricular y con profesores nuestros, que incorporamos. Pero siguió siendo optativo. De a poquito empezamos a notar que cada año que pasaba había más chicos que tomaban el chino como una oportunidad. Hoy es una materia obligatoria para unos 40 alumnos de los últimos años del nivel secundario y estamos viendo cómo incorporarlo en los demás niveles. Queremos propagarlo al resto de los alumnos de manera creativa, estamos viendo alternativas para no resentir los tiempos de estudio. Tal vez una posibilidad sea de manera online", cuenta el vicedirector, Francisco Lehmann, que recuerda que al principio hubo muchas preguntas por parte de los padres. "La verdad es que no fue algo que entró rápidamente. Pero cuando hay una cuestión estratégica detrás y la podemos explicar es más sencillo".
Más que una moda
Lejos de tratarse de una "moda educativa", Lehmann cuenta las razones que motivaron a incorporar el chino en el tradicional colegio de Belgrano R. "Nada viene colgado por una moda. Empezamos porque queríamos reforzar el concepto que el colegio tiene desde siempre de educación global. Nuestros alumnos tienen contacto dos veces por semana, vía Skype, con colegios de todas partes del mundo. Por eso para nosotros el chino no es un idioma solamente –sostiene–. La idea es que los chicos también se acerquen a su cultura. El primer acercamiento lógicamente es a través del idioma, se materializa por ahí. Pero no queremos quedarnos en eso. Es más profundo, no es agregar el chino como una curiosidad. Creemos que la diversidad cultural se entiende practicándola", plantea Lehmann, y destaca el acuerdo de cooperación que acaban de firmar con una escuela de Pekín para el intercambio de ideas pedagógicas y métodos de enseñanza, así como el objetivo de establecer juntos un calendario de intercambios virtuales entre las instituciones.
En el colegio Lincoln, otra de las instituciones privadas que ofrecen el chino desde 2014, lo consideran "una herramienta para el futuro", de los chicos de jardín (preescolar) y de primaria. "Lamentablemente los tiempos y exigencias del Bachillerato Internacional, no nos han permitido extenderlo al nivel secundario", cuenta la directora Amalia de Labra y Sanz, que confiesa que lo que la decidió a incorporar el chino en el colegio fue cuando leyó que las hijas de Barack Obama lo estaban aprendiendo. "Ahí observé la conveniencia de que nuestros chicos comiencen a prepararse para comunicarse mejor con el mundo que les va a tocar vivir".
La metodología de trabajo es didáctica: "Nuestros niños trabajan con profesoras chinas nativas, quienes los inician en el vocabulario, fonética, caracteres gráficos y conversación. Utilizan distintos recursos, como canciones y dibujos. Y las docentes también les hablan de costumbres y curiosidades de un pueblo tan lejano –describe la directora–. Algunos padres nos han comentado su sorpresa al escuchar a sus hijos que hacían de intérpretes de turistas chinos durante algún viaje o hablaban con un vecino o con la cajera del supermercado chino".
En el Belgrano Day School también se ufanan del grado de comunicación alcanzado por sus alumnos. "Hace poco vino de vista un colegio chino y los chicos los recibieron y los guiaron. Realmente me sorprendió cómo pudieron comunicarse en chino", reconoce Lehmann.
Yamila Cheng es la profesora de chino del Belgrano Day School. Nacida en Taiwán, hace más de 20 años que vive en la Argentina. Su tarea no es para nada sencilla: debe derribar la muralla idiomática y cultural, y hacer que los chicos se interesen por un idioma y una cultura tan diferentes. Dice que es su principal desafío como docente. "Es un idioma muy difícil en su escritura, pero no tanto en su habla. Trato de transmitirles la cultura. Por ejemplo, tengo un protocolo de saludo que tienen que respetar. En China el saludo al maestro es muy importante. No me pueden llamar Yamila, me tienen que llamar maestra Cheng, como se hace en China".
Poder comunicarse es el gran objetivo. "La gramática es la parte más complicada. Requiere mucho tiempo y esfuerzo. Para hacerlo más divertido organizamos talleres de caligrafía china junto con la profesora de arte. Los chicos aplican su conocimiento de los caracteres en obras de arte que ellos mismos crean. Se eligen los tres mejores trabajos y se exponen en los pasillos del colegio; así también logramos interesar a los chicos de otros años para un primer acercamiento", explica Yamila.
La pregunta del millón es si hay riesgo de desaprobar chino y no conseguir el título secundario... Ahí Yamila muestra la rigurosidad que trae en su ADN y saca a relucir un perfil más severo. "Si se esfuerzan y cumplen con la tarea, aprueban. Tienen que mostrar un esfuerzo, es algo que yo aprecio mucho. La participación y la actitud en clase también tienen valor. Pero si no muestran interés y no cumplen con la tarea, algún riesgo hay", dice mostrando una media sonrisa.