Valentina Etchegoyen tiene una calavera mexicana en homenaje a la familia de Flavio Cianciarullo, bajista de lo Cadillacs, que la inició en el mundo de la música.
La música y el skate son dos universos muy afines al tatuaje, por eso no puede sorprender a nadie que ella, reconocida skater y una de las sorpresas musicales de 2017, ya lleve en su piel más de dos docenas de marcas... ¡a los 19! La marplatense Valentina Etchegoyen reconoce haber nacido para los tatuajes, al punto que terminó provocando que sus padres terminen todos tatuados, y hasta le dedicó un tatuaje a una familia cercana que la ayudó a dar sus primeros pasos en la música. Valen pegó el gran salto, ya sin patineta, desde las redes sociales y puede mostrar orgullosa su disco debut, 1998, mientras espera el estreno de la película Viaje inesperado, dirigida por Juan José Jusid.
¿Cuántos tatuajes tenés?
La verdad es que perdí la cuenta, pero creo que estoy por llegar a los 30. Terrible. Me los hago según lo que esté pasando en mi vida. Suelo tatuarme cuando hay experiencias que me marcan como persona. Son experiencias de vida que llevo en el corazón y no quiero tenerlas nada más que ahí. Siento la necesidad de recordar qué me pasó en la vida gracias a los tatuajes.
¿A qué edad te hiciste el primero?
A los 14. Me puse “believe” en el brazo. Me lo hice porque Justin Bieber lo tiene y cuando se lo vi me di cuenta de que realmente hay que creer en los sueños y hay que perseguirlos. Hace falta creer en uno y ser positivos todos los días. Me parece que creer significa mucho en la vida de una persona.
¿Tuviste problemas en tu casa por haberte tatuado tan joven?
Me costó un poco convencer a mis viejos, pero me acuerdo que mi mamá me hizo firmar un papel que decía que no iba a volver a tatuarme hasta los 18. Y a las dos semanas ya me había tatuado de vuelta a escondidas de mi mamá. Mi papá me segundeó y fuimos con una tatuadora amiga de mi mamá. Hice todo mal. Antes de que yo empezara con los tatuajes ellos tenían tatuajes simples. Hoy mi viejo tiene todo el cuerpo tatuado y mi vieja tiene toda una manga completa y se está haciendo la otra y las costillas y la pierna. Ya está. Me siento un poco responsable, porque gracias a mí entraron en esa zona que no tiene vuelta atrás. Es un viaje de ida y yo estoy en la misma que ellos. Es más, yo soy la que maneja el avión.
¿Cuáles son tus favoritos?
Me gusta mucho un leopardo que tengo en el brazo derecho. Es mi animal favorito, creo que en otra vida fui un felino y me siento muy identificada con ellos. También me gusta uno que tengo en los dos brazos: en el izquierdo hay un corazón y en el derecho una llave. Me lo hice en brazos distintos porque tuve un amor a distancia cuando era más chica. Me marcó mucho y me llevó a entender muchas cosas en la vida. También tengo los nombres de mis viejos y mi mejor amigo me tatuó una nota musical en el cuello. Y en la pierna tengo un tatuaje que dice: “Mientras creas en ellos, tus sueños se harán realidad”.
Son unos cuántos...
Tengo uno más que me gusta y me lo hice hace mucho tiempo. En la pierna me hice una calavera mexicana. Es de la época en que me dedicaba full time a competir en skate y conviví mucho con una familia, que también estaba metida en ese mundo, con una madre mexicana. Pasé muchas cosas con ellos y sentí que me marcaron, fueron parte de mi crianza. La calavera representa a esa hermosa familia y todo lo que me ayudaron. Gracias a ellos entré a la música. El papá es Flavio Cianciarullo, de los Cadillacs, y los hijos tocaban instrumentos. Ástor estaba siempre con la batería y el bajo. En la casa de ellos había un estudio y una rampa de skate y así fue cómo empezó la obsesión que tengo por la música.
¿Te arrepentís de alguno?
No. Me pasó una vez y me lo tapé con una flor. A los 14 me había hecho las iniciales de una pareja. Me quería tatuar sí o sí, pero hoy recomiendo no hacerse algo así jamás. Nunca. Tampoco me gustaban mucho los tatuajes de caras o cosas súper realistas.
¿Qué parte del cuerpo nunca te tatuarías?
El pie. Me da un poco de miedo. En su momento dije lo mismo de la cara y sé que no lo tengo que hacer, pero me tienta mucho. Me haría algo súper fino, un pequeño detalle. Pero pasé de “nunca en la vida me tatuaría la cara” a querer hacerme una cosita muy chiquita. Andá a saber cómo termina eso, capaz que no se me vean ni los ojos. Ahora que lo pienso bien, la verdad es que me tatuaría en todos los lugares del cuerpo.
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