En la tapa de la emblemática revista de modas aparece Margot Friedländer, una sobreviviente del Holocausto judía-alemana
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Una mujer con un elegante peinado, lujosas joyas y un abrigo rojo, de la marca italiana Miu Miu, sonríe en la tapa de la edición julio/agosto de la revista Vogue de Alemania. A simple vista, su figura rompe los estándares de la edición, no se trata de una supermodelo o de una celebridad, si no de Margot Friedländer, anteriormente conocida como Margot Bendheim, una sobreviviente del Holocausto de 102 años que perdió a toda su familia en Auschwitz y lo intentó todo para esconderse de los nazis. Aquí su increíble historia.
¿Quién fue Margot?
Margot nació en Berlín. Allí tuvo una infancia feliz. Disfrutaba los fines de semana que pasaba en el lago Scharmützelsee con su familia, en especial a su querida abuela, Adele, que la llamaba “mi ratoncita”. Tenía 12 años cuando Hitler llegó al poder. Pero en ese entonces nadie en su familia imaginó lo que estaba a punto de ocurrir.
En 1936, la joven comenzó sus estudios en la Escuela de Artes y Oficios de Berlín y se especializó en el dibujo de moda y publicidad. “Tenía grandes planes”, comentó durante la entrevista para la revista alemana. Entre el 9 y 10 de noviembre de 1938, mientras se formaba como costurera en el salón Rosa Lang-Nathanson ocurrió la Kristallnacht o “la noche de los cristales rotos”, una oleada de violencia antisemita en la Alemania nazi. El ataque recibió aquel nombre debido a los vidrios de las tiendas que destruyeron porque sus dueños eran judíos. Después del ataque, el salón donde Margot estudiaba nunca volvió a abrir.
A partir de 1940, Margot se vio obligada a realizar trabajos forzados. Sus padres estaban separados y ella vivía con su madre y su hermano pequeño Ralph.
Luego comenzó el horror: En 1943, cuando Margot tenía 21 años y la familia hacía planes para escapar del país, Ralph fue arrestado por la Gestapo. Su madre enfrentó a la policía nazi, quiso impedir que se llevaran a su marido, pero fue deportada con su hijo a Auschwitz. Allí los dos fueron asesinados. Antes de ser llevada, a través de un vecino, le envió un mensaje a su hija: “Intenta vivir tu vida” [“Versuche, dein Leben zu machen”], decía.
Aquellas palabras la incentivaron para seguir adelante e intentarlo todo para ocultarse de los nazis. Lo primero que hizo fue quitar de su ropa la estrella amarilla que la identificaba como judía, colgó en su cuello una cadena con una cruz y tiñó su cabello negro de color rojo. Pero, sin dudas, lo más radical fue su cambio de fisonomía: un médico le operó la nariz para intentar “arianizar” sus rasgos. Contó con la ayuda de una red clandestina de 16 alemanes y, después del anochecer, se movía por diferentes escondites.
Margot pasó un poco más de un año en la clandestinidad hasta que, en la primavera de 1944, dos colaboradores nazis la detuvieron en la calle y le exigieron sus documentos. Como no pudo presentar su identificación la llevaron a la comisaría. En el trayecto, Margot les dijo que era judía e inmediatamente fue deportada al gueto de Theresienstadt (en lo que hoy es la República Checa).
El “campo-ghetto” de Theresienstadt
Theresienstadt fue un establecimiento nazi que funcionó como herramienta de engaño y cumplió una función propagandística para los alemanes. Era un “gueto modelo” que existió durante tres años, donde todo era falso con el objetivo de ocultar el horror y engañar al mundo. Fue una mezcla de gueto con campo de concentración. Estaba situado en la región de Bohemia (actual territorio de República Checa), a unos 70 kilómetros de Praga. En 1941 se lo utilizó como campo de tránsito para los judíos checos. Unos meses después se transformó en un gueto al que eran derivados judíos ancianos, los Prominents, aquellos que eran respetados y tenían prestigio.
“Nunca olvidaré los asesinatos de ancianas que pedían un trozo de pan”, dice Margot sobre su experiencia en Theresienstadt.
En 1944, una delegación de la Cruz Roja visitó el campo y fue engañada por la apariencia de relativa comodidad que se les mostró. Los nazis realizaron una película propagandística llamada “El Führer da un pueblo a los judíos”, dirigida por un prisionero Kurt Gerron. El rodaje duró 11 días en septiembre de 1944 y para garantizar que quienes lo hicieron permanecieran en silencio, la mayoría del elenco fue deportado a Auschwitz. Gerron fue ejecutado en una cámara de gas en octubre.
“No estaba enamorada, nos unió el dolor”
En el campamento, Margot se reencontró con Adolf Friedländer, un joven 11 años mayor que ella a quien conocía por haber trabajado juntos en la oficina de la Asociación Cultural en Berlín. “No estaba enamorada de Adolf. Necesitaba tiempo para volver a ser humana. A Adolf le pasó lo mismo. El dolor nos unió más que el hecho de estar enamorados”, reconoció. Poco después de ser liberados, Margot y Adolf se casaron y se mudaron a Queens, Nueva York. Allí ella trabajó primero como agente de viajes y luego como costurera.
En 1997, después de que su esposo muriera, Margot decidió regresar a su ciudad natal y escribir sus memorias para contar experiencia en Alemania durante la guerra. Aunque vivió más de 50 años en los Estados Unidos, Margot decidió radicarse nuevamente en Berlín. A pesar de los horrores que vivió allí, ella se considera una alemana.
“Intenta hacer tu vida: una muchacha judía escondida en el Berlín nazi”, fue el título de su libro donde, además de contar su vida, inmortaliza el pedido de su madre décadas antes. La historia de Margot también fue llevada a la pantalla chica. En el documental ‘Don’t Call It Heimweh’, que se estrenó en 2004.
En la entrevista para la revista Vogue, Margot cuenta que siente que su misión es hablar “en nombre de las víctimas que ya no pueden hacerlo”, ella cuenta su historia no sólo para conmemorar el pasado, sino en un esfuerzo por dar forma al futuro. “No miren lo que los divide. Miren lo que los une. Sean seres humanos. Sean razonables”, enfatiza.
La sobreviviente del Holocausto se mostró consternada por el aumento del antisemitismo en el mundo. “Debemos estar alerta y no mirar hacia otro lado como hicimos entonces”, afirmó. “El odio, el racismo y el antisemitismo no deben ser la última palabra en la historia”, dijo.
Actualmente, forma parte de una generación cada vez más reducida de supervivientes y sigue viajando por Alemania para contar la historia de su vida y promover el recuerdo. En 2022, se dirigió al Parlamento de la Unión Europea en el Día del Recuerdo del Holocausto.
Aunque tiene más de 100 años, Margot no es la modelo de portada de Vogue de mayor edad. Vogue Filipina eligió, el año pasado, a una tatuadora de 106 años llamada Apo Whang-Od, también conocido como Maria Oggay, para aparecer en la portada de su edición de abril.
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