El bidet, artefacto que los argentinos enarbolamos como altar sagrado de la higiene, lo más parecido a un spa que hay en la mayoría de los hogares de la patria, obra cumbre de las aguas corrientes que sirve tanto para lavarse los pies como para darse un baño de asiento o lo que todos sabemos, ¿será muy pronto un lujo inaccesible? ¿Lo recordaremos como aquello que perdimos al ser expulsados del paraíso? La Legislatura porteña barrió con un potente chorro legal la obligación de que las viviendas por construirse en la Capital tengan la taza con ducha invertida. Y ahora ¿quién podrá defendernos?
Si bien, en la práctica, en la ciudad de Buenos Aires ya existen hogares que (reformas mediante) carecen de bidet, el porteño medio lo considera un aparato imprescindible y cualquier inmobiliario sabe que su ausencia torna más difícil la venta o el alquiler de una casa o un departamento, al punto que ahuyenta a buena parte de los posibles compradores o inquilinos.
De ahora en adelante, ¿quien quiera un bidet tendrá que renunciar a la posibilidad de usarlo cual palangana (tapón mediante) y conformarse con esos injertos que le suman ducha al inodoro?
A partir de la votación de la Legislatura, se reavivaron discusiones. ¿Es más higiénico tener bidet o no tenerlo? ¿Produce infecciones vaginales? ¿Los argentinos nos sentamos bien al darle la espalda a las canillas o tendríamos que ubicarnos de frente, mirando la pared?
El bidet en el mundo
Aunque algún exagerado diga que es un invento argentino y asumamos que tiene uso universal, el bidet se utiliza en una cantidad limitada de países.
- Dentro de Europa, está muy extendido en Italia, España, Portugal y Grecia, y predominan los bidets de chorro horizontal (el agua sale directamente de la grifería).
- En América, forma parte de la vida cotidiana en estas pampas, en Paraguay, Uruguay y Ecuador, y preferimos los de chorro vertical (¿quién no se empapó la cara, la ropa o incluso mojó el techo del baño creyendo que las llaves estaban conmutadas para que el fluido saliera "por abajo"?).
- En Japón son locos por los bidets ultra sofisticados que forman parte de inodoros más cibernéticos aún.
- En Finlandia y también en naciones árabes son comunes los sistemas de ducha manual (con una manguera flexible) que desaguan en el inodoro.
- En el mundo anglosajón, el bidet está mal visto, se lo considera algo antihigiénico e inmoral.
- En China (1.400 millones de habitantes) tampoco se usa.
Historia con aroma francés
Según cuenta Ángel Prignano en su libro "El inodoro y sus conexiones", el bidet aparece documentado por primera vez en un escrito de 1710, en Francia. Ese año, el marqués de Argenson quedó asombrado porque Madame de Prie lo recibió sentada en uno de estos artefactos. ¿Le habrá dicho c´est la vie, madame?
El aparato recibe su nombre porque los primeros tenían forma de caballito, y en francés se le dice bidet a un pony o a cualquier equino de pequeño porte. Eran muebles de madera con cuatro patas. En el asiento calzaba una pieza de loza muy parecida a la forma que tienen algunos bidets modernos. El recipiente se llenaba de agua jabonosa y se usaba para lavar los genitales antes (en el mejor de los casos) y después de mantener relaciones sexuales. Había que sentarse a horcajadas, como quien monta, precisamente, un caballo.
Alrededor de 1750 apareció un bidet que incorporaba ducha. El agua se colocaba en un depósito y la fuerza del chorro se lograba mediante un émbolo que se accionaba manualmente. Existe la posibilidad de que esta mejora haya sido introducida con supuestos (y vanos) fines anticonceptivos.
Si bien los franceses quedaron para la posteridad como los inventores del bidet, después lo abandonaron y hoy es poco común encontrar estos dispositivos en los hogares galos.
Alrededor de 1880, no obstante, el bidet todavía era común en Francia y estaba haciendo su tránsito del dormitorio al cuarto de baño, gracias a la plomería.
Según relatan en el Museo del Agua y la Historia Sanitaria de AySA, los argentinos que viajaron a París a fines del siglo XIX tomaron contacto con el bidet y, como todo lo que era moda en Francia debía imitarse en la Argentina, lo trajeron en momentos en que se estaba ampliando la red de aguas corrientes. Allá cayó en desuso, pero acá lo abrazamos con devoción.
El peligro de quemarse
Años atrás, en una entrevista, el conductor de televisión Julián Weich contó que se quemó con agua caliente, justo ahí donde más duele, por culpa de un bidet mal instalado. Le ocurrió en un hotel y el gerente del establecimiento le admitió que el problema era que los caños estaban invertidos en el artefacto. Así, el agua caliente salía fría, y la fría, hirviendo.
Lo que parece una anécdota divertida es, en realidad, un accidente hogareño común y peligroso, sobre todo entre personas mayores o con movilidad reducida. Si por algún motivo el agua tibia del bidet se torna muy caliente (por ejemplo, porque alguien abre al mismo tiempo una canilla fría cercana), ese individuo no puede "saltar" y, hasta que cierra el grifo, ya se quemó.
Desconocido por los pobres
En la charla TED "¿Qué tienen los pobres en la cabeza?", que se hizo viral este año, la joven Mayra Arena puso en evidencia que tener o no tener bidet es una línea que separa a las clases sociales. Ella, dijo, no conoció el bidet hasta que, durante su infancia en Bahía Blanca, una amiga la invitó a su casa.
Como no sabía para qué se usaba, cada vez que iba al baño de esa vivienda, durante años, Mayra hacía pis en el bidet y reservaba el inodoro para el "número dos".
"Puente de bacterias"
En las últimas horas se reactualizó el debate en los medios acerca de la conveniencia o no de usar bidet. En declaraciones al diario Los Andes de Mendoza, el obstetra y ginecólogo Daniel Ruffolo explicó que el uso del dispositivo muchas veces acarrea infecciones en las mujeres. "Se genera un puente de bacterias entre el ano y la vagina, por lo que no es recomendable usarlo. El diagnóstico más común es vulvovaginitis, agregó.
"Lo primero que les pregunto es si usaron el bidet. Muchas veces no corrigen el hábito y siguen con los problemas", sostuvo Ruffolo, y concluyó que resultan más higiénicos los bidets de modelo europeo, donde el chorro de agua viene de atrás y no de abajo.
Visión de futuro
En el mercado se consiguen distintos modelos y marcas de dispositivos que se acoplan al inodoro para brindar una función de bidet o chorro limpiador. Neobidet, Aquaflex y Bideplus son algunos de los nombres comerciales.
No obstante, la marca más reconocible, al punto que oficia casi como un nombre genérico, es Bidematic, propiedad de Villafranca SA, empresa rosarina fundada en 1982 que se presenta en su página web como "líder en la fabricación de bidets adaptables a inodoros". Tiene varios modelos de agua fría sola o fría y caliente y exporta a Estados Unidos, Uruguay, México, España, Bolivia y Costa Rica. Definitivamente, unos visionarios.
LA NACIÓN intentó entrevistar a Diego Brachetta, presidente de Bidematic, pero no estaba disponible. ¿Había ido al baño? No, estaba de viaje.
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